viernes, 18 de junio de 2010

La narcoguerra mexicana

El fin del curso escolar y las vacaciones de verano fueron adelantados tres semanas en el estado mexicano de Nayarit, ante rumores de posibles ataques del crimen organizado. Este es sólo uno de los indicadores de la situación que vive ese país ante la ola de violencia de los carteles de narcotraficantes y el combate que lleva adelante el gobierno para controlar el territorio. “La guerra contra el narco se está agudizando y ha pasado a la cultura. Ya no es sólo el enfrentamiento entre las fuerzas policíacas y los narcos; ahora, la población discute sobre el tema en su vida diaria”, afirma el escritor Heriberto Yépez.


México ha vivido una de las semanas más violentas con más de 200 muertos en distintos estados del país. La gravedad de los hechos llevó al presidente Felipe Calderón a hablar en cadena de radio y televisión sobre la guerra que el gobierno lleva adelante contra los carteles. La lucha contra las organizaciones criminales “no es sólo la lucha del Presidente, sino de todos los mexicanos, y en particular de aquellos que tenemos la responsabilidad pública en el gobierno”, dijo el mandatario al llamar a los gobiernos estatales y municipales a asumir su responsabilidad. Calderón reconoció que recuperar la seguridad “no será tarea fácil ni rápida, pero vale la pena seguir adelante para construir un país libre y seguro” pues señaló que lo que está en riesgo es el futuro de los mexicanos. Incluso reiteró que la lucha “costará tiempo, recursos económicos y, por desgracia, también vidas humanas” pero no por ello se dejará de lado. “No es momento de bajar la guardia o claudicar. Debemos combatir sin tregua al crimen”, afirmó.

También el presidente, con su firma, bajo el título de “La lucha por la seguridad pública” dio a conocer el pasado 13 de junio algunas de sus opiniones sobre la situación que enfrente su país. Calderón describe que las organizaciones que controlaban el tráfico de drogas empezaron a luchar, “desde mediados de la década de los 90”, por el control del territorio, para vender droga en el país, y después incluso por el control de la sociedad, para extorsionar y secuestrar en México. La delincuencia dejó de ser sólo narcotráfico para ser crimen organizado. “Esto encontré al inicio de la administración”, dijo el presidente, “y fue lo que motivó fuertes y decididas intervenciones del gobierno federal contra el crimen organizado”. No fue la acción del gobierno la que provocó la violencia. “Ha sido la violencia y la delincuencia las que han motivado la acción decidida del gobierno”, explicó.

El gobierno de México inició en diciembre de 2006 el despliegue de 50.000 militares y miles de policías federales en todo el país para enfrentar a las organizaciones del crimen organizado, período durante el cual se registraron casi 23.000 muertes relacionadas con esta violencia. En los últimos 22 meses, más de 2.000 detenidos vinculados a bandas criminales fueron capturados en operaciones conjuntas entre Estados Unidos y México.

Los mexicanos comienzan a hablar del fenómeno de la paramilitarización de unos narcos que cada vez actúan con mayor impunidad en ese país. Todo vale en la lucha por el poder entre cárteles que se disputan la producción, el control y la distribución de la millonaria industria de las drogas. “La diferencia en la actualidad es que los delincuentes y las fuerzas de seguridad se están enfrentando con más frecuencia”, dijo Raúl Benítez Manaut, analista de seguridad nacional. “Los delincuentes están desafiando abiertamente al gobierno”, alertó el experto. El representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Magdy Martínez-Solimán, explicó que en los últimos años se ha observado una intención "clara y abierta" de los grupos del crimen organizado de infiltrarse en la actividad política para canalizar a través de ella sus intereses y favorecer la impunidad de sus actuaciones.

Los cárteles viven una lucha interna por el liderazgo, que se suma a la que libran entre ellos por el control del territorio. Se acabaron los cárteles independientes que respetaban territorios. Ahora las organizaciones interactúan en bloques por disputas en busca del liderazgo de sus respectivos grupos, según revelan análisis de inteligencia del gobierno mexicano. En los escalafones inferiores, los gatilleros que caen son rápidamente sustituidos por jóvenes que no tienen ninguna expectativa de futuro, y se suman a las organizaciones criminales para sobrevivir. Un informe elaborado para Naciones Unidas por la Red de los Derechos de la Infancia de México revelaba que en los últimos cinco años han muerto 900 niños en México como consecuencia de la guerra contra el narcotráfico. Tan sólo en lo que va del año se estima que 100 pequeños han perdido la vida. Pero, además, señala que “se calcula que 30.000 niños y niñas cooperan con los grupos criminales en la comisión de unos 22 tipos de delitos”. Desde el asesinato o el secuestro hasta la venta de piratería en la calle. El crimen organizado y el narcotráfico ha dejado a 10.000 niños huérfanos en Ciudad Juárez, Chihuahua, en lo que va de este año, ya que los padres y madres de estos menores han sido ejecutados o se encuentran en calidad de desaparecidos, denunció el oficialista PAN en la Cámara de Diputados.

La situación que vive México constituye el brote de violencia organizada más grave que se ha producido en el país desde la revolución mexicana hace más de un siglo. De hecho, se ha convertido en uno de los conflictos armados más significativos en el mundo.

Por ejemplo, más de 2.700 personas fueron asesinadas el año pasado en Ciudad Juárez, una cifra que supera la cantidad de bajas civiles y militares en la guerra de Afganistán durante el mismo período, de acuerdo con datos estadísticos recopilados por las Naciones Unidas y analistas privados. La narcoguerra está instalada en la sociedad mexicana.