viernes, 21 de mayo de 2010

El preciado uranio boliviano

Bolivia inició la exploración y prospección de sus reservas de uranio en la región de Potosí. El programa, que lleva adelante el gobierno del presidente Evo Morales, con un costo de unos 500.000 dólares, indica que su gobierno decidió retomar el desarrollo de la energía atómica, según revela la prensa del altiplano.
Las autoridades admitieron que Bolivia tiene reservas de uranio en algunas regiones del país y estudios que datan de la década del 70. El Instituto de Tecnología Nuclear de Bolivia tuvo alguna vez una planta de producción de uranio, aunque era de baja calidad en el departamento de Potosí, pero la instalación fue cerrada hace más de dos décadas, explicó la prensa paceña citando reportes de la BBC. En 1974 Bolivia consiguió elaborar dos kilogramos de “torta amarilla” (óxido de uranio concentrado que se usa para el combustible de las centrales atómicas). La empresa canadiense Mega Uranium en asociación con Intrepid Mines realizó trabajos de prospección en 2006, y posteriormente, con la también canadiense U308 Corp. que opera en varios países de la región, realizaron otros estudios.

El proyecto preocupa a las principales potencias, que han lanzado sus sospechas de que Bolivia podría enviar uranio a sus aliados, particularmente a Irán, cuestionado por su programa nuclear, y a punto de recibir la sexta sanción del Consejo de Seguridad de la ONU. Los servicios de inteligencia de Israel fueron los primeros que alertaron sobre el interés del régimen iraní en el combustible atómico, algo que los gobiernos de La Paz y Caracas negaron.

Desde la llegada de Morales al poder, las relaciones diplomáticas de Bolivia e Irán se han estrechado. La primera visita de Mahmud Ahmadinejad a La Paz fue a mediados de 2007 y la segunda en 2009 tras su paso por Venezuela. El presidente boliviano, en ambos encuentros, respaldó el plan iraní de enriquecimiento de uranio, en el marco de discursos cargados con una gran retórica antiestadounidense, al igual que lo hizo su aliado, el presidente Hugo Chávez. El líder iraní agradeció en farsi “a Dios todopoderoso, porque a pesar de todas las dificultades que provocan el imperialismo y nuestros enemigos, la colaboración entre los dos países está avanzando cada día más”. Morales y Ahmadinejad suscribieron un plan de cooperación industrial de cinco años por un monto de unos 1.000 millones de dólares a cargo de una comisión ministerial y técnica entre ambos países.

En septiembre de 2008, Morales viajó a Teherán y acordó con Ahmadinejad acelerar la ejecución e incrementar proyectos conjuntos de ambas naciones. En esa portunidad, ambos presidentes emitieron una declaración sobre la interferencia del Consejo de Seguridad de la ONU en el expediente nuclear iraní, y Morales afirmó que ello no tiene justificación legal ni técnica.

La decisión de Morales de apoyar, sin vacilación, la posición de Irán en su actual enfrentamiento nuclear sirvió para consolidar la amistad entre Irán y Bolivia, al igual que lo ha hecho el gobierno de Venezuela y el resto de los países de la alianza antinorteamericana denominada Alba.

La polémica volvió recientemente a la agenda, luego que la Cámara de Diputados de Bolivia aprobara con los votos del oficialismo un acuerdo de cooperación con Irán,a pesar de las protestas de parlamentarias de la oposición que denunciaron violaciones de los derechos de las mujeres en ese país islámico. El acuerdo incluye proyectos bilaterales “en los sectores de hidrocarburos, cultura, ciencia y tecnología, administración de los recursos naturales, construcción y manufacturas”.

Sin embargo, según sostiene el historiador y profesor de origen libanés George Chaya, “Irán no tiene interés en acuerdos bilaterales con Bolivia si usted piensa en términos de salud, alimentación, cultura u otra materia de real interés del pueblo boliviano. Su interés en Bolivia se centra absolutamente en sus reservas de uranio y en la ubicación geográfica de Bolivia dentro del continente. Quien crea lo contrario incurre en un grosero error”.

En opinión del historiador, “lo que sí existe por parte del régimen iraní, repito, es el interés por las importantes riquezas en uranio que dispone Bolivia, y ello es lo que Irán hace administrar a través de la tercerización con Caracas. Irán dispone de gas necesario y es el tercer productor mundial de petróleo, pero no dispone de uranio. En esa dirección se debe entender la relación de interés más allá de cualquier inversión en salud o agricultura que publiciten ambos gobiernos”.

Los principales países consideran que el reciente pacto de Irán con Brasil y Turquía es otra estrategia dilatoria del régimen iraní para ganar tiempo mientras continúa con su programa de desarrollo de armas nucleares. Los expertos ven con escepticismo el acuerdo de Brasil, Turquía e Irán, y descartan que haya sido una victoria de la diplomacia del presidente Lula, debido a que Teherán sigue adelante con sus planes atómicos. “No creo que haya sido una victoria diplomática de Brasil”, dijo Sharon Squassoni, experta del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington y ex funcionaria del gobierno del presidente Bill Clinton, en una entrevista con el analista Andrés Oppenheimer. “Más bien fue una maniobra de Irán para tratar de evitar nuevas sanciones internacionales. Desde ese punto de vista, les salió mal”, explicó la experta. Por eso la estrategia iraní, para el aprovisionamiento de uranio debe ser diversificado, ante las sanciones que las grandes potencias llevan adelante para frenar su carrera atómica. El uranio boliviano tiene un valor superlativo para Teherán. “Bolivia -afirman expertos- se ha convertido así en un país geoestratégico para el gobierno del Ahmadinejad”.