La
estrategia de las FARC, la lucha armada que llevó adelante durante décadas,
fracasó. La única salida posible para la guerrilla es entregar las armas y
negociar bajo las condiciones que le imponga el Estado de derecho colombiano.
Es su única salida si pretenden no ser olvidados por la historia.
Con la
muerte de Alfonso Cano, el último líder histórico de las FARC, y reemplazo por ‘Timochenko’,
muchos se preguntan si se acerca el fin la violencia que ha dejado miles de
muertos durante los últimos 47 años.
Rodrigo
Londoño Echeverry, el nuevo jefe de las FARC, tomó su nombre de guerra de
Semión Konstatinovich Timoshenko, un militar zarista que se sumó a Lenin en la
revolución de 1917 y se convirtió en mariscal y ministro de Defensa soviético
como protegido de Stalin, del cual era, además, consuegro, porque su hija se
casó con un hijo del dictador comunista.
'Timochenko'
recibió formación sobre guerra irregular, en Cuba. Entre 1986 y 1989 recibió
adiestramiento político, en Moscú y otros países del entonces bloque soviético,
indica su biografía.
‘Timochenko’
no quería ser jefe de las FARC y tenía intenciones de proponer a otra persona
para que asumiera ese cargo tras la muerte el pasado 4 de noviembre de Alfonso
Cano, según revelan unas comunicaciones interceptadas por el Ejército colombiano.
En el
mensaje enviado a otros dirigentes de la guerrilla, 'Timochenko' confiesa que
se encuentra en “una situación que ni deseaba ni buscaba, mucho menos como
consecuencia de la muerte de nuestro gran camarada y amigo Alfonso”.
“Se los digo
con toda la sinceridad que pensaba hacerles una propuesta que no me
comprometieran con semejante carga (...) pero los estatutos obligan a que haya
un jefe, con eso me desarma usted todos los argumentos que me venía yo
haciendo. Luego les propondré como hacer el anuncio”, comentó.
El mensaje
revela la “preocupación” de Londoño Echeverri a la propuesta de ser el nuevo
jefe de las FARC, después de Alfonso Cano fuese abatido en un bombardeo
militar.
'Timochenko’
“siempre manejó un bajo perfil, era uno de los menos mediáticos, a diferencia
de insurgentes Raúl Reyes, Iván Márquez y el mismo Alfonso Cano. Ahora sabe que
es un objetivo militar principal. ‘Timochenko’ fue uno de los gestores del PC3
(Partido Comunista Clandestino Colombiano) en el año 2000 y del Movimiento Bolivariano,
para la combinación de todas las formas de lucha.
‘Timochenko’
llega al frente de una organización militar en decadencia. Las fuerzas de
seguridad colombianas ha diezmado su dirección, es un hecho que las FARC están
prácticamente derrotadas desde una perspectiva estratégica. Su declive como
fuerza militar parece irreversible. La guerrilla está sumida, por sus acciones
contra la población civil y por su involucramiento en el tráfico de drogas,
según han confesado algunos insurgentes capturados, en el más completo
desprestigio nacional e internacional.
Ante una eventual derrota final, la opción para el largo conflicto armado debería ser la negociación. Esto solo es posible sobre la base de gestos unilaterales de los insurgentes. Liberar a los secuestrados, desmovilizarse y reintegrarse a la sociedad democrática es la única opción que le queda para ser creíbles.
Sin embargo como señala Eduardo Pizarro en su libro Las FARC (1949-2011): De guerrilla campesina a máquina de guerra, la cuestión crucial para una negociación es: ¿las FARC van a renunciar a su objetivo estratégico, que es tomarse el poder? Por ahora, no. Una negociación pragmática con desmovilización, y su entrada a la democracia, está lejos de interesarles.
Para analistas como Daniel Pécaut las FARC quedarán atrapadas en el narcotráfico y en una mayor criminalización, si no aceptan las condiciones que le impone la democracia colombiana. Eduardo Posada Carbó opina que la combinación de fuerte ideología, recursos financieros y capacidad de intimidación “es lo que explica la permanencia de las FARC” a pesar de las evidencias de que no obtendrán el poder por las armas.
Ante una eventual derrota final, la opción para el largo conflicto armado debería ser la negociación. Esto solo es posible sobre la base de gestos unilaterales de los insurgentes. Liberar a los secuestrados, desmovilizarse y reintegrarse a la sociedad democrática es la única opción que le queda para ser creíbles.
Sin embargo como señala Eduardo Pizarro en su libro Las FARC (1949-2011): De guerrilla campesina a máquina de guerra, la cuestión crucial para una negociación es: ¿las FARC van a renunciar a su objetivo estratégico, que es tomarse el poder? Por ahora, no. Una negociación pragmática con desmovilización, y su entrada a la democracia, está lejos de interesarles.
Para analistas como Daniel Pécaut las FARC quedarán atrapadas en el narcotráfico y en una mayor criminalización, si no aceptan las condiciones que le impone la democracia colombiana. Eduardo Posada Carbó opina que la combinación de fuerte ideología, recursos financieros y capacidad de intimidación “es lo que explica la permanencia de las FARC” a pesar de las evidencias de que no obtendrán el poder por las armas.
El alcalde
electo de Bogotá, el ex guerrillero izquierdista Gustavo Petro dijo que el
reciente asesinato de cuatro rehenes por parte de la guerrilla de las FARC es
un “crimen de guerra” y defendió un “gran diálogo ciudadano” como salida del
conflicto armado.”Ha sido un crimen de guerra y como tal deben ser juzgados los
comandantes de las FARC responsables de lo que aconteció”, afirmó el dirigente
de izquierda Petro. Tras afirmar que las FARC son una guerrilla “degradada” que
“ha degenerado en la forma de ejércitos al servicio del narcotráfico y del
crimen de guerra”, Petro consideró que el “conflicto armado” debe tener “una
solución pronta” que “debe contemplar la opción de las negociaciones”.
“Seriamente
las FARC lo único que pueden hacer, aparte ya de justificaciones absurdas, es
entregar las armas y desaparecer, porque la sociedad colombiana no necesita ni
una milésima de ideología de la que ellos alardean que tienen, porque ni eso
les queda ya”, dijo el juez español Baltasar Garzón a la radio Caracol de
Bogotá. “Me duele mucho que todavía parte de la sociedad y de la comunidad
internacional, sigan prestando oídos a los que han hecho de su ley de vida el
asesinato, el secuestro y la violencia contra la sociedad. Es un absurdo”,
anotó Garzón, que asesora en Colombia a la Misión de la Organización de Estados
Americanos de Apoyo al Proceso de Paz.
La guerrilla
solo tiene una opción y es sentarse a dialogar sin armas. De lo contrario el
escenario será una guerra agonizante, marginal, pero muy costosa para los
colombianos que tendrá como epílogo la muerte o la prisión para los viejos
guerrilleros de las FARC.
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