domingo, 24 de enero de 2010

¿QUIEN CONTROLA EL DINERO PARA HAITI?

EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL PROMETIO UN PRÉSTAMO SIN INTERESES DE 100 MILLONES DE DOLARES COMO FONDO INICIAL DE EMERGENCIA AL GOBIERNO DE HAITI, PARA PONER EN MARCHA LOS SERVICIOS BASICOS Y LAS TAREAS DE RECONSTRUCCION TRAS EL TERREMOTO. EL BANCO MUNDIAL, TAMBIÉN ANUNCIO LA ENTREGA DE UNA SUBVENCION DE EMERGENCIA POR 100 MILLONES DE DOLARES. EL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS, BARACK OBAMA, APORTARA 100 MILLONES DE DOLARES PARA ESA CAUSA. LA UNION EUROPEA HA PROMETIDO 200 MILLONES DE DOLARES EN ASISTENCIA A CORTO PLAZO Y OTROS 300 MILLONES PARA EL LARGO PLAZO. MUCHOS PAISES DE LA UNION EUROPEA HAN COMPROMETIDO INDIVIDUALMENTE DONACIONES DE 100 MILLONES DE DOLARES. A ESTO DEBEN SUMARSE MILLONES DE DOLARES DE OTROS PAISES E INSTITUCIONES MULTILATERALES, ASI COMO LA DECISION DEL CLUB DE PARIS, DONDE 19 ACREEDORES INTERNACIONALES DEL GOBIERNO DE PUERTO PRINCIPE, APELARON A TODOS LOS PAISES CON QUIENES HAITI MANTIENE DEUDAS A CANCELAR LAS MISMAS PARA AYUDAR A ESTIMULAR LA RECONSTRUCCION DE LA ISLA DEVASTADA POR EL TERREMOTO.




Todo parece indicar que el dinero no va a faltar, pero la comunidad internacional debería pensar cómo y quién administra esta multimillonaria ayuda. ¿Por qué? Todos temen que el dinero no llegue a su destino, algo que se ha repetido a lo largo de la trágica historia haitiana.



La revista Foreign Affairs considera que Haití es el país número 12 entre los 60 Estados fallidos del mundo. Según Transparencia Internacional, Haití es uno de los diez países más corruptos del mundo, ubicado en el lugar 176 entre 180 naciones.



La corrupción es un factor inherente a Haití que afecta a todos los niveles del endeble gobierno y la sociedad. Esta realidad ha demostrado que el fenómeno de la corrupción, como su práctica, afecta a la sociedad haitiana en su totalidad y provoca un letargo total en la aplicación del Estado de derecho.



Los grandes escándalos de corrupción han sacudido el país en los últimos años, revelando así la falta de voluntad de parte de las élites políticas y económicas a la hora de intentar erradicar este azote. La impunidad de los involucrados en la corrupción, además de la falta de transparencia, es la excusa lógica para disuadir a los inversores extranjeros y suponen un verdadero obstáculo al desarrollo de la sociedad haitiana.



El punto de partida del largo camino hacia el progreso reside en la lucha contra la corrupción, y si no se toman medidas para eliminar ésta, no será posible que los haitianos salgan de la miseria, y mucho menos la administración de la millonaria ayuda que recibe desde hace bastante tiempo.



Un reporte de Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior, un centro de estudios europeo con sede en Madrid, señaló que la cooperación extranjera a Haití ha sumado más de 2.600 millones de dólares desde 1984, y hay muy poco que mostrar por la misma.



En otro informe reciente se aseguraba que "la fragilidad es la característica transversal del proceso haitiano... Si bien Minustah ha contribuido a promover la seguridad del país, ésta sigue siendo precaria... un elemento preocupante es el alto grado de dependencia de Haití de la asistencia internacional. En este instante el país depende de la asistencia internacional en casi todas las esferas de su quehacer (economía, seguridad, desarrollo institucional y político). A ese nivel, la pregunta clave es si el desarrollo institucional haitiano será suficiente para mantener condiciones de estabilidad y, de forma más general, la viabilidad del país en un escenario pos Minustah.



Para el economista y decano de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Puerto Rico, Paul Latortue, Haití es "un Estado fallido desde finales del siglo XIX, cuando comenzó a dar señales de que algo no funcionaba pero nadie se dio cuenta".



Latortue, haitiano que reside en Puerto Rico hace más de 40 años, sostuvo que el Haití actual es el resultado directo de la ausencia de un modelo económico viable y de la histórica corrupción de las élites políticas, que gobernaron de forma tiránica y se dedicaron a saquear las arcas públicas. Todos los gobiernos populistas han hecho mucho daño en Haití porque han prometido comida gratis, que es algo que no existe. Ha sido un liderato corrupto que ha llegado al poder prometiendo lo imposible, pero lo que le interesa es comer del pastel", agregó.



En 1991 llegó al poder el sacerdote Jean Bertrand Aristide, quien era la esperanza del pueblo, pero fue derrocado por corrupto en 2004, sostuvo. "Yo conocí a Aristide y llegué a respaldarlo porque creía que haría un buen trabajo. Pero me engañó. Era un corrupto que también le interesaba comer del pastel", dijo Latortue, director de un programa de desarrollo para Haití entre 1995 y 2001, que fue patrocinado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.



"Tuve a cargo 150 millones de dólares con los que hicimos 300 proyectos de infraestructura en Haití. Aristide quería cambiar la forma de administrar el programa y yo no lo permití porque los fondos hubieran terminado en manos de los corruptos", exclamó Latortue.



Agregó que el actual presidente René Préval, a quien conoce personalmente, "vino del grupo de Aristide y no ha podido detener la corrupción". Latortue dijo que la corrupción en Haití está íntimamente relacionada con la falta de una visión de bien común en las élites políticas y la ausencia de un sistema de justicia efectivo.



Indicó que, a raíz del terremoto, el presidente Barack Obama y el ex presidente Bill Clinton tienen una gran oportunidad de ayudar a Haití. "La gente de Haití va a respaldar a Obama porque lo ven como uno igual que ellos".



El catedrático indicó que ninguna de las figuras políticas actuales en Haití es capaz de encarnar "esa visión de bien común que necesitamos".



"Encaminar el país hacia el bien común es posible pero ahora no hay nadie que lo haga. Quien lo intente tiene que traer a esa clase media, que en 1960 comenzó un éxodo masivo, para integrarlos a ese trabajo que queda por hacer. En Haití no hay un pastel para repartir sino trabajo por hacer", opinó Latortue.