viernes, 19 de marzo de 2010

Narcoinsurgencia asume tácticas guerrilleras

El Ejército mexicano, con decenas de miles de soldados, libra una dura lucha contra los carteles de la droga, mientras que los narcos combaten entre ellos por el control del territorio y de las rutas para el tráfico. El saldo son miles de muertos y un conflicto que se profundiza y se extiende, con una transición del gangsterismo tradicional de asesinos a sueldo al terrorismo paramilitar con tácticas de guerrilla.

Un reporte titulado La narcoinsurgencia de México y la política antidrogas de Estados Unidos, elaborado por el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra de Estados Unidos, el cual es el encargado de proporcionar insumos de análisis al Departamento de Defensa sobre seguridad nacional y geoestrategias, alerta sobre el crecimiento de grupos paramilitares en México, algunos de los cuales son usados por los carteles del narcotráfico para dominar territorios y retar al Estado, como parte de “la tercera generación del crimen’’, por lo que el gobierno de Estados Unidos debe modificar su estrategia contra el narcotráfico y utilizar tácticas de contrainsurgencia, afirma el estudio.

Los carteles mexicanos del narcotráfico están empleando fuerzas paramilitares privadas que usan armas avanzadas y son reconocidos por su brutalidad. Los Zetas son los más conocidos y son considerados por oficiales de Estados Unidos como un ejército privado de México “tecnológicamente más avanzado, sofisticado, y violento’’.

El Dr. Hal Brands académico de la Universidad de Yale, autor del análisis para el Pentágono, destaca en el reporte la brutalidad de grupos como Los Zetas, y su habilidad para explotar publicitariamente los hechos, lo que permite al cartel dominar la información. “El gobierno mexicano debe confrontar este aspecto si aspira a redirigir la actual sensación de inseguridad pública’’, explica.

En los últimos años, agrega el estudio, pero especialmente desde 2006, México ha experimentado un incremento acelerado de violencia relacionada con el narcotráfico y un correspondiente deterioro de seguridad interna “como parte de lo que debe ser descrito como una multinarcoinsurgencia, de los bien financiados carteles que están haciendo la guerra contra el gobierno para controlar los corredores de droga hacia los Estados Unidos’’.

“Este derramamiento de sangre ha sido el más intenso debido al incremento de armamento pesado, fuerzas paramilitares bien entrenadas como los combatientes principales en la lucha por el control de drogas’’, destaca el reporte.

Los grupos paramilitares de los cárteles de México y de otros particulares, explica, se ubican como ocurre en otros países, como parte de la “tercera generación’’. Son más grandes, complejos y poderosos que las pandillas callejeras, porque usan la violencia y la intimidación para debilitar las instituciones gubernamentales y corromper la autoridad del Estado. “Los Zetas y otras organizaciones paramilitares tientan a los soldados a cambiar de lado ofreciendo salarios por arriba de los 3.000 a la semana, (en comparación con los 1.100 por mes que ganan la mayoría de los miembros de las Fuerzas Armadas)’’, señala el documento.

La fractura de la autoridad gubernamental en ciertas áreas tiene implicaciones de largo plazo en México: La narcoinsurgencia se encamina e intenta lo que un experto denomina la “descomposición del Estado’’. El reporte considera que en el estado actual, “las instituciones políticas y gubernamentales simplemente no están suficientemente fuertes para apoyar una vigorosa estrategia” en la lucha contra la droga.

Para Ghaleb Krame, especialista en seguridad nacional de la Universidad Alliant International University, campus México, el narcotráfico asumió como táctica la guerra de guerrillas, y afirma que son grupos altamente móviles y difíciles de detectar.

El investigador dijo que estos grupos crearon una plantilla de contrainteligencia y tecnología sofisticadas, y cuentan con la posibilidad de adecuar su estructura operativa y de dirección vertical y horizontal ante cualquier emergencia, o para su permanencia y fortalecimiento como grupo criminal.

Consideró que la guerra contra el narcotráfico no se gana porque el Ejército, como los de casi todos los países, está entrenado para una guerra convencional. “Los carteles de las droga adoptaron para sus operaciones la guerra de guerrillas y se volvieron grupos altamente móviles y en cambio las bases de operación militar y policial son bases fijas e identificables. Los grupos de narcotraficantes pueden ir cambiando constantemente de sitio y hombres”. Las organizaciones criminales de este tipo, explicó, cuentan con un sistema de inteligencia efectivo porque tienen canales más sofisticados que con los que cuenta el Ejército.

Comentó que incluso hasta usan y se mueven por medios legales como las páginas de Facebook y Twitter, que les dan en forma inmediata comunicación a través de sus propios códigos y claves.

El especialista mencionó en el mercado hay especialistas en tácticas de guerra de guerrillas, armamento, explosivos, economía y finanzas, y los narcotraficantes compran sus servicios y obtienen el conocimiento inmediato. Se deben buscar cambios sistemáticos y profundos frente a un enemigo del cual no se tenía el conocimiento del peligro, movilidad y flexibilidad que tiene, y de ahí el peligro de que el combate al narcotráfico escale de manera sorprendente en los próximos años.

Hoy los grupos paramilitares de México son sospechosos de montar incursiones armadas a lo largo de la frontera para proteger cargamentos de droga. Como señaló un ex oficial del Departamento de Estado, “desde la Revolución Mexicana la violencia en México no representaba un desafío tan inquietante para la seguridad de Estados Unidos”.



Narcotraficantes y terroristas



A mediados de julio de 2008, el diario El Universal reveló información de inteligencia de la Administración Antidrogas Americana (DEA), según la cual los carteles de droga en México (Golfo y Sinaloa) estaban enviando asesinos y gatilleros para entrenarse en Irán en tiro y uso de Dispositivos Explosivos Improvisados (IED), bajo la enseñanza de los Guardias Revolucionarios iraníes. Esas fuentes dijeron que, los narcotraficantes, viajaron de México hacia Venezuela, donde tomaban los vuelos semanales de Iran Air con destino a Teherán. El entrenamiento avanzado, era centrado en táctica, comando de guerra, liderazgo, armas, y explosivos. El periódico agregó que a varios terroristas libaneses que pertenecían a Hezbolá, se les garantizó la ciudadanía mexicana a través de matrimonios arreglados por bandas de narcos mexicanos.

En una entrevista para el Washington Times, Michael Braun, ex Jefe de Operaciones de la Agencia Antidrogas en Estados Unidos (DEA), confimaba que los Guardias Revolucionarios, que facilita los atentados terroristas fuera de Irán, operaraban en América Latina. Su evaluación es que, esos elementos, controlaban y coordinaban la actividad criminal de Hezbolá en la región. Hezbolá utilizaba a los exiliados shiítas como intermediarios, quienes firman contratos con los líderes de los carteles de drogas, aseguró. Los funcionarios de la policía citados en el artículo del Washington Times destacaron que, Hezbolá, estaba involucrado en tráfico de drogas y personas en el área de la Triple Frontera en Sudamérica, pero que dependían, cada vez más, de los carteles mexicanos que controlan las rutas de contrabando hacia Estados Unidos.

Una de las consecuencias negativas de la globalización ha sido el reforzamiento de los narcotraficantes y del terrorismo: nuevos negocios, acceso a más armamento y reclutas, descentralización de sus centros de mando. Mientras las organizaciones al margen de la Ley se han adaptado al nuevo mundo de la flexibilidad y las redes, los Estados mantienen en muchos casos estructuras rígidas y sus funcionarios se mueven con conceptos propios de la vieja Guerra Fría, lo que hace que el narcoterrorismo vaya en muchos casos un casillero adelante, explican los expertos.