jueves, 21 de enero de 2010

LOS PRIMEROS 365 DIAS DE OBAMA

BARACK OBAMA SE CONVIRTIO, EL 20 DE ENERO DE 2009, EN EL PRIMER INQUILINO AFROAMERICANO DE LA CASA BLANCA, DESPUÉS DE UNA TRIUNFAL CAMPAÑA ELECTORAL BASADA SOBRE LA PROMESA DE CAMBIAR TODO. LA OBAMANIA PARECIA UNA OLA IMPARABLE. SIN EMBARGO, EN SUS PRIMEROS 365 DIAS, EL PRAGMATISMO Y EL ARTE DE LO POSIBLE SE IMPONE ANTE LA DURA REALIDAD.

Claro está que el presidente, más allá de sus buenas intenciones y promesas electorales, comenzó su administración en una difícil coyuntura. La peor crisis económica desde la Gran Depresión y dos frentes de guerra abiertos en Irak y Afganistán, por mencionar sólo lo más acuciante. Su primer año termina además con una amarga derrota. Los demócratas perdieron la mágica mayoría absoluta en la Cámara Alta, tras las elecciones al Senado en Massachusetts, feudo del fallecido senador Ted Kennedy.



La pesadilla de la crisis económica, el 10% de desocupación, el aumento de tropas estadounidenses en Afganistán y una batalla por la aprobación parcial de la reforma de salud han dejado hasta ahora altos costos políticos a la Casa Blanca. Hoy, la popularidad del presidente ronda en el 50%.



Los sondeos ubican a Obama entre uno de los presidentes peor valorados tras un año en la Casa Blanca, según una encuesta difundida por la cadena CBS. Cuando asumió el cargo, Obama contaba con el conformidad del 62% de los estadounidenses, pero en estos 365 días el porcentaje ha bajado doce puntos. Según AllState-National Journal, si las elecciones para un segundo periodo fueran hoy, el presidente afroamericano las perdería.



De los últimos presidentes norteamericanos, tan sólo Ronald Reagan presentaba una tasa peor un año después de sentarse en el salón Oval al contar con una aprobación del 49%. Por encima de Obama figuran el resto de los presidentes recientes: Jimmy Carter (51%), Bill Clinton (54%), Richard Nixon (63%), Dwight D. Eisenhower (70%), George Bush (76%) y John F. Kennedy (79%). El más valorado tras su primer año de mandato sigue siendo George W. Bush quien, con un porcentaje de apoyo del 82%, sobresale por encima del resto. Uno de los importantes estrategas políticos del presidente, David Axelrod, admitió que la economía está empañando las promesas del gobierno. "No hace falta ser un genio político para saber que en este contexto es muy difícil mantener índices de popularidad muy altos", dijo Axelrod. "Somos el partido gobernante. No creamos el lío en el que estamos inmersos, pero ahora somos el partido responsable", agregó.



El mal momento que atraviesa el presidente les devolvió vigor a los republicanos, que consideran su eventual victoria en las elecciones de legislativas de noviembre próximo. De concretarse, se hipotecaría un segundo período del presidente Obama.



Lo peor para los demócratas es que el panorama para este 2010 tampoco parece alentador. Obama tiene en su agenda nuevos retos y dificultades. El frustrado ataque contra un avión que aterrizaba en Detroit el día de Navidad despertó el temor del terrorismo entre los estadounidenses y volvió a ubicar este tema entre los prioritarios. Un tema, por cierto, en el que sus rivales republicanos siempre obtienen mejores sondeos. Además, se abrió la posibilidad de un tercer frente de guerra en Yemen. Allí se pergeñó el atentado y es considerado uno de los santuarios de las redes terroristas de Al Qaeda.



Pero a la lista de dificultades que debe enfrentar la Casa Blanca se le suma el mortal terremoto que sacudió a Haití, y cuyas consecuencias se extenderán por años. Aunque todos aplauden la rápida reacción de Obama, que no escatima en ayudas de todo tipo, el costo económico y sus consecuencias políticas serán muy altas. Las Fuerzas Armadas se encuentran sobreexigidas por sus compromisos en Irak y Afganistán, y Haití, exigirá un esfuerzo extra mientras se estabiliza la situación. A todo esto habría que sumarle el costo de la reconstrucción que, según cálculos primarios, superaría los 10 mil millones de dólares sólo en aportes de Estados Unidos. Esas no son buenas noticias para un país que aún no sale de la recesión económica y cuyo déficit fiscal ­antes del terremoto­ tenía previsto llegar en 2010 a una histórica suma: 1,5 billones de dólares. Obama se enfrenta a un desafío similar al del presidente Ronald Reagan, quien vio cómo la economía provocaba la caída de sus índices de popularidad por debajo del 40% a mediados de 1982. Sin embargo, con la mejora económica la popularidad de Reagan creció y fue reelegido presidente en 1984. "Si la economía mejora y no quedamos embarrados en el cenagal de Afganistán, el sentimiento popular podría volver a ser el del principio y conducir a su reelección en 2012", indicó Thomas Mann, de la Brookings Institution. Muchos estadounidenses separan la figura de Obama como presidente de su labor concreta en el gobierno, una encuesta de la CNN mostró que la popularidad del mandatario sobrevive en un 51%. "En el costado positivo ­explicó el director del departamento de Encuestas de la CNN, Keating Holland­, Obama sigue siendo popular a nivel personal y obtiene ratings decentes en los terrenos de la política exterior y de seguridad", lo que explica, añadió, que su índice de aprobación personal sea un poco más alto que el de su gestión de gobierno. "Desafortunadamente, para Obama ­agregó­ los asuntos domésticos, encabezados por la economía, son por mucho más importantes para el público que los asuntos de relaciones exteriores".



Pero el destino de Obama no depende sólo de la economía. Quedan otros desafíos políticos a nivel doméstico e internacional por resolver, y el presidente lo sabe.



"Hay momentos en los que siento que todos mis esfuerzos son vanos y que los cambios son tan dolorosamente lentos que emergen las dudas incluso en mi interior ­dijo Obama en una entrevista­, pero después del duro invierno siempre llega la primavera".



Obama, como lo indican los sondeos, es víctima del choque entre las promesas y la realidad, y los pronóstico auguran un segundo año mucho más complejo. El 44º presidente de Estados Unidos chocó con las fronteras de lo factible en política interior y exterior que, como lo definió Aristóteles, la política es el arte de lo posible.