sábado, 26 de diciembre de 2009

El ayatolá rebelde

Hace pocos días murió en la ciudad de Qom, al sur de Teherán, el ayatolá Hosein Alí Montazeri, uno de los líderes históricos de la Revolución Islámica de 1979. Fue la conciencia crítica del régimen teocrático que integró y pagó un alto precio por su disidencia. Su interpretación más moderna del Islam se convirtió en un atractivo para la sociedad iraní cada vez más secular, y fue un referente espiritual de los sectores que hoy reclaman cambios.



Alí Montazeri (nacido en Najafabad, en 1922), llegó a ser considerado el máximo candidato para reemplazar al ayatolá Ruhollah Jomeini como líder supremo de la República Islámica y se fue una figura clave en la redacción de la Constitución iraní tras el derrocamiento de la monarquía del Sha Pahlavi.

Sin embargo, en la década del 80 comenzaron sus primeras cuestionamientos y desavenencias con el ayatolá Jomeini. Su gran desencuentro con el régimen clerical tuvo lugar en 1988, cuando discutió abiertamente las ejecuciones en masa ordenadas contra innumerables prisioneros políticos opositores en Irán. “El mundo va a pensar que eres una máquina de matar”, le señalaba Montazeri a su mentor. Criticó también la condenatoria fatwa (orden) dictada por Jomeini contra el escritor indio-británico Salman Rushdie por su polémico libro “Los versos satánicos”, convirtiéndose así en el abanderado de una nueva política de aperturismo dentro del régimen.

La respuesta no se hizo espera. Jomeini instó a Montazeri a abandonar su cargo como miembro de la Asamblea de Expertos, el órgano deliberante más importante de Irán. El clérigo llegó incluso a pasar cinco años bajo arresto domiciliario hasta 2002 por sus criticas al régimen. Entonces, los medios de comunicación estatales dejaron de referirse a él por su título religioso, describiéndole como un clérigo común. Las autoridades prohibieron cualquier tipo de debate sobre Montazeri y sus referencias fueron borradas de los libros escolares y de las actividades oficiales, además de ser censurado al igual que sus seguidores.

Montazeri regresó a la luz pública el pasado mes de agosto tras las polémicas elecciones presidenciales. Entonces calificó de “dictadura” al régimen iraní por la represión ejercida contra la oposición por los partidarios del presidente y ganador de la elección, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad.

El ayatolá disidente denunció la forma en que las autoridades manejaron el estado de tensión que se vivió en las calles de Teherán tras los controvertidos comicios y advirtió de que “podría significar el final del régimen”. Montazeri respaldó a Mir Hussein Musavi, reformista, y publicó numerosas “fatwas” a favor de las protestas contra el fraude electoral. También condenó la represión de las milicias del Basij: “Han abandonado a Dios para seguir a Satán”, sentenció.

En vísperas del aniversario iraní del Día de Jerusalén, el pasado 18 de setiembre, el ayatolá disidente Montazeri llamó a todos los clérigos de alto rango en las principales ciudades de Irán (Qom, Mashhad, Teherán, Isfahan, Tabriz, entre otras, y a las ciudades santas iraquíes chiítas de Najaf y Karbala), a expresarse abiertamente contra el régimen y a utilizar su influencia para restablecer el poder al pueblo.

En una carta enviada a todos los ayatolás en Irán, Montazeri subrayó que, para existir, el régimen requiere la legitimidad que le otorgan los clérigos de alto rango del país. Dijo que el silencio de los clérigos a luz de los acontecimientos de los últimos meses estaba siendo interpretado por el pueblo como aprobación a la injusticia del régimen, al que calificó de un “gobierno militar”.

En su mensaje, el ayatolá Montazeri se manifestó en contra del régimen, quien dijo había derramado la sangre de civiles inocentes mientras cometía violaciones a los derechos humanos. A lo largo de la historia, recordó, antiguos clérigos de Irán se habían pronunciado en contra de las injusticias y la opresión de regímenes tiránicos en Irán y se enorgullecían siempre de estar de pie en contra de ellos y defender la ley y los derechos del pueblo.

Montazeri hizo un llamamiento a los clérigos, advirtiéndoles de que tienen una gran responsabilidad como jurisprudentes. Esto, dijo, fue porque además de sus funciones en general, eran responsables de defender la religión y depurarla de los hechos que este régimen ha perpetrado en nombre de esta, actos que son diametralmente opuestos a la “sharia” y a los objetivos de la Revolución Islámica.

Refiriéndose a los acontecimientos de los últimos meses después de las elecciones presidenciales, denunció el asesinato, la represión y violaciones a los derechos humanos en nombre de la religión y con el apoyo por parte de las autoridades religiosas del régimen, Montazeri llamó a los clérigos a declarar en voz alta que se oponen al régimen. Dijo que en lugar de representar la voz del pueblo, el régimen había creado una situación de violencia y opresión mucho más terrible contra hombres y mujeres indefensos, al punto de causar su “shehada” (muertes), en algunos casos en prisión.

Montazeri señaló específicamente la presión del régimen sobre los ex candidatos presidenciales Mehdi Karroubi y Mir Hossein Mousavi, a quien llamó hombres de honor y de nuevo apeló a los clérigos, diciendo que es su papel y su responsabilidad tradicional e histórica actuar contra las acciones del régimen, que son contrarias al Islam.

Concluyó afirmando que el pueblo iraní se pregunta por qué los clérigos no se manifiestan contra la opresión y la injusticia. Reiteró su llamado a los clérigos a utilizar su poder, su capacidad y su influencia en contra del régimen porque, dijo, saben muy bien que el régimen requiere de su legitimación. El régimen –le advirtió Montazeri a los ayatolás- se aprovecha de ustedes y su silencio les hace sus colaboradores.

El ayatolá rebelde, que se pronunció a favor de mantener relaciones con Estados Unidos y resolver el tema nuclear, no estaba solo. Era la cabeza espiritual de un movimiento invisible de disidentes que discuten, incluso, la idoneidad del actual líder supremo para desempeñar el cargo. El clero iraní está dividido en numerosas fracciones y con la desaparición del ayatolá Montazeri la oposición pierde a uno de sus líderes espirituales históricos, que dejó reformadoras interpretaciones para el férreo régimen teocrático.

domingo, 20 de diciembre de 2009

DOS PALESTINAS ENFRENTADAS

LA ORGANIZACION PARA LA LIBERACION DE PALESTINA (OLP) DECIDIO PRORROGAR LOS MANDATOS DEL PRESIDENTE MAHMUD ABAS Y DEL PARLAMENTO PALESTINO HASTA LA CELEBRACION DE NUEVAS ELECCIONES, PARA EVITAR UNA NUEVA CRISIS POLITICA E INSTITUCIONAL. AMBOS MANDATOS EXPIRAN EL 24 DE ENERO. LA COMISION ELECTORAL PALESTINA RECOMENDO LA POSTERGACION DE LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS Y PRESIDENCIALES DEBIDO A LA IMPOSIBILIDAD DE ORGANIZAR ESOS COMICIOS EN LA FRANJA DE GAZA, CONTROLADA POR EL MOVIMIENTO DE RESISTENCIA ISLAMICA (HAMAS), QUE CUESTIONAN LA LEGITIMIDAD DEL PRESIDENTE ABAS.


Hamas y la Autoridad Palestina se enfrentan en un conflicto de baja intensidad desde que el movimiento islamista tomó el poder en Gaza en junio de 2007, desalojando de allí por la fuerza a Fatah, partido leal a Abas, en un claro golpe contra las fuerzas nacionalistas.



Hamas ha rechazado firmar una proposición de reconciliación nacional interpalestina preparada por Egipto.



¿Que significa esta postergación de las elecciones? Es una nueva constatación de la profunda división de los palestinos, que históricamente llevaron adelante políticas erráticas que auto abortaron la paz con Israel y la concreción de su propio Estado. Una casa dividida contra sí misma no se puede mantener, dijo Abraham Lincoln, y una Palestina dividida contra sí misma nunca conseguirá su independencia, sostiene Mkhaimar Abusada, profesor de Ciencia Política en la Universidad Al Azhar de Gaza.



Se trata de una realidad fratricida, cuyo origen se remonta a las divisiones palestinas en El Cairo, a finales de los años 40 del siglo pasado, entre islamistas ­organizados en torno a los Hermanos Musulmanes­ y los laicos con incontables matices, fundadores de Fatah y la OLP, matriz de la actual Autoridad Nacional Palestina.



Los errores de la política palestina no deberían llamar la atención. A fines de la década del 60, la OLP, liderada por Fatah, incomodó por sus acciones a tal punto sus aliados jordanos de entonces, que la expulsaron por la fuerza. En la década del 70, la OLP participó en la guerra civil del Líbano, con lo que terminó siendo no bien vista en ese país. Incluso lograron que los líderes políticos de Israel, Siria y Líbano en la década del 80 coincidieran en que había que expulsar a la OLP de este último país. A partir de los 90 los palestinos dejaron pasar varias oportunidades para gobernar sus territorios y en 2000, mientras rechazaban un acuerdo con Israel, se embarcaron en sucesivas Intifadas con una errada estrategia política de todo a nada. Arafat utilizó a los islamistas en su política contra Israel y se negó a controlarlos permitiendo las campañas terroristas. Arafat murió, y Hamas ­en medio del caos y la corrupción de Fatah­ se impuso en las elecciones de 2006. Un año después se hizo con el poder, a sangre y fuego, en Gaza.



Entre la Gaza de Hamas y la Cisjordania de Fatah hay más diferencias que similitudes. Los habitantes de Cisjordania se ven a sí mismos como la clase alta de la sociedad palestina pues han recibido educación y provienen de entornos de dinero. Hay diferencias profundas que hacen que Gaza y Cisjordania sigan divididas por desigualdades económicas, por dialectos distintos y por recelos culturales forjados por sus experiencias previas a 1967 cuando pertenecían a regímenes distintos: el Egipto de Nasser y el reino Jordano de Hussein.



Todo ello conlleva a que los habitantes de Cisjordania "no confíen en sus hermanos palestinos de Gaza, sino en sus familias y amigos de Jordania. Y a los habitantes de Gaza les ocurre lo mismo con Egipto", según sostiene Asaf Romirowsky, investigador del Middle East Forum.



En el mejor de los casos hay que hablar de dos mundos palestinos bien diferenciados y de dos proyectos. Hoy hay dos regiones, Gaza y Cisjordania, claramente divididas geográficamente e ideológicamente. Fatah y Hamas no coinciden en la táctica, aunque compartan aliados y objetivos. Tienen concepciones enfrentadas religiosa, cultural, política y militarmente sobre sus relaciones con Israel y la fundación de un eventual Estado palestino.



Hamas no tiene las mismas aspiraciones que Fatah. No quiere un acuerdo con Israel para poner en práctica la solución de los dos Estados, Israel y Palestina conviviendo en paz el uno junto al otro. Hamas considera que el nacionalismo es algo que va en contra de la ley coránica y sólo reconoce legitimidad de la Umma, la comunidad de los creyentes, esa suerte de califato. Hamas no quiere negociar con Israel. La quiere es destruir y eliminar, algo que Irán promueve con su ayuda a los islamistas de la franja. Anhela que en la zona haya un solo Estado, palestino, islamizado e islamista. Una Palestina, habitada por palestinos y sin judíos, que incluye Gaza, Cisjordania más lo que hoy es Israel.



La guerra civil de baja intensidad conspira contra las aspiraciones palestinas, pero también contra la resolución del conflicto palestino-israelí. De hecho, en esa región hay tres Estados. Israel, que también depende los vaivenes políticos de los palestinos, y Cisjordania y Gaza, que seguirán defendiendo hasta la muerte dos modelos contrapuestos de organización política y religiosa del pueblo palestino. Abas perdió un tiempo precioso y el conflicto sigue su curso.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Una guerra en el Triángulo Norte

El presidente salvadoreño, el izquierdista Mauricio Funes, enfrenta –al igual que sus antecesores- un gran desafío: violencia e inseguridad. Desde el pasado 6 de noviembre, el integrante de la antigua guerrilla del FMLN, sacó a las calles a un nuevo contingente de 2.500 soldados que fueron desplegados en los 19 municipios más afectados por la delincuencia. El Salvador, de poco más de 21.000 kilómetros cuadrados, vive una guerra difusa contra mafias y pandillas.


Este nuevo dispositivo, que se extenderá inicialmente por seis meses, reforzó a 1.600 militares que venían apoyando a la Policía Nacional Civil en las labores de vigilancia desde tiempo atrás. El despliegue del Ejército en las calles de algunas ciudades ya ha dado resultado y ha reducido la criminalidad de una media de 14 a 10 asesinatos diarios, según los informes.

En un mes los soldados que patrullan las calles armados con sus fusiles de asalto M-16 han arrestado a unas 100 personas cuando perpetraban algún delito, tras lo cual fueron entregados inmediatamente a la policía para que fueran presentados ante tribunales de justicia. Paradójicamente, el FMLN que en la década del ochenta enfrentó al Ejército salvadoreño en una cruenta guerra, había prometido desmilitarizar a la sociedad.

El trabajo conjunto entre Policías y Fuerzas Armadas no es novedad en la región. Ya se aplica en Colombia, México, Guatemala, Honduras y Nicaragua, entre otros países para complementar el combate al crimen organizado y asumir tareas de seguridad pública.

Entre enero y octubre, las autoridades salvadoreñas contabilizaron 3.598 asesinatos en todo el país y en noviembre registraron 421 homicidios. En 2008 el total de asesinatos registrados en el país fue de 3.179.

Números oficiales, difundidos, demostraron la imparable ola de violencia con un promedio de 10 muertes diarios, más de los que mueren en el conflicto en el Medio Oriente entre israelíes y palestinos.

El Salvador vive una ola de violencia sin precedentes generada por las extendidas pandillas, delincuentes comunes y crimen organizado, que lo han convertido, junto con Honduras y Guatemala -que conforman el llamado Triángulo Norte- en una de las regiones más violentas del planeta.

Las drásticas medidas que tomó Funes para frenar la violencia no son nuevas. En 2003, el entonces presidente Francisco Flores lanzó el plan Manodura y logró la aprobación de la Ley Antimaras, que estuvo vigente por un año. Cuando su sucesor, Antonio Saca, asumió la presidencia, dijo: “A delincuentes se les acabó la fiesta”. Meses después implementó el plan Súper Manodura, que sin embargo perdió dureza a fines de 2007.

Saca reconoció que el combate de las pandillas insumirá unos 25 años.

Las violentas pandillas o “maras”, cuyos miembros se cuentan por miles en El Salvador, son responsables de 60% de los homicidios cometidos en el país, además de extorsionar a comerciantes y traficar con armas y drogas.

Las pandillas con mayor número de miembros son la Mara Salvatrucha o MS-13 y su acérrima rival la Mara 18 o M-18, que juntas reúnen a unos 11.000 miembros, aunque la policía cree que la cifra podría llegar a los 18.000.

Las pandillas, llamadas maras por el diminutivo de “marabunta”, nombre de unas hormigas selváticas letales, surgieron en El Salvador durante la guerra civil como grupos de jóvenes a que se disputaban “territorios” en barrios y aldeas del país.

En ese entonces existían maras como la “Mara Máquina”, la “Mara Gallo” y “La Fosa”, que además se dedicaban a cometer asaltos para obtener dinero para su subsistencia.

Sin embargo, la guerra civil hizo que miles de salvadoreños emigraran a Estados Unidos, donde algunos comenzaron a aprender el funcionamiento de pandillas que operaban, principalmente, en las calles de Los Angeles.

A mediados de la década de 1980, grupos de latinoamericanos, principalmente mexicanos, formaron la Mara 18, cuyo nombre proviene de la Calle 18 de la ciudad californiana.

De igual forma, salvadoreños junto a otros centroamericanos, principalmente hondureños y guatemaltecos, conformaron la Mara Salvatrucha o MS-13, cuyo número proviene de la Calle 13 de Los Angeles.

Según datos del FBI, la Mara Salvatrucha tendría en Estados Unidos entre 6.000 y 10.000 miembros, sobre todo inmigrantes centroamericanos de primera generación.

La pandilla opera en 42 estados y el Distrito de Columbia y está implicada en tráfico de drogas, asesinato, violación, prostitución, robos, secuestros y vandalismo, según la misma fuente.

Tras el término de la guerra civil en 1992, muchos salvadoreños comenzaron a ser deportados de Estados Unidos, algunos de ellos con antecedentes penales, entre los que figuraban pandilleros.

En El Salvador los pandilleros deportados comenzaron a formar “clicas” o células de Mara Salvatrucha y de la Mara 18 con jóvenes en barriadas pobres, desplazando a las antiguas pandillas locales.

Según algunos informes, las “maras” cuentan con 50.000 miembros en Estados Unidos, 35.000 en Honduras, 15.000 en Guatemala y 15.000 en El Salvador.

Este año se reunieron en la capital salvadoreña más de 300 expertos, delegados, policías y funcionarios de trece países, entre ellos de Estados Unidos, México y El Salvador, en la Quinta Convención Anual Antipandillas. Ahí se concluyó que la prevención es un eje fundamental en su combate, pues buscan a sus “nuevos soldados” entre los jóvenes de sus comunidades. Martin Escorza, de la Fuerza Nacional Antipandillas de la FBI, manifestó que esos grupos “son trasnacionales y se mantienen en comunicación para cometer ilícitos en Estados Unidos y Centroamérica”, pues tienen una forma de comunicarse muy “fluida y sofisticada”, como muestran las investigaciones.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Las lecturas equivocadas de Itamaraty

La política exterior del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha sido pautada por el esfuerzo consistente de ampliar cada vez más la presencia de Brasil en el mundo. Como potencia regional emergente ha actuado activamente en la esfera de la diplomacia internacional para poner a Brasil en el centro de estructuras de poder internacional. Incluso, David Rothkopf, analista de la revista Foreign Policy de Estados Unidos, nombró a Celso Amorim como el mejor ministro de asuntos exteriores del mundo por la diplomacia que desarrolla Itamaraty.

Sin embargo, en los últimos tiempos ha cometido algunos desaciertos, en su tradicional y sólida política exterior, que demorarán las aspiraciones de esa potencia regional para convertirse en un actor de primer orden en la geopolítica mundial.

El presidente Lula, su asesor principal en política exterior, Marco Aurélio García, el ex vice ministro de Exteriores, Samuel Pinheiro Guimaraes, -considerado uno de los intelectuales cuyas ideas influyen en la política externa del actual gobierno-, hicieron una lectura equivocada de la crisis hondureña cuando decidieron involucrarse de lleno y apoyar, hasta las últimas consecuencias, la restitución del presidente constitucional Manuel Zelaya.

La ofensiva política exterior brasileña no fue suficiente y no logró acuerdos ni unanimidades en la OEA y ni en la Cumbre Iberoamericana, y fracasó en su intención de restituir al mandatario centroamericano depuesto por un por un heterodoxo golpe de Estado. Y por el contrario, tras elecciones presidenciales que tuvieron una alta participación, muchos de los países de la región comenzaron a aceptar los resultados de las urnas, como parte de un proceso para que Honduras vuelva a la democracia plena.

El error fue tan evidente que en Itamaraty, varias voces cuestionan el cambio de la política exterior brasileña al romper con el principio de no intervención, y califican las decisiones como erradas y costosas para los intereses de la diplomacia de la potencia subregional.

El ex canciller mexicano Jorge Castañeda, en una extensa entrevista en O Estado de Sao Paulo, decía que Brasil se estaría comportando como un “enano” más que como un gigante diplomático al asumir batallas menores por un país poco decisivo. Ello tampoco se correspondería, sostuvo, con las aspiraciones de Brasil a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

La política tradicional de Itamaraty, establecida por el Barón de Río Branco en la primera década del siglo pasado, y continuada durante años posteriores, con gobiernos de distinta orientación ideológica, establecía que, en Centroamérica y el Caribe, Brasil reconocía la primacía de Estados Unidos en la resolución de las crisis y conflictos de la región, mientras que el sur del continente quedaba baja la influencia de la poderosa cancillería brasileña.

“Brasilia está en el hemisferio Sur. Washington está en el hemisferio Norte. Es natural que las cosas, a veces, sean vistas de forma diferente”, sostiene el canciller Celso Amorim, que sin embargo justificó la implicación de su país en Honduras. El viejo pacto no escrito entre Brasilia y Washington se rompió con la crisis hondureña.

En círculos diplomáticos ven esta situación como consecuencia de una jugada política de Venezuela, que colocó a Brasil ante un hecho consumado y con poca posibilidad de maniobra, pero también en forma paralela cuestionan la creciente influencia del izquierdista PT, que de la mano de Marco Aurélio García y Samuel Pinheiro Guimares -amigo del presidente, Hugo Chávez, y tachado como representante del antiimperialismo en Itamaraty- dirigen la política exterior brasileña hacia América Latina. Algunos diplomáticos temen que la tradicional política de Estado de Itamaraty, se convierta en una política que responda únicamente al izquierdista PT.

No son pocos dentro de la cancillería brasileña que ya empezaron a hablar de flexibilizar la posición ante los hechos consumados en Honduras, tras el pronunciamiento de las urnas. Incluso hablan de preparase a darle el asilo político a Zelaya, que ya anunció que formará un grupo político para aglutinar a sus seguidores. Incluso, Itamaraty le solicitó a México que recibiera Zelaya como forma de buscar una salida del atolladero en el que se metió, algo que en principio desechó el propio presidente depuesto.

Claro está, que si Itamaraty hubiera logrado con su intervención resolver la crisis de Honduras estaría festejando su éxito, y Brasilia habría comenzado a asumir el tipo de liderazgo regional de una potencia. Pero eso no sucedió y las consecuencias de decisiones precipitadas que no tuvieron el final que Brasil quería, ya dejaron algunas consecuencias para su política exterior.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue claro y directo en una carta enviada a su colega brasileño, más allá de los elogios mutuos que tiempo atrás de habían prodigado. La Casa Blanca decidió aceptar el resultado de las elecciones hondureñas como forma de avanzar en la normalización democrática, mientras que Brasil no las reconoce y sigue sosteniendo a Zelaya que está refugiado en su embajada en Tegucigalpa.

La controvertida visita del presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad a Brasil fue también otro de los hechos que le valieron varias críticas al presidente Lula, no solo al interior de su país sino también en el exterior, ya que el gobierno brasileño le dio el oxígeno que buscaba el régimen de los ayatolás cada vez más cuestionado y sancionado por su carrera nuclear. Teherán, logro avanzar un casillero en América Latina luego de afianzar su alianza estratégica con los países del ALBA. La penetración diplomática iraní se consolida con el abrazo de la nación más influyente de la región.

La carta de Obama llegó al presidente Lula el domingo 22 de noviembre, precisamente un día antes que Lula recibiera para una reunión al líder de Irán, Mahmud Ahmadinejad. Mientras que Washington cuestiona al régimen iraní, Lula le dio el apoyo y el espaldarazo que la teocracia necesita, ante las sanciones mundiales y ante una sociedad iraní cada vez más critica por la represión a la oposición.

El asesor de Lula para asuntos internacionales, Marco Aurélio García, dijo que la posición de Estados Unidos ante las elecciones en Honduras era “equivocada”, y sostuvo que Brasil “ve con preocupación algunos síntomas y algunas posturas de Estados Unidos que, sobre la situación en Honduras, es de nítido desacuerdo con los países suramericanos”, dijo. Brasil ya había criticado a Washington por el uso de las bases colombianas ante el temor que su liderazgo en América del Sur se viera cuestionado.

Pero además el asesor de Lula, reconoció explícitamente el derecho de Teherán a desarrollar un programa de generación de energía nuclear. Mientras que por abrumadora mayoría, la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) condenaba la política de Irán en este campo, lo que abrió el camino para que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apruebe nuevas sanciones en su contra, Brasil se abstuvo de votar la sanción. Samuel Pinheiro Guimares, justificó a los países subdesarrollados que procuran fortalecer su poderío militar y atómico

A cambio de la generosidad recibida de Brasil -Lula fue uno de los primeros gobernantes en felicitar la cuestionada reelección de Ahmadinejad el 12 de junio pasado-, el presidente iraní respaldó las pretensiones brasileñas de ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.

La crisis en Honduras y la reciente visita del presidente iraní, sumado a las otras diferencias políticas que mantiene con Washington, perjudicará las ambiciones brasileñas de tornarse un actor relevante en la escena internacional, al menos en el mediano plazo. Brasil seguirá buscando ocupar espacios de poder e influencia, pero el fracaso de su política exterior en Honduras y el entusiasta apoyo de Lula a Ahmadinejad, no pasaron desapercibidos en la comunidad internacional.

domingo, 6 de diciembre de 2009

En West Point, Obama se hizo cargo de la guerra en Afganistán

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, asumió en la Academia Militar de West Point, en Nueva York, la entera propiedad de la guerra en Afganistán, con el apoyo silencioso de buena parte de los demócratas y el escepticismo de los republicanos sobre el éxito de la campaña.


El jefe de la Casa Blanca habló de la guerra desde la más antigua de las academias militares, donde desde 1802 los cadetes reciben capacitación para convertirse en profesionales y líderes para la guerra. Sin duda, fue una decisión meditada porque el presidente y sus asesores son conscientes de que su presencia allí tiene un gran valor simbólico en la historia estadounidense. West Point, frente al río Hudson, cuenta entre sus ex alumnos ilustres a Ulysses Grant y Robert Lee, los principales generales de la guerra civil, así como Douglas MacArthur, Dwight Eisenhower y George Patton, figuras de la Segunda Guerra Mundial, entre otros. Pero fue su predecesor, George W. Bush, quien la convirtió en su lugar predilecto. Allí se conoció la llmada “doctrina Bush”, cuando detalló a los cadetes su idea de la guerra preventiva “contra el terror”.

Hoy, en su primer año de gobierno, le tocó a Obama asumir el papel de comandante en jefe, tras anunciar el envío de 30.000 soldados. La guerra está sus manos y del resultado de la misma dependerá su futuro político.

Los editoriales de los diarios respaldaron el incremento de las tropas, calificándolo como “correcto y valiente: correcto porque es la única forma de prevenir una derrota que pondría en peligro este país y sus intereses vitales; y valiente por que Obama se lanza en una misión difícil y costosa a la que se opone gran parte de su partido”.

El New York Times, que también respalda la decisión de Obama, planteó otro punto de vista. “A esta fecha avanzada, no sabemos si 100.000 soldados estadounidenses sumados a los 40.000 soldados de la OTAN serán suficientes para darle un giro a la guerra”, afirmaba el editorial. “Pero estamos seguros de que seguir con la estrategia del ex presidente Bush de luchar con recursos insuficientes (...) es una garantía de derrota”.

El artículo señala que a comienzos del último año de Bush en la Presidencia, en enero de 2008, seis años después de iniciada la guerra, sólo había 27.000 soldados en Afganistán.

Sin embargo, y pese a su respaldo a la decisión, el Wall Street Journal describió el nuevo envío de soldados como “una estrategia militar y política de alto riesgo” Pero destacó: “No se esperaba una fecha tan firme de retirada de las tropas” en Afganistán, que permitirá “traer de regreso a los soldados al país para las elecciones de 2012”.

El presidente tomó una decisión trascendente, para su imagen interior y para la política exterior estadounidense. “Un fracaso en Afganistán significaría que los talibanes pasen a controlar buena parte, sino la mayoría del país, e incluso una nueva guerra civil”, dijo el secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates, justificando la decisión de Washington. “Las zonas controladas por los talibanes podrían a corto plazo volver a ser un santuario para Al Qaeda, y bases para los grupos insurgentes en ofensiva contra Pakistán”, sostuvo.

Según el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el almirante Michael Mullen, los insurgentes talibanes controlan 11 de las 34 provincias afganas.

“El éxito de los talibanes reforzaría considerablemente el mensaje de Al Qaeda al mundo musulmán, según el cual los extremistas están del lado de los vencedores de la Historia”, dijo Gates, en momentos en que la opinión pública y el Partido Demócrata están cada vez más en contra de este conflicto.

Algunos demócratas, por otra parte, argumentan que Obama se arriesga a arrastrar a Estados Unidos hacia otro Vietnam, y que este país y su abultado déficit federal e infraestructura en problemas no podría afrontar. El presidente señaló que el envío de 30.000 soldados le costará a las arcas del Estado unos 30.000 millones de dólares.

“No apoyo la decisión del presidente de enviar tropas adicionales para combatir en una guerra en Afganistán que ya no corresponde a nuestro interés de seguridad nacional. Es una apuesta arriesgada el asumir la construcción de una nación armada en nombre de un gobierno corrupto de legitimidad cuestionable”, opina el senador demócrata Russ Feingold, de Wisconsin.

“El envío de más tropas podría desestabilizar más a Afganistán y, más importante aún, a Pakistán, un estado con armas nucleares donde Al Qaeda tiene su sede. Aunque valoro que el presidente haya aclarado que no estaremos en Afganistán para siempre, la decisión de no ofrecer un cronograma para acabar nuestra presencia militar allí me desilusiona”, concluyó.

Los legisladores republicanos pretendían que Obama aceptara la recomendación del comandante en Afganistán, el general Stanley McChrystal, y que enviara al menos 40.000 soldados más como parte de un compromiso militar de varios años. “Las guerras se ganan quebrando la voluntad del enemigo. La estrategia de salida la debe dictar la situación en el terreno”, dijo a la prensa el senador republicano John McCain, el rival de Obama en las elecciones presidenciales pasadas.

Para los expertos, el ejército estadounidense debe aplicar de aquí en adelante en Afganistán la fórmula que volcó a su favor la guerra en Irak desde febrero de 2007, combinando el envío de más soldados con la división de lo insurgentes.

En Irak, el solo incremento de las tropas “no hubiera tenido el mismo impacto si Estados Unidos hubiese proseguido la persecución de los grupos armados sin preocuparse por las consecuencias humanas”, explican.

El abandono de la mentalidad simplista de lucha contra la insurrección, que se resumía a “buscar y destruir”, para optar por la protección de la población de los daños colaterales, aseguró el éxito, sumado al envío de más tropas para ocupar el terreno tras haber erradicado del lugar a los insurgentes.

El incremento de las tropas fue anunciado en enero de 2007 por el presidente Bush cuando la media mensual de muertos era de unas 2.000 personas. Nueve meses más tarde, el número de víctimas se había reducido a la mitad y en noviembre sólo hubo 122 muertos.

Para el éxito de esta estrategia, es necesario ganar la lealtad de los afganos como lo logró el jefe del ejército estadounidense en Irak, el general David Petraeus, con los jefes de tribus sunitas en 2006 y 2007. El Pentágono tiene hoy la misma expectativa en Afganistán. Obama espera, y necesita políticamente, reiterar ese éxito en Afganistán.

sábado, 28 de noviembre de 2009

El amor a la muerte

Todos anhelan el fin de los conflictos en el Medio Oriente, pero más allá de los acuerdos que puedan alcancar sus dirigentes en la mesa de negociación, sin respeto a la vida no habrá una paz efectiva en la región. Hoy, esa meta parece lejana y no precisamente por la marcha y las contramarchas en los procesos de negociaciones, sino porque una gran parte del mundo islamista celebra la glorificación de la muerte como una de sus prioridades.



La falta de respeto a la vida está enraizada en la cultura misma de los extremistas y no se vislumbran cambios profundos, que dejen atrás décadas de férreos adoctrinamientos a muchas generaciones de musulmanes.

En un artículo en la revista Aafaq (www.aafaqmagazine.com), el escritor árabe Mansour Al-Hadj, describió la formación islamista que recibió en su juventud en Arabia Saudita. Allí, según relata, le inculcaron la cultura de la muerte y la glorificación de los mártires. Los mismos mensajes -explica- fueron también transmitidos por la propaganda islamista a la que fue expuesto como estudiante universitario en Sudán.

“Creciendo en Arabia Saudita, no aprendí a amar la vida... sino a amar a la muerte como un mártir por la causa de Alá”, señala el escritor Mansour Al-Hadj en el artículo.

Las confesiones son impactantes. “Creciendo en Arabia Saudita, no aprendí a amar la vida. Por el contrario, aprendí a amar la muerte como un mártir por la causa de Alá. Se me enseñó que el amor por la vida es una característica de los hipócritas, y que los que protegen sus vidas con mayor intensidad son los infieles, tal como dice en el Corán. También aprendí que el que no participa en el Jihad, o se prepara a si mismo para el Jihad muere como un hipócrita, tal como dice en el hadith”, explica el escritor árabe.

“Crecí odiando la vida. Cuanto más cerca me sentía de Alá y mi amor por Alá crecía, más odiaba la vida y despreciaba a los pecadores, a aquéllos que combaten a Alá y a su Profeta con actos de desobediencia, y los que no adoran a Alá de la manera correcta”, afirma Mansour Al-Hadj.

“En cuanto a odiar a los infieles y no musulmanes, se me dijo que esto es fundamental para la fe, porque el amor por Alá y el amor por sus enemigos no pueden vivir juntos en el corazón de un musulmán”, rememora en la publicación.

El escritor musulmán recuerda también que “lo mejor de la juventud sudanesa murió víctima de esta propaganda jihadista de Sudán. Los islamistas en Sudán se aprovecharon de la religión para reclutar jóvenes que estaban dispuestos a morir por Alá. Los jóvenes de Sudán compitieron para unirse a los batallones jihad conocidos como asesinos de tanques buscando el martirio y dispuestos a inmolarse para destruir los tanques enemigos. Los políticos de Sudán se enorgullecen de estos combatientes, diciendo que el enemigo tiene tanques pero nosotros tenemos asesinos de tanques”, explica al traer a la memoria su formación universitaria.

Las afirmaciones de escritor árabe Mansour Al-Hadj no son las únicas. Y lo trágico es que estos relatos no son excepcionales, abundan en buena parte del mundo islámico.

El jeque Ikrimeh Sabri, un muftí palestino sostenía abiertamente: “Les decimos, tanto como amáis la vida, los musulmanes amamos la muerte y el martirio. Existe una gran diferencia entre el que ama el otro mundo y el que ama este mundo. El musulmán ama la muerte y el martirio”

“…Es como si le dijéreamos a los sionistas: nosotros deseamos la muerte como ustedes desean la vida”. Esta afirmación responde a Fati Hammad, un parlamentario del grupo islamista Hamas, que se hacía responsable de las muertes de palestinos, al reconocer el uso de civiles como escudos humanos, en Gaza, durante los combates con los israelíes.

Pero la cultura de muerte y odio no se limita sólo a los extremistas palestinos. En Egipto, el jeque Atiyyah Saqr, de Al-Azhar, explicaba que “la cobardía y el amor a esta vida mundana son trucos indiscutibles de los judíos”. En el Líbano, Hassán Nasralah, lider espiritual y jefe del chiita Hezbolá, señalaba: “Hemos descubierto cómo dar a los judíos donde son más vulnerables. Los judíos aman la vida, así que es lo que les vamos a arrebatar. Vamos a ganar, porque ellos aman la vida y nosotros amamos la muerte”.

El jihadista afgano Maulana Inyadulah declaraba: “Los americanos llevan vidas decadentes y temen a la muerte. Nosotros no tememos a la muerte. A los americanos les encanta la Pepsi Cola, a nosotros nos encanta la muerte”.

Estas afirmaciones demuestran que es equivocado ver todos los conflictos entre el mundo islámico y Occidente como causados por los occidentales, cuando la ortodoxia islamista propia del siglo XI, proclama -explícitamente- la Jihad y hace culto de la muerte.

Es necesario que el llamado mundo islámico sea medido por los mismos estándares morales y cívicos a los que están sujetos los occidentales. No se puede exigir un estándar moral más alto a Occidente del que exige al mundo islámico. Las reglas deben ser las mismas para todos, de lo contrario se estará justificando la cultura de la muerte que llevan adelante los fundamentalistas sobre la de la vida, y cualquier solución que se logre para los conflictos del Medio Oriente será efímera.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Un año después, Obama tiene más canas

Hace un año sosteníamos que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizaría reformas, pero no las que muchos se imaginaban. La realidad le impondría una agenda pragmática, más allá de las promesas electorales y las intenciones del histórico inquilino negro de la Casa Blanca. Hoy la realidad confirma ese análisis.

 El presidente Obama, reconoció que ha perdido algo de peso y ha ganado algunas canas durante su primer año de gobierno. Esas revelaciones no deberían llamar la atención, si recordamos su primer premonitorio discurso. En la misma noche que se conocieron los resultados que le dieron la victoria, alertó sobre las expectativas altas que muchos se hacían con su histórico triunfo.



"Habrá contratiempos y pasos en falso. Habrá muchos que no estarán de acuerdo con todas las decisiones o políticas que haga como presidente. Y sabemos que el gobierno no puede resolver todos los problemas. Pero siempre seré honesto con ustedes sobre los desafíos que enfrentamos", decía en su discurso Obama.



The New York Times, que lo apoyó decididamente durante su campaña, lo resumía con acierto: "...ahora viene la parte dura". Y sin duda, tras la luna de miel del primer año, Obama no pasa por su mejor momento, más allá de la simpatía que sigue cosechando fuera de su país. La popularidad de Obama entre los estadounidenses por primera vez está por debajo de 50%. Atrás quedó el 70% de aprobación que tenía al asumir la presidencia en enero.



La encuesta de la Quinnipac University muestra que el 48% de los estadounidenses aprueba el desempeño del presidente, contra 42% que lo desaprueba. La realidad le pasó la cuenta al jefe de la Casa Blanca.



Pero además de los sondeos, otros hechos marcan los tropiezos. El fracaso en las elecciones a gobernador de Virginia y Nueva Jersey, esta último un feudo demócrata en el que el presidente había logrado una abismal diferencia de 16 puntos respecto a John McCain en las presidenciales fue un duro golpe. La pérdida de ese estado, donde los republicanos no ganaban desde 1979, es particularmente un traspié duro para Obama y los demócratas, que habían invertido esfuerzo e imagen en la campaña electoral.



Fue, quizás, un llamado de atención para las legislativas de 2010, el primer referéndum clave sobre su gobierno y en las que los republicanos pretenden recuperar el control de las dos cámaras del Congreso. "Los demócratas deberían tener razones para temer las venideras elecciones del 2010", afirma Michael Steele, presidente del Partido Republicano.



Los problemas con los que debe lidiar la administración demócrata no son pocos, pero para el conjunto de la sociedad estadounidense, la crisis financiera se ha convertido en el tema central y se ha transformado en un verdadero dolor de cabeza para Washington. Si bien la Casa Blanca para combatir la crisis ha implementado un conjunto importante de medidas, logrando que la primera economía del mundo volviera al crecimiento en el tercer trimestre del año, el presidente Obama cree que se puede producir una segunda recesión.



"Es importante reconocer que, si seguimos añadiendo deuda pública, en mitad de la recuperación, la gente puede perder su confianza en la economía de Estados Unidos, lo que puede provocar una doble recesión", dijo. Actualmente el país posee una deuda pública de 12.03 billones de dólares, según las cifras oficiales del Departamento del Tesoro. Esta cifra, la más alta del mundo, representa el 83% del PIB.



El experto Noubel Roubini, de la Universidad de Nueva York, también cree en la posibilidad de una segunda recesión, si el gobierno no da luz verde a un segundo plan de estímulo. La administración aprobó un primer proyecto por 787.000 millones de dólares.



Obama ya convocó a una reunión sobre empleo el 3 de diciembre en la Casa Blanca. El desempleo, está en el 10.2%. "Estamos analizando nuevas desgravaciones fiscales para animar a las empresas a contratar cuanto antes", anunció el presidente. "La cuestión ahora, es cómo procurar que aceleremos la creación de puestos de trabajo. Es mi tarea número uno", dijo Obama al resumir su preocupación.



Pero como alertó el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, la recuperación económica está a merced del destino financiero y del desempleo y que todo lo que se podía decir, era que la degradación del mercado de trabajo podría ir más lento pero no cesar.



Obama, también deberá sortear el escollo del Senado para su ambicioso proyecto de reforma al sistema de salud ­una de sus principales promesas electorales- tras su aprobación en la Cámara de Representantes. El reñido debate se saldó con 220 votos a favor y 215 en contra. Se opusieron 39 legisladores demócratas y los republicanos, salvo uno que lo apoyó.



La Cámara respaldó el proyecto de ley que ampliaría la cobertura de salud a 36 millones de personas que carecen de seguro con una clara intervención del gobierno, y un costo de un billón de dólares, lo que implicaría el mayor cambio de política sanitaria en el país en las últimas cuatro décadas.



El presidente reconoció de manera implícita que subestimó las dificultades, y no cree que su proyecto insignia logre ser aprobado en 2009. Obama deberá logar ahora que los 58 demócratas y dos miembros independientes del Senado lo acompañen, ante la oposición republicana que busca dilatar la decisión. Se necesitan dos tercios de la cámara alta, 60 votos, para superar las medidas dilatorias y pasar al debate en el pleno.



La lista de problemas que deberá enfrentar Obama es compleja. Por eso el presidente, además de liderar y tomar cruciales decisiones sobre el envío de más soldados a la estratégica guerra contra los talibanes en Afganistán, debe enfrentar otros asuntos espinosos como el prometido cierre del centro de detención de Guantánamo para enero de 2010, lo que será imposible, dado que Washington no ha podido determinar qué hacer con los más de 200 detenidos en la base. Asimismo, la reapertura de negociaciones de paz entre israelíes y palestinos sigue trabada mientras no se descarta el estallido de una tercera Intifada. Por otra parte, en Irak, los sangrientos atentados ponen en tela de juicio su anuncio del retiro total a finales de 2011. Todo esto sin olvidar la desafiante carrera nuclear del régimen iraní, que sigue provocando a Occidente al rechazar las propuestas logradas en Ginebra entre las grandes potencias y Teherán. A Obama, le urgen los resultados.



"Fue un año excepcional, no tanto para mí como para los estadounidenses: dos guerras, la peor crisis financiera desde la Gran Depresión". Así lo resumió Obama a la cadena NBC. La realidad fue más dura que las promesas.

domingo, 15 de noviembre de 2009

DE HELSINKI A BERLIN

MUCHO SE HA ANALIZADO LA CAIDA DEL MURO DE BERLIN EN 1989. SIN EMBARGO, PARA ENTENDER LAS CAUSAS QUE TAMBIÉN CULMINARIAN CON EL FIN DEL LLAMADO SOCIALISMO REAL EN EUROPA, ES NECESARIO TENER EN CUENTA EL PAPEL DECISIVO QUE JUGO EL ACTA FINAL DE LA CONFERENCIA SOBRE SEGURIDAD Y COOPERACION EN EUROPA, SUSCRITA POR 33 PAISES EUROPEOS ­ENTRE ELLOS LA UNION SOVIÉTICA-, ADEMAS DE ESTADOS UNIDOS Y CANADA. EL 1 DE AGOSTO DE 1975, EN HELSINKI, SE PUSO EN MARCHA UN PROCESO IRREVERSIBLE QUE CULMINARIA CON EL FIN DE LA GUERRA FRIA.


Los acuerdos rubricados en Helsinki expusieron claramente el vínculo entre los derechos humanos individuales y la seguridad nacional. Ayudaron a terminar los regímenes comunistas en Europa Oriental e impulsaron nuevas relaciones económicas y de seguridad entre Occidente y Oriente. Pero además, derivaron en la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), de 56 miembros, una activa entidad internacional que hoy aboga por la democracia y los derechos humanos en todo el mundo.



Sin embargo, para la mayoría de los expertos en política internacional el logro más grande de Helsinki fue el establecimiento de un conjunto de obligaciones de derechos humanos y compromisos democráticos, por los que los ciudadanos de toda la región pudieron exigir desde la década del 70 a sus gobiernos el cumplimiento de los mismos.



En el pacto de Helsinki los soviéticos tenían una prioridad. Que se consideraran definitivas las fronteras trazadas después de la Segunda Guerra Mundial y que ellos creían amenazadas por los alemanes occidentales y las potencias aliadas. Los países del Oeste, en cambio, tenían otra. La de que se garantizaran los derechos humanos en Europa Oriental.



Los soviéticos firmaron el acuerdo de Helsinki, 30 años después del final de la II Guerra Mundial, pensando que estaban haciendo una buena jugada en el tablero geopolítico que enfrentaba a los dos bloques al asegurar sus fronteras, pero en realidad el documento aceptado puso en marcha el proceso que minó los rígidos cimientos del Muro de Berlín y encendió una rebelión que llegaría incluso hasta Moscú.



Los ciudadanos se enteraron de que los derechos humanos tenían vigencia incluso en donde no eran respetados, y que los países europeos eran garantes entre sí, de la vigencia de los mismos y de su defensa.



En los primeros momentos, los sectores más conservadores de Occidente consideraban que el tratado no cambiaría mucho las cosas en la Unión Soviética, pero en el largo plazo el acuerdo se constituyó en un instrumento útil para resolver y distender los conflictos, y finalmente condujo al desmantelamiento del poder soviético tanto en Europa Oriental como en la propia Rusia. Tras la conferencia de Helsinki a los ojos de observadores, habían sido los países del bloque del Este los más beneficiados, unos años después se vio que el respeto a los derechos humanos jugaba un papel de creciente importancia en dichos países.



Los grupos disidentes en la República Democrática Alemana y en Polonia, entre ellos el Sindicato Solidaridad, se apoyaron en el acta de Helsinki. También la Carta 77, que entre otros firmó quien fuera el presidente de la República Checa, Václav Havel, se ampararon en lo que el propio gobierno se había comprometido en Helsinki: la defensa de las libertades individuales.



Como sustento legal, los disidentes se escudaron en el punto 7 de la Declaración de Helsinki, que sus respectivos regímenes habían rubricado en 1975. Según dicho punto, los Estados firmantes de la declaración se comprometían a respetar los derechos humanos y libertades fundamentales, así como las de pensamiento, religión o creencia de todo ciudadano. Las opiniones y reivindicaciones de los intelectuales desafectos con el sistema socialista se convirtieron en la punta de lanza de la rebelión y las protestas de la mayoría de la sociedad civil, descontenta con la situación social y económica. El acta de Helsinski, también impidió que los gobiernos de los países del bloque del Este combatieran a estos emergentes movimientos disidentes con medios militares, como se había sucedido en 1953 en Berlín Oriental, en 1956 en Hungría y en 1968 en Praga.



En un reciente artículo titulado "Sendas hacia 1989" el historiador alemán Fritz Stern sostiene que al comienzo "pocos líderes políticos, de ambos lados, percibieron el potencial incendiario de Helsinki, que ofrecía a los movimientos disidentes de Europa Oriental y de la Unión Soviética el aliento moral y algo de protección legal".



El acta de Helsinki fue el documento que llevaría al continente de la división a la integración. Como consecuencia de esta transformación geoestratégica, el conflicto Este-Oeste que llevó a Europa en más de una ocasión al borde de una nueva conflagración mundial, que de producirse sería atómica, fue superado. La Guerra Fría llegaba así a su final.



Desde principios de los años noventa, el proceso de Helsinki se ha ampliado más allá de Europa. La OSCE tiene ahora programas de democracia en conjunto con seis naciones del Mediterráneo y cinco países de Asia, lo que la hace la única organización política del mundo completamente inclusiva, transatlántica, europea y euroasiática. La OSCE estableció nuevas estructuras, y enfrentó nuevos desafíos, desde el terrorismo al cambio climático, la transparencia militar y la estabilidad en los Balcanes y en el territorio de la antigua Unión Soviética.



Los principios de Helsinki se promueven hoy mediante un enfoque para resolver los conflictos por medio de mecanismos para crear confianza, elaborados por la OSCE junto con la sociedad civil, los gobiernos y el sector privado, para ayudar así a desactivar las tensiones políticas, no solamente en Europa, sino en cada vez más lugares del mundo.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Una “bomba demográfica” en Israel

En algunos años la población árabe-palestina podría ser mayoría en Israel frente a la judeo-israelí si se mantienen las actuales tendencias demográficas, afirman expertos. Y un Estado de Israel que no logre resolver la ecuación demográfica árabe-palestina, acabaría siendo no democrático o no judío, o quizás ninguna de las dos. La hipótesis es clara para algunos académicos. El Estado de Israel, como hogar nacional del pueblo judío, como Estado que se autodefine como judío y democrático, podría llegar a su extinción como lo conocemos hoy. La afirmación podría parecer apocalíptica, pero está en el centro de muchos debates académicos sobre el conflicto de Medio Oriente.


Esta amenaza interna podría convertirse en una bomba de relojería para el Israel del siglo XXI. Según un artículo que publicó el filósofo sirio residente en Paris, Hashem Saleh, en el diario Al-Sharq Al-Awsat, la victoria sobre Israel sería lograda no por las armas sino a través de una táctica diferente: la demografía. “Soy positivo en que podemos ganar esta batalla sin disparar un solo tiro. Nosotros podemos hacer esto empleando una táctica diferente, es decir a través de nuestra natalidad y demografía. Los palestinos agobiarán a los israelíes e influirán sobre ellos a través del número de sus habitantes”, sostuvo el filósofo sirio en la publicación árabe que se edita en Londres.

Yasser Arafat, en 1980, ya había hablado de esta táctica como una “bomba demográfica” contra Israel. “El útero de nuestras mujeres es el mejor arma para doblegar a los judíos”, solía afirmar el desaparecido líder histórico palestino.

Que se trata en parte de una opción ideológica es algo que parece evidente. Según algunos expertos palestinos, tener familias numerosas se ha convertido en casi un deber patriótico. El aumento de la población árabe se convierte en un mecanismo de seguridad: la garantía de continuidad del combate contra los israelíes.

La tendencia demográfica al alza de los palestinos se ha intentado contrarrestar con las migraciones de judíos desde todos los continentes. Sin embargo, hay que sumarle los palestinos de Gaza, Cisjordania y los casi cuatro millones de refugiados que viven en los estados árabes limítrofes y cuyo regreso es una reivindicación tradicional de las facciones palestinas.

Si la tendencia actual persiste, los árabes constituirán la mayoría de los ciudadanos israelíes en 2040 o 2050.

La Oficina Central de Estadística de Israel publicó recientemente su informe anual de datos que muestran cifras sobre el estado general de Israel, que indica que la población actual del país es de 7 millones 465 mil personas, de las cuales el 75.47% (5,634.000) son judíos; el 20.26% (1.513.000) árabes y, el 4.25% restante (318.000) se definen como “otros”, un grupo formado en su mayoría por los inmigrantes y sus familias que no están registrados como judíos. El 70 % del total de la población judía son israelíes nativos, o “sabras”, y al menos la mitad de ellos son segunda generación en el país, comparados con la población israelí nativa del 35 % cuando se estableció el Estado en 1948.

Durante 2008 nacieron 156.923 bebés, un aumento del 3.5% comparado con los nacimientos durante el año anterior; esto significó un aumento de 2.8 a 2.96 en el promedio de hijos de las familias judías. En la comunidad musulmana, el promedio de niños por madre fue de 3.84, lo que representó un descenso en relación con el de los dos años anteriores, cuando fue del 3.97 por ciento. Esto indica que el crecimiento de la comunidad árabe musulmana sigue siendo superior a la judeo-israelí.

La población en Israel, según el pronóstico de la oficina especializada, será de 10 millones de habitantes hacia 2030.

La situación demográfica de Israel, considerada una amenaza interna, no está fuera de los análisis del conflicto, teniendo en cuenta además las otras amenazas externas. En el sur el grupo terrorista islámico Hamas, en el norte el grupo fundamentalista Hezbolá, y desde el este el Irán nuclear que proclama la destrucción del Estado israelí, se oponen a la existencia de un Estado judío.

Muchos de los casi un millón y medio ciudadanos árabes de Israel se han radicalizado. Durantes los últimos conflictos militares que enfrentaron a las tropas israelíes con Hamas y Hezbolá ellos han reconocido abiertamente una identidad palestina y han hecho suyos los objetivos nacionales palestinos. Sus portavoces afirman que su lealtad está con su gente, más que con su Estado en el que viven, Israel. Muchos de los líderes de la comunidad árabe, que se benefician de la democracia israelí, apoyaron más o menos públicamente al grupo Hezbolá en 2006 y algunos hasta abogaron la disolución del Estado judío.

Las tendencias demográficas de Medio Oriente suponen una amenaza real para la estabilidad y la democracia, y están a la par de las cuestiones militares y estratégicas. Hace años Kadhafi dijo, refiriéndose a Occidente: “Ustedes tienen la bomba atómica, pero nosotros tenemos la bomba demográfica”. El Instituto de Política Migratoria de Estados Unidos estima, por su parte, que para 2050 el 20% de la población de la UE será de fe islámica. Los no musulmanes podrían quedar en minoría en Francia y quizás en casi toda Europa a mediados de esta centuria. En Austria, que el siglo pasado tenía 90% de católicos, en 2050 el islam podría ser el credo mayoritario entre los menores de 15 años. En Bruselas, el corazón político de la UE, los primeros siete nombres más usados en 2008 para recién nacidos fueron Mohamed, Adam, Rayan, Ayoub, Mehdi, Amine y Hamza. Todos de origen árabe.

Por eso hoy en una época de cambios demográficos, con un cuarto de la población de Israel no judía -y el número va en aumento- los árabes que viven en el oeste de Jordania pueden volverse mayoría pronto, y surge una pregunta: ¿cómo se preservará la seguridad de una eventual minoría judía? La amenaza existe. Si Israel no logra la paz con sus vecinos palestinos, podría dejar de existir como Estado judío y democrático, y como la última frontera de Occidente con Medio Oriente.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El narco-Estado talibán

Afganistán va en camino de convertirse en un “narco-Estado”. Un informe presentado a principios de septiembre al Congreso estadounidense lo advierte. La alianza entre los señores de la guerra y los grupos de criminales que se benefician del narcotráfico añaden un elemento singular en la guerra contra los talibanes, que con el apoyo de Pakistán y Arabia Saudí se instalaron en Kabul en 1996.

Los esfuerzos para acabar con la producción de opio en Afganistán, mayor productor del mundo de esa droga cuyo comercio ilegal alimenta a la insurgencia fundamentalista e islámica, son hasta ahora insuficientes. La economía de la droga y de la corrupción es tan extendida que Afganistán podría convertirse muy pronto en un “narco-Estado”, en una región en donde las escalda de violencia va en aumento. Afganistán es responsable del 92% de la producción mundial de opio, que alimenta un mercado de 65.000 millones de dólares con 15 millones de clientes en el mundo, según un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (ONUDC).

Estos importantes recursos, en el quinto país más pobre del mundo, benefician en gran parte a los fundamentalistas talibanes, que financian así su insurrección contra el gobierno apoyado por una coalición occidental que lidera Washington.

El opio continúa siendo un negocio lucrativo, y a pesar de una caída del 25% entre 2008 y 2009, se vende entre 113 y 85 dólares el kilogramo. La producción de opio afgano se disparó, para alcanzar las 6.900 toneladas en 2009, superando al consumo mundial. Las reservas de opio acumuladas en el país centroasiático alcanzan ahora, según la ONUDC, las 12.000 toneladas.

Estados Unidos y sus aliados de la OTAN deberán inevitablemente combatir la producción y el tráfico de opio y heroína en Afganistán, Pakistán e Irán, para derrotar al movimiento islamista Talibán y estabilizar la nación centroasiática. Esos tres países forman la llamada “Media Luna Dorada”, una de las dos principales áreas de producción de esas drogas y otras derivadas de la amapola, junto con el llamado “Triángulo Dorado” del sudeste asiático, formado por Tailandia, Birmania y Laos.

Naciones Unidas teme que los réditos del narcotráfico se hayan hecho ya más importantes que la ideología y ello explicaría la desbordante corrupción presente en Afganistán. Ashraf Ghani, ex ministro afgano de Finanzas, dejó su cargo en 2004, según él, porque el Estado afgano estaba bajo el control de los narcotraficantes. “Este narco-Estado se ha consolidado”, afirmaba.

Es por ello que la estrategia para el combate contra el narcoterrorismo que Colombia lleva adelante ya está a consideración de muchos estrategas de la coalición occidental, para las futuras batallas contra los talibanes.

“Como sucedió en Colombia en los años 80, el cártel del opio compra a los políticos y de este modo consolida el control sobre el territorio nacional. A diferencia de las FARC, integradas plenamente en el narcotráfico hasta el punto de convertirse en su milicia armada, los talibanes mantienen su independencia, aun siendo instrumentos útiles para la consolidación de los feudos del opio”, aseguró la economista italiana Loretta Napoleoni, especialista en los modelos económicos del terrorismo.

Entre el 2005 y el 2008, el Talibán recaudó unos 160 millones de dólares en impuestos a los narcotraficantes y los campesinos que cultivan la amapola o adormidera, descrita hace siglos por un célebre médico chino como “la flor que mata como un sable”, y base del opio y sus derivados, la heroína y la morfina. Además, los opiáceos dan a los talibanes y otros grupos inspirados en Al-Qaeda una cuota de mercado de unos 1.000 millones de dólares anuales en la vecina Pakistán, según los informes.

En estos días el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y sus asesores civiles y militares están analizando el nuevo rumbo de la guerra necesaria, como la calificara el jefe de la Casa Blanca. Más allá de las decisiones sobre cuántos soldados más se sumarán a la ofensiva, para todos está claro que la estrategia contra los narco-talibanes no puede ser la misma que en Irak. La alianza entre el terrorismo islamista y el narcotráfico tiene el dinero suficiente y el tiempo necesario para enfrentar a todos los que se interpongan en su camino. Para ganar la guerra en Afganistán es ineludible combatir el tráfico de drogas. Por lo tanto, la lucha contra la producción y tráfico de drogas debe figurar entre las prioridades de la estrategia y contar con instrumentos a la altura de otros componentes civiles y militares en la lucha contra el terrorismo y el islamismo radical.

Los campos de Afganistán cubiertos por las rojas flores de la amapola, cultivo que se extiende peligrosamente a todas las provincias, son parte vital de la simbiosis entre terroristas y narcotraficantes para financiar la guerra que hace ocho años llevan adelante los insurgentes islamistas. Las consecuencias son previsibles sin no son derrotados. Afganistán será un narco-Estado alimentado por la economía de los narcoterroristas.

jueves, 22 de octubre de 2009

Una guerra con dos escenarios

Los talibanes, grupo musulmán de origen pashtun (mayoría étnica en Afganistán y parte de Pakistán), se han convertido en la piedra en el zapato del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y de sus aliados de la OTAN. Los servicios de inteligencia estadounidenses estiman que cada vez hay más fundamentalistas islámicos que operan en la frontera afgano-paquistaní. De unos 10.000 insurgentes en 2007 hoy estarían operativos unos 17.000. Alrededor de 1,5 por ciento serían extranjeros y algunos pertenecerían a la red terrorista Al Qaeda.



Mientras que la situación empeora en Afganistán, pese a los más de 100.000 soldados occidentales que están desplegados -de los cuales 65.000 son norteamericanos- y al envío de más tropas, el flagelo de los terroristas islámicos se extiende peligrosamente a la vecina Pakistán, uno de los países nucleares de la región. La hipótesis de conflicto permanente de Pakistán ha sido la India, su vecina y enemiga histórica, por lo que el ejército está preparado para una guerra convencional, pero no para combatir a los insurgentes. Los talibanes que huyeron a Pakistán, se hicieron fuertes con el apoyo del servicio de inteligencia de ese país. Los pakistaníes sostienen a insurgentes pashtun o han tolerado a los grupos punjab, incluso Jaish-e-Muhammad y Lashkar-e-Jhangvi, por afinidad ideológica y para contrarrestar la influencia de India.

La sangrienta serie de atentados que causó la muerte a casi 200 personas en los últimos días demuestra que los talibanes intensifican su ofensiva, mientras que las fuerzas de seguridad paquistaníes se muestran impotentes para frenarla como sucede en la vecina Afganistán. Los insurgentes islamistas aliados a Al Qaeda son responsables de una ola sin precedentes de atentados, en su mayoría suicidas, con un balance de más de 2.250 muertos en los últimos dos años, y la huída de más de 90.000 civiles desde comienzos de agosto.

Los fundamentalistas y sus aliados superaron los conflictos generados por la sucesión del jefe del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), Baitulá Mehsud, abatido el 5 de agosto pasado por un misil norteamericano, y se hacen fuertes en su bastión de Waziristán.

Los sangrientos enfrentamientos y atentados muestran que el conflicto se prolongará y que la situación del único país musulmán que cuenta con la bomba atómica se parece cada vez más a la de Irak o Afganistán, en lo que a violencia se refiere.

El mayor error lo cometió el ex presidente paquistaní, Pervez Musharraf, que a pesar de apoyar la alianza internacional contra el terrorismo, permitió que los talibanes que huían de la ofensiva estadounidense y de la OTAN erigieran santuarios en las regiones tribales de la frontera con Afganistán.

Esta manifestación del poderío talibán puso en aprietos al gobierno del presidente Asif Alí Zardari, el viudo de la asesinada líder Benazir Bhutto, ya que evidenció la extrema debilidad del gobierno, la primera administración civil en una década, inmersa en graves problemas sociales, económicos y de seguridad.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama promulgó hace pocas horas una ley de ayuda al país asiático por 7.500 millones de dólares destinados, entre otras cosas, “a combatir el extremismo que amenaza a Pakistán y a Estados Unidos”. La ley, también conocida como Kerry-Lugar-Berman, contempla la entrega de recursos por un monto de más de mil millones de dólares anuales.

Washington le reclama al gobierno de Zardari una ofensiva real en las montañas del noroeste pakistaní, en el límite con Afganistán, donde se refugia la cúpula de Al Qaeda, y desde donde se alimentan las redes terroristas de yihadistas.

Waziristán del Sur es uno de los reductos de los talibanes junto a la frontera con Afganistán. Se estima que allí residen entre 6.000 y 10.000 combatientes talibanes, a los que hay que sumar la presencia de un importante número insurgentes extranjeros, en particular uzbecos. Hoy está en marcha una ofensiva con 60.000 soldados desplegados, tanques y aviones, pero si Pakistán no logra contener el avance talibán, y cae en una guerra civil o en la anarquía, la violencia podría seguir extendiéndose en la volátil región.

Pakistán, con unos 165 millones de habitantes, es el sexto país más poblado del planeta, y el segundo país del mundo con mayor población musulmana. Sus fuerzas armadas llegan al millón de efectivos, lo que hace de Pakistán la séptima potencia militar del mundo.

Esta potencia atómica tiene, a menos de 100 kilómetros de su capital, a los islamistas más radicales. Los talibanes avanzan sin freno, y están decididos a derrocar al débil y desconcertado gobierno de Zardari, y desde el poder, imponer un régimen religioso, regido por la “sharia”, la aplicación ultraortodoxa de la letra del Corán, tal como lo hicieran en Afganistán. La principal diferencia con aquella experiencia, que desató un enfrentamiento que ya lleva ocho años, es que en este caso los talibanes –que conciben la guerra santa contra los infieles a escala internacional- serían una potencia nuclear con unas 80 cabezas atómicas. Si la misión fracasa, allí tendremos terroristas, campos de entrenamiento y un futuro peligroso e incierto.

El gobierno de Obama reconoció que no puede dar seguridad a Afganistán, en donde murieron 800 estadounidenses desde el 7 de octubre del 2001, con una frágil Pakistán. Los comandantes militares de Estados Unidos sostienen que los dos escenarios son parte de la misma guerra. Las probabilidades de encontrar una salida que no incluya la intensificación del uso de la fuerza –con el consiguiente aumento de bajas- parecen reducidas. No puede haber solución para la guerra de Afganistán si la crisis sobrepasa sus permeables fronteras, y tampoco hay una salida para la inestabilidad en Pakistán si Afganistán sigue siendo un incontrolable polvorín. El enemigo es uno, pero la guerra tiene dos escenarios

lunes, 12 de octubre de 2009

México está en guerra

La lucha que México libra hoy contra el narcotráfico es similar a la de Colombia una década atrás. Más allá de la discusión si existe o no una 'colombianización' en México, hay muchos paralelos alarmantes como el poder corruptor de una industria ilícita que genera hasta 40.000 millones de dólares anuales.


El poder de extorsión y secuestro, el alto nivel de sofisticación de las armas y la capacidad monetaria de los cárteles mexicanos son algunas de las similitudes con la guerra que enfrentó Colombia contra el narcotráfico a principios de esta década.

Los cárteles narcotraficantes cometieron 5.637 asesinatos en México en lo que va de año (un promedio de 20 por día), superando los 5.630 (15 por día) de todo 2008, publicó el diario El Universal.

A estas alturas del año pasado se habían registrado 3.581 homicidios, cifra que también era superior a la de todo 2007 (2.673), 2006 (2.221) y 2005 (1.537), según un recuento del diario mexicano.

El estado de Chihuahua, limítrofe con Estados Unidos, es el más afectado por los enfrentamientos de los cárteles entre sí y con las fuerzas de seguridad, con un total de 2.408 asesinatos desde enero pasado, precisió el periódico.

El reporte no ofrece un balance de la fronteriza Ciudad Juárez (Chihuahua), la localidad más violenta del país con al menos 1.810 asesinatos en lo que va de 2009, cantidad que rebasa los 1.652 de todo 2008, según un recuento de la agencia AFP basado en informes policiales diarios.

Los siguientes estados más afectados por el crimen organizado son Sinaloa con 628 ejecuciones, Durango con 593, Guerrero con 474, Baja California con 282 y Michoacán con 273, según El Universal.

Sinaloa es la base del cártel del mismo nombre dirigido por el prófugo Joaquín “el Chapo” Guzmán, que a la vez libra una guerra en Ciudad Juárez con la organización de los Carrillo Fuentes por el control del mercado local y el tráfico a Estados Unidos.

El gobierno mexicano, que ha desplegado a casi 50.000 militares contra los cárteles, no difunde recuentos periódicos de homicidios pero sí admite que se han registrado más de 14.000 desde la llegada al cargo del presidente Felipe Calderón en diciembre de 2006.

En México existen controles sobre las armas, y no se permite a los civiles poseer un arma de calibre mayor de .38, sin embargo los integrantes de los cárteles tienen armas semiautomáticas de asalto, granadas, balas capaces de perforar blindados, lanzagranadas y lanzacohetes, lo que ha dado lugar a una violencia sanguinaria, incluso con decapitados y descuartizados. El arma preferida por los narcotraficantes mexicanos solía ser las pistolas de calibre .38, pero ahora prefieran mas más potentes y de mayor calidad, como los fusiles de 7.26 x 39 mm y fusiles calibre .50, entre otras. Algunas de las armas incautadas incluyeron fusiles de asalto, pistolas semiautomáticas Herstal, fusiles de francotirador Barrett calibre .50, lanzagranadas, lanzacohetes lAW y granadas de fragmentación. Durante los primeros dos años del gobierno del presidente Calderón, las autoridades mexicanas han incautado 30,231 armas (16.401 de las cuales fueron de asalto), más de 3.5 millones de cartuchos y 2.196 granadas.

Los enfrentamientos armados entre fuerzas militares y los cárteles están ocurriendo cada vez más frecuentemente en las calles de las ciudades mexicanas, especialmente a lo largo de la frontera entre los Estados Unidos y México. Los cárteles luchan entre sí abiertamente, disparando armas de uso militar en medio de gente inocente. Los cárteles mexicanos han originado una ola de secuestros, torturas y muertes horripilantes que han alarmado a las autoridades en ambos lados de la frontera.

“En un momento en que el gobierno mexicano ha enfrentado valientemente a los cárteles del narcotráfico que han asolado ambos lados de la frontera, es absolutamente crucial que Estados Unidos se una por completo como aliado para lidiar con este problema”, señaló el presidente estadounidense Barack Obama cuando visitó México en abril.

El gobierno de los Estados Unidos lleva adelante una estrategia masiva a través de la Iniciativa Mérida, entre varias dependencias de seguridad y defensa, para colaborar con México en sus esfuerzos para desmantelar los cárteles armados de narcotráfico que están causando un derramamiento de sangre alarmante.

El Congreso estadounidense ha asignado 700 millones de dólares para apoyar los esfuerzos de México en las áreas de seguridad y creación de instituciones bajo la Iniciativa Mérida, implementada en la anterior administración de la Casa Blanca. Estos fondos están destinados a mejorar el orden público, fomentando la prevención del crimen, consolidando las estructuras institucionales y el estado de derecho.

La Iniciativa Mérida comenzó tras un debate en una cumbre en marzo del 2007 cuyo anfitrión fue el presidente Calderón. Ha crecido hasta convertirse en una alianza entre los gobiernos de los Estados Unidos, México, Centroamérica, Haití y la República Dominicana para enfrentar la violencia de los cárteles nacionales y transnacionales, y de los grupos de crimen organizado y narcotráfico que ponen en jaque a toda la región y que se expanden hasta los Estados Unidos.

Se estima que se aprobarán fondos sustanciales para el 2010, y que habrá una petición de financiamiento continuo si se requiere en el 2011 para lograr la cantidad prometida de 1.4 mil millones de dólares. El Congreso estadounidense ha asignado también 165 millones de dólares en el año fiscal 2009, al igual que lo hizo en 2008, para el componente centroamericano de la Iniciativa Mérida.

El tema ha cobrado tal dimensión, que la lucha contra el narcotráfico se ha vuelto estratégica para que en esa región no se instalen narco-Estados como retaguardias de los cárteles mexicanos y colombianos, según alertó Joaquín Villalobos, ex guerrillero salvadoreño, y experto en temas de seguridad.

viernes, 9 de octubre de 2009

Estrategia para la guerra divide al gobierno de EEUU

La estrategia, y principalmente el envío de más tropas a Afganistán para enfrentar la nueva ola de violencia de los talibanes, tras un fuerte resurgimiento en los últimos meses, divide al gobierno del presidente estadounidense Barack Obama.


General Stanley McChrystal. Estados Unidos puede perder la guerra en Afganistán. Durante una reunión de tres horas en la Casa Blanca el pasado 30 de setiembre para evaluar los progresos realizados y los desafíos que quedan pendientes en Afganistán y Pakistán, se pusieron de manifiesto opiniones encontradas entre los miembros de la administración demócrata.



La secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el enviado especial para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, apoyaron la posibilidad de incrementar el número de tropas, mientras que los militares y policías afganos se preparan para hacerse cargo de la defensa del país en el 2013.



Por su parte el secretario de la presidencia, Rahm Emanuel, y el general James Jones, asesor nacional de seguridad, se mostraron mucho más cautos en respaldar la propuesta. Por otra parte, el vicepresidente Joseph Biden es partidario de mantener sin cambios la cifra de soldados norteamericanos desplegados en esa nación centroasiática. Biden propone que se incremente la presión para acabar con los líderes talibanes que se esconden en la frontera afgana- pakistaní. El vicepresidente es partidario de una estrategia que se centra más en el uso de aviones no tripulados y de pequeños equipos de fuerzas de operaciones especiales para atacar a jefes de Al Qaeda y a los líderes de los talibanes.



Entre los participantes en la reunión se encontraban también el secretario de Defensa, Robert Gates, el jefe de Estado Mayor, el almirante Mike Mullen, y el director nacional de Inteligencia, Dennis Blair, además de embajadores claves y otros funcionarios de alto nivel. La reunión fue la continuación de la realizada el 13 de setiembre, y forma parte de los cinco encuentros planificados por Obama antes de tomar una decisión final respecto a la manera de seguir adelante en Afganistán y Pakistán.



El secretario de Defensa, Gates, es una voz crítica en estas reuniones y aún está indeciso sobre qué hacer. Trascendió que Gates no cree en un enfoque que dependería de un pequeño número de fuerzas especiales y el uso de naves no tripuladas para rastrear y matar a miembros de los grupos terroristas que operan en la zona, como propone el vicepresidente.



Un "enfoque antiterrorista", en lugar de un "enfoque de contrainsurgencia" está en debate en el seno del gobierno del presidente Obama.



Las fuerzas de Estados Unidos y las comandadas por la OTAN tratan de derrotar la insurgencia talibán, que intenta recuperar el control del país luego de haber sido desplazada por una coalición dirigida por Estados Unidos a fines de 2001. La campaña comenzó luego de los ataques terroristas del 9/11 contra Estados Unidos. El régimen Talibán había dado refugio y una base de operaciones al grupo terrorista transnacional de Al Qaeda, que parece haberse instalado en la remota y áspera cadena montañosa hindú Kush, que separa a Afganistán de Pakistán.



El comandante militar estadounidense en Afganistán, Stanley McChrystal, que participó desde Londres por videoconferencia en la reunión, solicitó más soldados para enfrentar el creciente resurgimiento talibán. El jefe militar, partidario de enviar a 40.000 militares más, fue indirectamente el disparador de los debates en el seno del gobierno de Obama.



El general McChrystal aseguraba que sin esos refuerzos Estados Unidos podría perder la guerra. "La situación en Afganistán es grave, pero se puede lograr el éxito, lo que exige revisar la estrategia de aplicación, el compromiso y la determinación, y una creciente unidad de esfuerzos", dijo el comandante McChrystal.



El general comanda a alrededor de 103.000 soldados en Afganistán, incluyendo a unos 63.000 efectivos de las fuerzas de Estados Unidos. Para fines de 2009 se estima que la cantidad de tropas de Estados Unidos llegará a 68.000 efectivos. Unos 30.000 soldados de Estados Unidos son parte de la fuerza de ISAF, de la OTAN, que tiene participantes de otras 42 naciones.



Durante una reunión en Alemania, realizada el pasado 25 de setiembre, McChrystal había ya realizado el pedido de más tropas, en base a su evaluación, al jefe de Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen, al comandante del Comando Central de Estados Unidos, general David Petraeus y al comandante aliado supremo, almirante James Staviridis. Mullen presentó el pedido al secretario de Defensa, Robert Gates y a partir de ese momento el debate comenzó a intensificarse.



"La situación es seria y elijo esta palabra con mucho, mucho cuidado", volvió a recordar el general McChrystal en un discurso pronunciado recientemente en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) en presencia del ministro británico de Defensa, Bob Ainsworth.



Mientras los líderes de Estados Unidos, la OTAN y Europa están todos revisando la evaluación hecha por McChrystal, el senador republicano John McCain, ex candidato de su partido en las elecciones del año pasado, advirtió que no sobra tiempo y Obama debe aprobar rápidamente el envío de más tropas.



"El tiempo es lo que no sobra, así que necesitamos tomar una decisión rápidamente. Creo que la historia deja muy claro que cuando los talibanes se hicieron cargo Afganistán se convirtió en una base para atentados contra Estados Unidos y nuestros aliados", sostuvo McCain.



El presidente estadounidense también se reunió en la Casa Blanca con el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, para consultas sobre Afganistán. Aunque Rasmussen no quiso comprometerse sobre un aumento de la participación europea en la misión, aseguró que los aliados permanecerán en Afganistán "todo el tiempo que sea necesario para el éxito".



"Obviamente hablamos sobre la misión más importante de la OTAN en este momento, que es Afganistán", dijo Obama junto con Rasmussen, en la Casa Blanca. "Y ambos acordamos que es absolutamente decisivo tener éxito en desmantelar, acabar y destrozar la red de Al Qaeda, y en que estamos trabajando efectivamente con el gobierno afgano para dar la seguridad que ese país necesita".



Obama y el nuevo secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, acordaron en su reunión del 29 de setiembre en la Casa Blanca que lo que es importante hacer en Afganistán es en primer lugar determinar el mejor enfoque estratégico, y luego obtener los recursos para prestarle apoyo.



Parte del problema, tanto para Estados Unidos como para los aliados europeos, es el descenso del apoyo a la guerra, a medida que ha ido en aumento la violencia en ese país musulmán.



Según una encuesta de la cadena CNN, el 58 por ciento de los estadounidenses se opone a esta campaña militar, mientras que el 39 por ciento la apoya. En lo que va de año, más de 376 soldados aliados han muerto en Afganistán.



Por el momento, Obama no va a tomar ninguna decisión sobre el envío de nuevas tropas a Afganistán, al menos hasta que mantenga nuevas reuniones con los principales colaboradores y asesores de la Casa Blanca. La pasada primavera ya ordenó el despliegue de 21.000 soldados más durante este año.



El presidente Obama volvió a convocar hace pocas horas al comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán al avión presidencial, para examinar durante 25 minutos la marcha de la guerra en esa nación centroasiática. El general del ejército McChrystal y Obama se reunieron poco antes de que el mandatario regresara a Washington tras haber postulado en Copenhague la candidatura de Chicago para las Olimpíadas del 2006.



La presión sobre Obama creció abruptamente en los últimos meses como resultado del aumento de muertos de los ejércitos estadounidense y sus aliados de la OTAN, las crecientes pérdidas civiles y una elección supuestamente manchada de corrupción ganada por el actual presidente, Hamid Karzi, y por la filtración de un informe del general McChrystal advirtiendo que, sin más tropas de Estados Unidos, la guerra podría perderse efectivamente en un año.



El presidente también consultará con países aliados, con expertos civiles en seguridad nacional y con miembros del Congreso. Las consultas con el Congreso comenzarán cuando el asesor de Seguridad Nacional, general James Jones, presente un informe a todos los senadores de Estados Unidos



El 7 de octubre, Obama se volverá a reunir en la Casa Blanca con su equipo de seguridad nacional para conversar sobre Afganistán y Pakistán,



Las recientes cifras obtenidas en encuestas de opinión pública en Estados Unidos, que muestran una reducción en el apoyo a continuar las operaciones militares en Afganistán y la falta de resultados en el terreno, apremian a un presidente Obama que necesita darle a su país resultados positivos, mientras que la economía aún no se recupera, la reforma de la salud está trabada y Chicago se quedó sin la llama olímpica.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Las 574 páginas del informe Goldstone

El reciente informe de 574 páginas de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, a cargo del juez sudafricano Richard Goldstone, sobre la guerra entre Israel y Hamas marca nuevamente la politización del organismo y su falta de parcialidad a la hora de analizar las denuncias que allí se radican.



La institución, es la heredera del Comité de Derechos Humanos, disuelto por su politización y su obsesión contra Israel bajo la influencia de los países árabes-musulmanes y sus aliados. “Tiene una larga historia de singularizar a Israel para condenarlo, ignorando a los reales abusadores de los derechos humanos por parte de los peores ofensores del mundo, muchos de los cuales dominan el Consejo de Derechos Humanos y sus antecesores. El Consejo adoptó más resoluciones y decisiones de condena a Israel que todos los demás 191 estados miembro de Naciones Unidas combinados (…) Cuanto más tiempo pasa el Consejo demonizando a Israel, es menos probable que se convierta en aquel que alguna vez condene el genocidio en Sudan, la esclavitud femenina en Arabia Saudita o la tortura en Egipto”, sostuvo la académica del Instituto Hudson, Anne Bayerfsky.

Durante ocho años, ignoró y no reaccionó a los 12.000 cohetes y morteros lanzados sobre los civiles en el territorio israelí desde el territorio palestino de Gaza. Esa escalada del grupo terrorista palestino Hamas, que además gobierna la Franja tras un golpe contra Fatah, culminó con el enfrentamiento abierto a fines de 2008. Fue la organización terrorista Hamas la que inició la guerra, cuando en su fundación proclamó que Israel no debería existir y habría que destruirla.

El informe Goldstone no es una excepción a las constantes campaña antiisraelíes que se realizaron desde el comité de la ONU, explicó Mary Robinson, la ex comisionada de Derechos Humanos, cuando rechazó la oferta de dirigir la misión, al igual que otros funcionarios. Para Robinson la misión “no estaba guiada por los derechos humanos, sino por la política”. Robinson, describió el mandato como "falto de equilibrio por centrarse en lo que hizo Israel, sin solicitar la investigación de los lanzamientos de cohetes por parte de Hamas".

La politización y la clara tendencia para acusar a Israel de todos los males llevó a países democráticos como Suiza, Canadá, Corea, Japón, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y Países Bajos a negar su apoyo a la resolución en la comisión.

El informe determina que tanto Israel como Hamas cometieron delitos de guerra en la Franja de Gaza pero se centra, en especial, en las acciones israelíes, ignorando el derecho de legítima defensa de Israel. Como dijera el entonces candidato estadounidense Barack Obama cuando visitó Sderot, la ciudad más devastada por los ataques del grupo terrorista palestino, “la primera tarea de cualquier estado nacional es proteger a sus ciudadanos. Puedo asegurarles que si alguien lanzara misiles contra mi casa, donde mis dos hijas duermen por las noches, haría todo lo que esté a mi alcance para detenerlo. Y esperaría que los israelíes hicieran lo mismo”.

En el informe Goldstone, que recibió la critica del gobierno de Estados Unidos, se minimiza los misiles disparados, de manera deliberada, por Hamas hacia blancos civiles israelíes en el sur del país.

Pese a que Hamas admitió el uso de escudos humanos, no fue tomado como evidencia por la comisión. El informe cita la afirmación de uno de los líderes de Hamas, Fathi Hammad, quien se jactó de que “para el pueblo palestino, la muerte se convirtió en una industria, en la que las mujeres se destacan, como lo hace todos los habitantes que viven en esta tierra. Los mayores sobresalen, como también los jihadistas y los niños. Esta es la razón por la cual formaron escudos humanos con mujeres, niños, ancianos y jihadistas, a fin de desafiar la maquinaria sionista de bombardeo. Es como si le estuvieran diciendo al enemigo sionista: Deseamos morir tanto como ustedes desean vivir”.

También se ignoraron videos, que constituyen una evidencia fuerte, en los que se muestran a los terroristas palestinos disparando misiles en áreas civiles, incluyendo escuelas. Los terroristas de Hamas instalaron plataformas de lanzamiento y construcciones de almacenamiento en la proximidad de escuelas, mezquitas y guarderías. Colocaron minas y otros artefactos explosivos en barrios de la ciudad y utilizaron a niños palestinos como escudos humanos para ocultar a sus efectivos y pertrechos militares.

Pese a que los redactores del informe se propusieron deslegitimar el comportamiento israelí en la guerra, después de la operación en Gaza – entre diciembre 2008 a enero de 2009-, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), tras recibir quejas de diversas entidades y Organizaciones No Gubernamentales de su conducta, realizaron cinco investigaciones amplias, y además, otras 80 por más de 100 incidentes particulares. Hasta ahora se han abierto 23 casos para investigación criminal en la justicia israelí, por cierto en la única democracia sólida en una región que no se caracteriza precisamente por el respeto de los derechos humanos.

Toda confrontación militar tiene consecuencias dramáticas. Pero como dijo el hoy presidente Obama “la primera tarea de cualquier nación es proteger a sus ciudadanos”.

Pero el informe Goldstone establece algo peor, una equivalencia moral entre los instigadores de la violencia terrorista y los que estaban tratando de defenderse de ella. Qué podría suceder en el futuro si tomara en cuenta el informe Goldstone. Virtualmente el ejército israelí se vería en problemas por proteger a sus ciudadanos contra los ataques lanzados desde fuera. El mensaje para los terroristas es simple. El informe, los alienta de hecho a seguir atacando, ya que el Estado israelí sería condenado por defender y proteger a sus ciudadanos.

No se puede equiparar el derecho a la legítima defensa y las acciones terroristas contra civiles. Si a los Estados democráticos se les restringe el derecho a la autodefensa, se promueve entonces la agresión ilegal del atacante. El informe Goldstone legitima las actividades terroristas. El informe hace caso omiso del deber y el derecho a la defensa propia que atañe a cada Estado soberano, según están consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Quieren matar al mensajero

La prensa en democracia es una de las primeras víctimas cuando los gobiernos son señalados por sus errores o promesas incumplidas. Cuando hablamos de víctimas en la prensa y los medios de comunicación, hablamos de periodistas y comunicadores que afrontan serios impedimentos para ejercer libremente su profesión. Si se censura a un medio de comunicación se está censurando a un periodista, pero lo más nocivo es que se deja a la sociedad sin información independiente. Entonces, sólo habla el oficialismo y el poder termina coartando los derechos de los que no comparten sus opiniones. De allí al autoritarismo hay sólo un paso. Se mata al mensajero, pero lo más grave es está matando a unos de los pilares de la democracia.

La libertad de prensa se basa en la libertad de opinión, en donde los periodistas y los medios de comunicación pueden expresar libremente todos sus pensamientos y emitir sin cortapisas las informaciones. Sin embargo, lamentablemente, hoy América Latina sufre una andanada contra la libertad de prensa. Son muchos ya los casos graves de censura directa e indirecta contra periodistas y medios de comunicación en la región. Este fenómeno no ocurría con tanta fuerza desde el pasado siglo, cuando las dictaduras en la región secuestraron las democracias y amordazaron a la prensa.

Algunos presidentes – paradójicamente autoproclamados progresistas- han adoptado hoy posiciones extremistas ante la divulgación de críticas a sus administraciones y ha lanzado duras ofensivas contra periodistas y medios de comunicación que no son genuflexos a sus intereses. Están cerrando medios, amenazan con cerrar a otros, implementan leyes mordazas, utilizan dineros públicos para crear sus propios medios a los que usan para su propaganda gubernamental, y desacreditan el trabajo de los periodistas en cada ocasión que la información no le es favorable. El mensajero es señalado como culpable de las malas gestiones de los líderes políticos.

La polarización política que los gobiernos están gestando con el ánimo de perpetuarse en el poder e imponer sus proyectos políticos, está creando un fuerte temor en la sociedad y una grave sensación de intolerancia al disenso. Ante las crecientes represalias, algunos periodistas –lamentablemente- han optado por autocensurarse para poder sobrevivir. Estamos llegando a una situación dramática. En algunos países de América Latina, se está violando el derecho que tenemos todos los ciudadanos para expresarnos con total libertad y sin temor a sufrir represalias, así como para recibir libremente la información.

Venezuela está en el primer lugar de la lista por el acoso a la libertad de prensa debido al cierre de estaciones de radio y televisión, además de persecuciones directas de organizaciones del gobierno contra medios y periodistas. Las relaciones del presidente Hugo Chávez con los medios ha sido borrascosa desde que llegó al poder. En 2005 impulsó una ley que restringía la libertad de expresión, en 2007 le quitó la licencia a la RCTV y este año el régimen ha ordenado el cierre de 32 emisoras de radio. Otras 200 podrían correr la misma suerte si se demuestran irregularidades administrativas en su gestión. El presidente tiene también en la mira ahora a Globovisión, que ya ha sido víctima de ataques de los grupos chavistas.
"Me preocupa profundamente la disminución del número de medios de expresión a través de los cuales los ciudadanos pueden ejercer su derecho a recibir información procedente de diversas fuentes", sostuvo el hasta hace poco director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, la Cultura y las Comunicaciones (UNESCO), el japonés Koichiro Matsuura.

"El pueblo venezolano tiene derecho a recibir informaciones y análisis de los eventos que le atañen, desde diferentes puntos de vista", añadió sobre la polémica decisión del presidente Chávez, que afecta a numerosos medios de comunicación, "por presuntas violaciones de la legislación sobre telecomunicaciones vigente en el país". Sin embargo, el presidente Chávez no tiene la intención de atender la preocupación de la Unesco, ni de otras organizaciones vinculadas a los medios de comunicación y a los profesionales que en ellos trabajan.

Nicaragua es otro país que hace gala de la intolerancia hacia la prensa libre. El presidente Daniel Ortega, y su influyente esposa Rosario Murillo, tienden a la descalificación de los medios informativos acusándolos de estar “financiados por la CIA”. El ex guerrillero Ortega asumió el gobierno de Nicaragua por segunda vez, en enero de 2007, y puso al frente de la oficina de Comunicación de la Presidencia a su esposa, quien diseñó una estrategia que dividió a los medios entre "puros" y "al servicio del pueblo" y "contaminados" y "al servicio de la oligarquía".

En Managua, los periodistas críticos a la gestión del gobierno de Ortega han tenido que enfrentarse a persecuciones por parte de los tribunales de justicia y a ataques a su reputación dirigidos por órganos del Estado
En Argentina, un proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ha despertado encendidas discusiones políticas porque "introduciría cláusulas contrarias a la libertad de prensa". Si bien existe consenso de que se necesita una nueva ley para regular temas de concentración de medios y buscar mayor pluralidad y diversidad, la queja radica en que el gobierno que encabeza Cristina Kirchner la estaría utilizando para castigar a medios independientes que considera opositores.
Más de dos centenares de inspectores participaron recientemente de un gran operativo fiscal en empresas y casas particulares de directivos de Clarín, que el mayor grupo multimedia de Argentina, crítico de la política gubernamental. El operativo tuvo claramente un objetivo, que es el de intimidarnos y amenazar, de manera virtual, nuestra libertad de expresión, denunció Ricardo Kirschbaum, editor General de Clarín a la prensa. El proyecto ya tiene media sanción con el voto de los legisladores del gobierno y ahora será analizado en el Senado.

En Ecuador, en el marco de un clima adverso para la prensa generado desde el gobierno central, se está iniciando el debate de varios proyectos para una ley de comunicación que pudiera estar entrometiéndose o influyendo negativamente en el contenido o el criterio editorial de los medios.

También en Ecuador, existe preocupación en torno a declaraciones del presidente Rafael Correa, quien amenazó con clausurar la televisora Teleamazonas por haber difundido un audio que una tercera persona grabó clandestinamente en el despacho de la presidencia sobre la reforma constitucional. En Quito, "con insultos e intimidación", se realizó recientemente una manifestación frente al diario en Guayaquil, para protestar por el contenido de una investigación periodística que, a partir de datos oficiales, denunció la morosidad en el pago de créditos estatales para microempresarios.
“Apaguemos el televisor y tengamos la mente limpia. No es necesario leer periódicos”, sentenció el presidente Correa. El gobierno de Correa incautó en 2008 unas 195 empresas del Grupo Isaías, entre ellas los medios TC Televisión y Gamavisión.

En Bolivia un grupo de policías disparó a un vehículo en donde viajaban un periodista y un cámara de la red de televisión Unitel, cuando grababan la detención de un hacendado en Santa Cruz. La Policía Nacional boliviana reconoció las agresiones y excesos. Organizaciones vinculadas al sector han denunciado al menos 90 agresiones contra periodistas.
En Honduras, donde se siguen reportando restricciones a la libertad de prensa desde el golpe de estado del 28 de junio, fue incendiado un transmisor de Radio América en la ciudad de Olanchito, departamento de Yoro, la tercera agresión en contra de esa emisora. También, desconocidos atentaron contra los transmisores de Radio Globo en Tegucigalpa y de la estación de Canal 11 en el departamento de Morazán.

En Cuba no se respeta, entre otras muchas violaciones, el derecho a la libertad de prensa y 26 periodistas independientes permanecen presos, además de tres centenares de presos políticos encarcelados, por los “graves” delitos de disentir de la opinión de los gobernantes.
Más de 340 periodistas fueron asesinados en la región en los últimos 20 años, mientras que el 90 por ciento de esos crímenes no recibieron castigo, según denunció la Federación Internacional de Periodistas. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) denunció "impunidad" en la violencia contra los periodistas, y contabilizó al menos 15 asesinatos de profesionales de la prensa en lo que va de 2009, siete de ellos registrados en México.
Además de algunos regímenes políticos, el narcotráfico y los grupos insurgentes en México, Guatemala, Honduras, Perú y Colombia, entre otros países, son enemigos declarados de la libertad de prensa.
Amenazas, clausuras, cierre de medios, confiscación de materiales de trabajo, detenciones, secuestros y asesinatos de periodistas, son hoy habituales en pleno siglo XXI.

Los que tienen cosas que esconder. Los que saben que la libertad de prensa sustenta la democracia real y vigila el estado de derecho, son los que quieren matar al mensajero en América Latina.
Es muy importante que los periodistas y los medios mantengan su ética, su independencia y que defiendan la información pública, porque cuando se cae en el juego de hacer política, se cae en la manipulación, y las sociedades son las grandes perjudicas.
Con democracia hay libertad de expresión y con libertad de expresión hay democracia. La defensa de de ambas deber ser irrestricta. Hoy son tiempos peligrosos para los periodistas.