viernes, 13 de enero de 2012

Irán quiere saber con quién cuenta en América Latina


El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, cada vez más presionado por Occidente por su programa nuclear y sus provocaciones militares en Medio Oriente, realiza una gira por Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador, en busca de un tubo de oxígeno entre sus aliados más estrechos. La elección que hace el régimen teocrático islámico no es casual. Los gobiernos que lo reciben con honores son, al igual que Teherán, duros críticos de la administración del presidente estadounidense Barack Obama. Hostiles a Estados Unidos, los gobiernos de estos cuatro países se acercaron en los últimos años a Irán, especialmente Venezuela, cuyo presidente ha viajado en nueve ocasiones a ese país en 13 años de gobierno.

Con la visita de Ahmadinejad a sus países aliados de la región latinoamericana, Teherán persigue el objetivo de escapar a las sanciones económicas internacionales y mantener una fuente de materias primas, obviamente necesarias para su subsistencia, ante las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos. El régimen iraní ya tiene inversiones y acuerdos comerciales previos y ahora busca profundizarlos, sabiendo que, además, su movida será leída como un desafío más dirigido a los Estados Unidos. Quiere ganar espacio diplomático, fortalecer relaciones con países del continente americano y aumentar su influencia sobre sus socios regionales. En los últimos años, además de los cinco viajes del presidente ultraconservador, Irán ha doblado el número de sus embajadas en América Latina. También el régimen islámico ha confirmado su interés por la zona con el lanzamiento de un canal en español para Iberoamérica. Para el régimen de Teherán, la idea de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo tiene hoy una relevancia particular ante la situación geopolítica de Medio Oriente.
Estados Unidos y Europa estrecharon el cerco a Irán con nuevas sanciones, y los países de la Unión Europea hallaron un principio de acuerdo para decretar un embargo de las importaciones de petróleo iraní, que representan el 18% del total de exportaciones de crudo de la República Islámica, segundo productor de la OPEP.

Las medidas, que buscan obligar a Teherán a abandonar su controvertido programa nuclear –sospechoso según Occidente de perseguir la bomba atómica pese a los desmentidos iraníes– , coincidieron con un ensayo de misiles de Teherán en la región del estrecho de Ormuz y amenazas a Estados Unidos.

Irán amenazó con emplear “toda la fuerza” si Washington no renuncia a la presencia de su fuerza naval en el Golfo, algo que la Casa Blanca ya adelantó que no hará.

Incluso altos responsables declararon que Irán podría cerrar el estrecho de Ormuz, por donde transita el 35% del tráfico marítimo petrolero mundial.

Al tiempo que se radicaliza, Teherán se aísla en su región, convulsa por las insurrecciones populares que amenazan los regímenes vigentes. Irán teme ser “el próximo” blanco de una revuelta y con la crisis de Siria ha podido comprobar que la Liga Árabe, que ha pedido al régimen de Bashar Al Asad que cese los disparos contra los manifestantes opositores, está cada vez más controlada por Arabia Saudita, aliada de Washington.

Para Carlos Romero, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, Ahmadinejad “trata de buscar oxígeno en América Latina. Su país está en el plano internacional en una situación muy compleja e internamente se le está cuestionando, con cada día más protestas en las redes sociales y denuncias de violaciones de los derechos humanos”.

Sin embargo en América Latina el régimen islámico parece no gozar del apoyo de otros tiempos. No cuenta desde hace tiempo con el de Argentina, desde el atentado contra la mutual judía AMIA que dejó 85 muertos en 1994 en Buenos Aires. Ocho ex altos funcionarios iraníes figuran entre los imputados en el ataque, todos ellos con orden de captura internacional avalada por Interpol, entre ellos el ex presidente Alí Rafsanjani (1989-1997), el ex canciller Alí Akbar Velayati y el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi. Pero además, ha perdido el de Brasil, cuya presidenta, Dilma Rousseff, se muestra más “cautelosa” que su predecesor, Luiz Inacio Lula Da Silva, en cuanto a Irán, según Lytton Guimaraes, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Brasilia.

“Brasil ahora no va a defender pero tampoco va a atacar a Irán. Se va a quedar quieto. Con Lula, hubo muchas críticas y presiones tanto internas como externas en relación a la política exterior de Brasil a Venezuela, Cuba e Irán”, dijo Guimaraes. Medios estadounidenses han visto en ello una cobertura para mayores operaciones de inteligencia. La cadena Televisa emitió en diciembre un reportaje en el que, ante cámara oculta, el embajador iraní en México sopesaba una eventual acción terrorista contra Estados Unidos. A esto se suman informes de inteligencia que indican que elementos de las Quds Force, una fuerza militar de élite del régimen, ya están instalados en varios países sudamericanos, y podría facilitar operativos junto con miembros del grupo terrorista libanés Hezbollah, al que, aseguran, le presta apoyo el Estado iraní y mantiene lazos con los cárteles de droga de la región. “Si Israel bombardea Irán, bien podría haber represalias dirigidos hacia intereses estadounidenses provenientes de los Quds Force que operan en América del Sur”, aseguró un artículo del Washington Post.
Mientras el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, firmaba una serie de acuerdos en Caracas con su principal aliado en América Latina, Hugo Chávez, en Teherán su gobierno anunciaba la condena a muerte de Amir Mirzaei Hekmati, un ciudadano estadounidense-iraní, acusado de ser un espía bajo la órbita de la CIA, algo que Washington niega. También, en un claro desafío a las nuevas sanciones de la comunidad internacional, el régimen iraní anunció en las últimas horas que una nueva instalación de enriquecimiento de uranio en Fordo comenzará a ser operacional prontamente, afirmó el jefe de la Organización de la Energía Atómica de Irán. La medida supone una nueva fuente de tensión entre Occidente y la teocracia iraní. “El sitio de Fordo, cerca de Qom (al sur de Teherán), será inaugurado pronto y comenzará a funcionar”, expresó Fereydoun Abbasi. La instalación nuclear está situada en una profunda cueva subterránea cavada en la montaña, cerca de la ciudad sagrada de Qom, a 160 kilómetros de Teherán. Abassi dijo que la planta es capaz de enriquecer uranio al 3.5, 4 y 20 por ciento. El funcionario iraní expresó que los nuevos “avances” nucleares serán anunciados en febrero y en el aniversario número 33 de la revolución islámica. Según reportes locales, Irán había comenzado a transferir meses atrás las centrifugadoras desde la central atómica de Natanz a Fordo.

Fordo será el segundo centro de enriquecimiento de uranio después de Natanz. El nuevo sitio fue inspeccionado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) en octubre de 2009 – tras ser detectada por la inteligencia occidental – y los funcionarios iraníes han afirmado que la planta funcionará con al menos tres mil centrifugadoras.

Abbasi declaró que los expertos iraníes fabricaron una nueva generación de centrifugadoras, más rápidas que los modelos anteriores, para acelerar considerablemente el proceso de enriquecimiento. La semana pasada, la República Islámica anunció la producción de la primera barra de combustible nuclear de uranio enriquecido al 20 por ciento, que será probada en el reactor de Teherán. Abbasi agregó que en febrero, el reactor nuclear de Bushehr, de mil megavatios, construido por los rusos, funcionará a pleno.

Todo indica que el régimen de los ayatolas se endurece y quiere saber con qué aliados cuenta en la región latinoamericana para un eventual futuro aún más conflictivo, ante la escalada ascendente con Estados Unidos y la Unión Europea. La gira estratégica por cuatro países de América Latina es una señal inequívoca.