viernes, 7 de mayo de 2010

Las FARC se “narcotraficaron”

El candidato presidencial colombiano Gustavo Petro, del izquierdista Polo Democrático Alternativo (PDA), aseguró que la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cambió el apoyo popular por el financiero de la cocaína. “Indudablemente se 'narcotraficaron' y cada vez más”, afirmó Petro, un ex integrante de la desmovilizada guerrilla del Movimiento 19 de Abril (M-19). “Reemplazaron la búsqueda del apoyo popular por el apoyo financiero, por la cocaína”, denunció el político de izquierda.

La afirmación de que la guerrilla izquierdista, la más antigua del continente, se financia con el narcotráfico no es nueva. Lo nuevo es que, desde algunos sectores políticos de izquierda que antes la defendieron a ultranza, ahora llegan las críticas y aceptan las denuncias que el gobierno colombiano y otros países ya habían realizado. “Son una organización narcoterrorista. Sean un cartel o no, están financiados y apoyados por el narcotráfico”, sostienen expertos colombianos, al analizar la estrategia del grupo insurgente.

El jefe de la misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) de apoyo al proceso de paz de Colombia con los paramilitares, el argentino Marcelo Alvarez, denunció alianzas entre la guerrilla de las FARC y bandas criminales de ex paramilitares para beneficiarse del narcotráfico. “Hemos observado alianzas en términos de economías ilícitas y no enfrentamientos entre las bandas emergentes (ex paramilitares) y las FARC”, dijo Alvarez.

El representante de la OEA explicó que se trata de alianzas “coyunturales en términos de narcotráfico y, de otro lado, pactos de no agresión y delimitación de zonas de control de cultivos” ilícitos. En opinión de Alvarez, esas alianzas se dan especialmente en los departamentos de Meta (centro), Chocó (noroeste), en el sur de Bolívar y Córdoba (norte), y en la costa del Mar Pacífico (oeste).

Las FARC, la principal guerrilla del país, ha sido el principal blanco de la política de Seguridad Democrática del gobierno del presidente Alvaro Uribe, que ha propinado duros golpes militares a los insurgentes. Las FARC han perdido en torno el 60 por ciento de su capacidad militar en la última década, debido a que sus guerrilleros habrían pasado de operar en 514 municipios distribuidos en 124 frentes a tener presencia en menos de 200 localidades con 80 estructuras armadas. Por otro lado, el número de acciones armadas han pasado de 2.462 en 2002 a 875 en 2009, lo que supone una reducción del 64 por ciento, señala un informe oficial. Además, en los últimos diez años se habrían desmovilizado unos 17.000 guerrilleros y otros 300 habrían sido asesinados a manos de sus propios compañeros por razones de disciplina interna.

El comandante del Ejército colombiano, el general Freddy Padilla, afirmó que en 2002 las FARC contaban con 26.000 integrantes, mientras que en la actualidad su número se reduce a 8.000. “Pero no sólo es el número; es que perdieron el mando y control y enfrentan un proceso de corrupción y desconfianza por el tema del narcotráfico”, precisó el general Padilla.

Tradicionalmente, al vincularse el narcotráfico y las FARC, y con el ánimo de no criminalizarlas, algunos insistían en que sólo cobraban impuestos al cultivo de coca a los narcos. A partir de 1998 se hizo evidente que habían ampliado sus objetivos y que querían controlar la cadena de producción y comercialización, según los documentos incautados a los guerrilleros.

La información capturada en un campamento de las FARC, en el Caguán, mostró como a partir de 2000 el alto mando de la organización guerrillera comenzó a ordenar a sus estructuras relacionarse directamente con redes de distribución en Estados Unidos y Europa, trasladar los laboratorios de producción de cocaína a las fronteras para facilitar la exportación, controlar las zonas más ricas de cultivos de coca, asesinar a los no colaboradores y atacar los aviones de fumigación.

Como resultado de la alianza con los narcotraficantes, las FARC se consolidaron, y gradualmente fueron controlando todas las fases del proceso, exceptuando la comercialización hacia el exterior, aún dominada por carteles especializados en el control de las rutas marítimas o aéreas.

Los dos principales bloques de las FARC -Oriental y Sur- están desplegados en las áreas de los Llanos Orientales y la Amazonia donde se localizan el 70% de los cultivos ilícitos de coca y la casi totalidad de los de amapola, y en igual proporción los cristalizaderos, rutas y pistas clandestinas.

Los ingresos anuales por narcotráfico de las FARC oscilaban entre 500 y 600 millones de dólares, lo que le permitió a la guerrilla dar un salto cuantitativo en su aparato armado, con el cual logró completar su despliegue estratégico, como fase previa al escalamiento del conflicto y preparación de su primera ofensiva años atrás.

Las FARC apuestan a un proyecto político a nacional y regional. La estratégica relación con el narcotráfico y el control territorial, explicaría las prioridades geopolíticas de las FARC, ya que allí donde tengan control territorial podrán asegurar el narcotráfico, y sus millonarias ganancias, señalan los varios reportes. “La guerrilla permite que los campesinos vendan la hoja de coca a los grupos de narcotraficantes y emergentes que se encuentran en las zonas urbanas, a la vez los grupos emergentes permiten que insurgentes adquieran comida y medicinas en estos cascos urbanos. Básicamente la alianza consiste en que las FARC custodian los cultivos, y las bandas emergentes, que son las que tienen las rutas del narcotráfico y los contactos internacionales, quienes realizan la comercialización”, explican algunos estudios de organizaciones no gubernamentales.

“Para nosotros está claro que las FARC actúan y negocian hoy como un cartel. Tienen el mismo modus operandi y asumieron hasta sus mismos comportamientos mafiosos”, señala la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos. “Las amenazas y retos de hoy son transnacionales, y no convencionales, y se requieren respuestas en ese mismo sentido ya que el narcotraficante o el delincuente no reconoce fronteras. (...) por eso sabemos que las FARC son una amenaza para la región”, alertan los expertos.