domingo, 22 de noviembre de 2009

Un año después, Obama tiene más canas

Hace un año sosteníamos que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizaría reformas, pero no las que muchos se imaginaban. La realidad le impondría una agenda pragmática, más allá de las promesas electorales y las intenciones del histórico inquilino negro de la Casa Blanca. Hoy la realidad confirma ese análisis.

 El presidente Obama, reconoció que ha perdido algo de peso y ha ganado algunas canas durante su primer año de gobierno. Esas revelaciones no deberían llamar la atención, si recordamos su primer premonitorio discurso. En la misma noche que se conocieron los resultados que le dieron la victoria, alertó sobre las expectativas altas que muchos se hacían con su histórico triunfo.



"Habrá contratiempos y pasos en falso. Habrá muchos que no estarán de acuerdo con todas las decisiones o políticas que haga como presidente. Y sabemos que el gobierno no puede resolver todos los problemas. Pero siempre seré honesto con ustedes sobre los desafíos que enfrentamos", decía en su discurso Obama.



The New York Times, que lo apoyó decididamente durante su campaña, lo resumía con acierto: "...ahora viene la parte dura". Y sin duda, tras la luna de miel del primer año, Obama no pasa por su mejor momento, más allá de la simpatía que sigue cosechando fuera de su país. La popularidad de Obama entre los estadounidenses por primera vez está por debajo de 50%. Atrás quedó el 70% de aprobación que tenía al asumir la presidencia en enero.



La encuesta de la Quinnipac University muestra que el 48% de los estadounidenses aprueba el desempeño del presidente, contra 42% que lo desaprueba. La realidad le pasó la cuenta al jefe de la Casa Blanca.



Pero además de los sondeos, otros hechos marcan los tropiezos. El fracaso en las elecciones a gobernador de Virginia y Nueva Jersey, esta último un feudo demócrata en el que el presidente había logrado una abismal diferencia de 16 puntos respecto a John McCain en las presidenciales fue un duro golpe. La pérdida de ese estado, donde los republicanos no ganaban desde 1979, es particularmente un traspié duro para Obama y los demócratas, que habían invertido esfuerzo e imagen en la campaña electoral.



Fue, quizás, un llamado de atención para las legislativas de 2010, el primer referéndum clave sobre su gobierno y en las que los republicanos pretenden recuperar el control de las dos cámaras del Congreso. "Los demócratas deberían tener razones para temer las venideras elecciones del 2010", afirma Michael Steele, presidente del Partido Republicano.



Los problemas con los que debe lidiar la administración demócrata no son pocos, pero para el conjunto de la sociedad estadounidense, la crisis financiera se ha convertido en el tema central y se ha transformado en un verdadero dolor de cabeza para Washington. Si bien la Casa Blanca para combatir la crisis ha implementado un conjunto importante de medidas, logrando que la primera economía del mundo volviera al crecimiento en el tercer trimestre del año, el presidente Obama cree que se puede producir una segunda recesión.



"Es importante reconocer que, si seguimos añadiendo deuda pública, en mitad de la recuperación, la gente puede perder su confianza en la economía de Estados Unidos, lo que puede provocar una doble recesión", dijo. Actualmente el país posee una deuda pública de 12.03 billones de dólares, según las cifras oficiales del Departamento del Tesoro. Esta cifra, la más alta del mundo, representa el 83% del PIB.



El experto Noubel Roubini, de la Universidad de Nueva York, también cree en la posibilidad de una segunda recesión, si el gobierno no da luz verde a un segundo plan de estímulo. La administración aprobó un primer proyecto por 787.000 millones de dólares.



Obama ya convocó a una reunión sobre empleo el 3 de diciembre en la Casa Blanca. El desempleo, está en el 10.2%. "Estamos analizando nuevas desgravaciones fiscales para animar a las empresas a contratar cuanto antes", anunció el presidente. "La cuestión ahora, es cómo procurar que aceleremos la creación de puestos de trabajo. Es mi tarea número uno", dijo Obama al resumir su preocupación.



Pero como alertó el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, la recuperación económica está a merced del destino financiero y del desempleo y que todo lo que se podía decir, era que la degradación del mercado de trabajo podría ir más lento pero no cesar.



Obama, también deberá sortear el escollo del Senado para su ambicioso proyecto de reforma al sistema de salud ­una de sus principales promesas electorales- tras su aprobación en la Cámara de Representantes. El reñido debate se saldó con 220 votos a favor y 215 en contra. Se opusieron 39 legisladores demócratas y los republicanos, salvo uno que lo apoyó.



La Cámara respaldó el proyecto de ley que ampliaría la cobertura de salud a 36 millones de personas que carecen de seguro con una clara intervención del gobierno, y un costo de un billón de dólares, lo que implicaría el mayor cambio de política sanitaria en el país en las últimas cuatro décadas.



El presidente reconoció de manera implícita que subestimó las dificultades, y no cree que su proyecto insignia logre ser aprobado en 2009. Obama deberá logar ahora que los 58 demócratas y dos miembros independientes del Senado lo acompañen, ante la oposición republicana que busca dilatar la decisión. Se necesitan dos tercios de la cámara alta, 60 votos, para superar las medidas dilatorias y pasar al debate en el pleno.



La lista de problemas que deberá enfrentar Obama es compleja. Por eso el presidente, además de liderar y tomar cruciales decisiones sobre el envío de más soldados a la estratégica guerra contra los talibanes en Afganistán, debe enfrentar otros asuntos espinosos como el prometido cierre del centro de detención de Guantánamo para enero de 2010, lo que será imposible, dado que Washington no ha podido determinar qué hacer con los más de 200 detenidos en la base. Asimismo, la reapertura de negociaciones de paz entre israelíes y palestinos sigue trabada mientras no se descarta el estallido de una tercera Intifada. Por otra parte, en Irak, los sangrientos atentados ponen en tela de juicio su anuncio del retiro total a finales de 2011. Todo esto sin olvidar la desafiante carrera nuclear del régimen iraní, que sigue provocando a Occidente al rechazar las propuestas logradas en Ginebra entre las grandes potencias y Teherán. A Obama, le urgen los resultados.



"Fue un año excepcional, no tanto para mí como para los estadounidenses: dos guerras, la peor crisis financiera desde la Gran Depresión". Así lo resumió Obama a la cadena NBC. La realidad fue más dura que las promesas.