domingo, 2 de mayo de 2010

Irán busca evadir sanciones de la ONU y se expande en Sudamérica

¿Qué justifica el desmedido despliegue y la expansión de Irán en América Latina, una región geográficamente tan alejada de su área de influencia? Una pregunta lógica, e inquietante para algunos gobiernos, que muchos expertos se hacen.

Desde hace ya algunos años es materia de discusión entre políticos, académicos y especialistas en defensa, seguridad e inteligencia la activa y creciente presencia de Irán en América Latina. Se debate acerca de su profundidad y alcance, sus razones, e impacto de esa expansión que ha sido definida como estratégica.

La interrogante no sólo viene de los países centrales que reclaman sanciones por la carrera nuclear iraní o de algunos gobiernos sudamericanos, también se lo preguntan opositores en Teherán, donde han surgido críticas al gobierno por derrochar dinero y tiempo, en países tan diferentes y alejados de la nación persa.

Las respuestas a estas inquietudes son varias. Irán busca el apoyo de América Latina para contrarrestar las presiones de EEUU y Europa que cuestionan el desarrollo de capacidades nucleares que podrían terminar en un arma atómica. Teherán quiere contrarrestar a EEUU en su propio hemisferio y, tal vez, desestabilizar a los gobiernos amigos de EEUU a fin de negociar con Washington desde una posición de mayor fortaleza, según sostienen diferentes análisis que circulan en las cancillerías de varios países. Por otra parte, la popularidad del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad está en tela de juicio, tras la represión a la oposición que denuncia el fraude electoral, y el mandatario quiere demostrar que en el exterior es recibido como un destacado líder mundial. Su aliado incondicional, el presidente Hugo Chávez, quien le abrió la puerta de entrada a la región, es el socio ideal para lograr esos objetivos junto a los gobiernos izquierdistas del ALBA, indican los informes

El régimen teocrático de los ayatolás que cruzó el Atlántico con la intención de quedarse e incidir en la realidad sudamericana, lleva adelante su ofensiva, con la ayuda de varios gobiernos para encontrar además nuevas fuentes de aprovisionamiento, ante el deterioro de su situación regional producto del bloqueo económico –que podría profundizarse- por su deteriorada relación con las grandes potencias. Su negativa de no dar marcha atrás con su cuestionado proyecto atómico y no obedecer las resoluciones de la ONU, ha recortado sus posibilidades de obtener algunos insumos.

Un foco central de las preocupaciones de políticos y académicos, es el comportamiento de Venezuela y su apoyo como base de operaciones para el despliegue iraní por la región. Se percibe una razonable inquietud sobre un posible suministro a Irán de uranio desde países sudamericanos, especialmente Bolivia y Venezuela, así como de ciertos implementos tecnológicos para la carrera armamentista del régimen de Teherán, afirman los informes.

El 11 de septiembre de 2009, en una entrevista en el diario francés Le Figaro, el presidente Chávez le agradeció a Irán por ayudar a Venezuela a desarrollar su propio programa nuclear. De hecho, ambos gobiernos formalizaron su colaboración “en el campo de la tecnología nuclear” en un acuerdo firmado en Caracas en noviembre de 2008. Aunque Chávez ha denunciado los reportes de extracción de uranio como “mentiras” y parte de un “plan imperialista” contra su gobierno socialista, la compañía canadiense de explotación de uranio U308 Corp ha documentado una fuente importante de uranio en la Cuenca del Roraima, cerca de la frontera entre Guyana y la provincia venezolana de Bolívar, en donde están situadas empresas venezolanas-iraníes.

Según estos informes, Venezuela ayuda a Irán a sortear las sanciones económicas votadas en varias ocasiones por el Consejo de Seguridad de la ONU, las cuales podrían reforzarse próximamente. Teniendo en cuenta que Teherán afirmó que no hay marcha atrás en su desarrollo nuclear, no son pocos los que afirman que los insumos llegarían a la nación persa desde Sudamérica, especialmente de países con gobiernos de izquierda enfrentados retóricamente con la administración estadounidense.

La administración del presidente Barack Obama observa la presencia iraní en la región como “una temática preocupante, al igual que la estrecha relación entre Venezuela e Irán”. El secretario de Estado adjunto para América Latina, Arturo Valenzuela, expresó que “el gobierno estadounidense, desde Obama hacia abajo, comparten la preocupación y están trabajando en todos los frentes para contrarrestarla”.

Según el secretario de Defensa, Robert Gates, hay suficiente motivo para desvelar a cualquiera. El Pentágono envió hace pocos días un informe al Congreso. Las fuerzas de élite de los Guardianes de la Revolución de Irán, los Quds, están aumentando su presencia en América Latina, “particularmente en Venezuela”, alerta.

El documento en poder de los senadores, indica que las fuerzas Quds -que se encargan de realizar las operaciones en el extranjero para el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán- se han establecido en el este, medio y norte de Africa y durante los últimos años se ha evidenciado el incremento de su presencia en Latinoamérica, particularmente en Venezuela. Oficiales de inteligencia occidentales afirman que estos miembros de la élite iraní están desarrollando redes de terroristas en la región, que podrían, eventualmente, atacar intereses estadounidenses o israelíes en el caso que se suscitara un conflicto por el programa nuclear iraní. El gobierno venezolano lo niega, pero afirma que continuará apoyando a su aliado iraní en su desarrollo nuclear, y en la confrontación que lleva adelante contra Washington.

El informe consigna que muchos de los grupos que sostiene el país persa, no comparten su ideología, y en algunos casos son abiertamente opuestos a los principios de la revolución iraní, pero Irán los respalda porque comparten intereses o enemigos comunes, y el mismo discurso antiestadounidense. Numeroso personal en la representaciones diplomáticas iraníes en la región, vuelos semanales entre Sudamérica y Teherán, y transacciones económicas, están en la mira de las agencias de inteligencia.

Los reportes vinculan a los Guardianes de la Revolución y la Fuerza Quds, con algunos de los peores ataques terroristas de los últimos 30 años: el bombardeo de la Embajada de EEUU en Beirut en 1983, el atentado de la AMIA, el centro judío en Argentina en 1994, el bombardeo de las Torres Khobar, 1996 en Arabia Saudita y muchos ataques de los insurgentes en Irak desde 2003.