domingo, 28 de marzo de 2010

Un “estado paramilitar” en Irán

Los jefes de la oposición iraní y académicos advirtieron que la República Islámica afronta el “despotismo” de un gobierno que no surgió del “voto popular” y denunciaron la constitución de un “estado militarizado” o “paramilitar”.

Los Guardianes de la Revolución, están suplantando al gobierno de Irán, sostienen expertos, quienes no descartan que el régimen teocrático –cuestionado por su carrera nuclear- esté avanzando hacia “una dictadura militar”.

Irán, dijo Mehdi Karrubi, quien conduce uno de los principales grupos de la oposición, afronta el “despotismo” y “las elecciones perdieron significado”, expresó al referirse a los últimos comicios considerados fraudulentos por ese sector político. “Este gobierno no se formó con el voto popular”, denunció en su sitio de Internet.

La oposición mantiene las denuncias de fraude en los comicios celebrados en junio de 2009, en los que fue reelecto el presidente, Mahmud Ahmadinejad, tras lo cual se sucedieron protestas que fueron reprimidas, con al menos decenas de opositores muertos, arrestadas, ejecutadas en la horca, y con la prensa censurada.

El ex candidato presidencial Mir Hossein Mussavi advirtió que la transformación de la República Islámica en un “estado militarizado” no servirá para encontrar una salida a la crisis política que afronta el país. “La solución no es transformar a la sociedad en una base militar, sino dar a la gente legítima libertad”, agregó el ex candidato, y dijo que el movimiento de la oposición es “irreversible”.

Nadereh Farzamnia, profesora en el departamento de Estudios árabes e islámicos y estudios orientales de la Universidad Autónoma de Madrid, sostiene que “el Ejército de los Guardianes de la Revolución se ha convertido en un monstruo ávido de poder, una fuerza amenazante incluso para el propio régimen que lo ha creado y alimentado. Armados, económicamente fuertes y situados en la cúpula política, gracias al gobierno de Ahmadinejad, están transformando a Irán en una dictadura paramilitar”.

“Irán sigue viviendo una situación de extrema represión interna que pone en duda la legitimidad de un régimen que lleva ya tres décadas obligando a los ciudadanos a vivir bajo una dictadura feroz e implacable que viola todos los preceptos islámicos que tanto presume defender”, sostiene Farzamnia en Foreign Policy.

Desde su llegada a la presidencia y fuertemente respaldado por el líder supremo, Alí Jameneí, Ahmadinejad no ha dudado en conceder al cuerpo de los Guardianes de la Revolución (los pasdarán) un gran poder económico, dándoles la oportunidad de situarse también en la cúpula política del país, explica.

Creado después de la Revolución Islámica de 1979, esta organización miliar tenía como misión la defensa de Irán de las posibles agresiones internas y externas. El ayatolá Jomeini consideró que un Ejército popular salvaguardaría la revolución de un posible golpe de Estado del Sha. Además, Irán tampoco estaba a salvo de posibles agresiones externas, como se demostró más tarde con el ataque de Irak en 1980. Ex jefes de los Guardianes de la Revolución, son requeridos por la justicia argentina por el atentado terrorista con la mutual judía AMIA en 1994 que dejó 85 muertos. Teherán anunció en varias ocasiones que no entregará a esas personas a las autoridades argentinas, pese a que Interpol emitió una orden de captura.

Ideado y fundado por Jomeini, los pasdarán no tardaron en ganar un respeto considerable con sus miles de mártires en la guerra irano-iraquí. Más tarde, al terminar este conflicto, su prestigio se mantuvo con la reconstrucción del período de postguerra –que les permitió hacerse con un inmenso número de negocios en todos los sectores del mercado– hasta la llegada al poder del ex pasdarán Ahmadinejad.

“El presidente iraní no ha hecho más que conceder a los Guardianes de la Revolución unos poderes anticonstitucionales –las fuerzas amadas, incluyendo a los militares, fuerzas de seguridad, pasdarán, basiyíes y otros milicianos voluntarios no pueden unirse a ningún partido político, grupo o facción según la Constitución iraní– que han convertido a sus comandantes en dueños y señores de todo el ámbito económico. Como respuesta a moderados y reformistas, y para contrarrestar los efectos de la apertura de su predecesor que había despertado deseos de avance y progreso en la población, un Ahmadinejad apoyado por el líder supremo ha convertido a numerosos ex comandantes de los pasdarán en altos cargos políticos, poniendo en sus manos las instituciones claves del régimen. Por su parte, el expediente nuclear requería también de una demostración de fuerza que el presidente encargaría al cuerpo de su ahora Ejército privado, que además le apoyaba en su objetivo de volver a los fundamentos de la revolución. Así Ahmadinejad preparó su particular revolución cultural, haciendo hincapié siempre en la necesidad de intensificar el adoctrinamiento ideológico y militar de los pasdarán y de los más de tres millones de movilizados basiyíes bajo su control”, afirma la profesora en el departamento de Estudios árabes e islámicos y estudios orientales de la Universidad madrileña

“Los Guardianes de la Revolución se han convertido en el contrafuerte de un régimen que pretende ignorar la demanda de progreso de un amplio sector de la población, que lucha contra la dictadura de un Ejército que juró defenderla y no aplastarla de forma sistemática. Sin embargo, es posible que Ahmadinejad y Alí Jamenei, temerosos del monstruo de los pasdarán que ellos mismos han fortalecido, vean como única salida a la crisis política del país continuar alimentándolo y apoyándolo. Este cuerpo militar se ha hecho demasiado fuerte y aún más voraz que sus creadores. Oponerse a él puede suponer la aniquilación total del propio régimen islámico”, explica la académica y autora de varios libros sobre la política iraní.

“El monopolio de las finanzas iraníes en manos de los pasdarán, quienes ya venían dominando, desde hacía más de dos décadas, numerosos sectores de la economía a través de fundaciones que controlan contratos multimillonarios con toda clase de compañías nacionales -como la adquisición reciente de toda la red de telecomunicaciones en Irán e internacionales-, rindiendo cuentas sólo al líder supremo. Todo esto unido al peso político adquirido en los últimos cinco años, ha provocado la oposición de los distintos sectores dentro del propio régimen. Manejando los petrodólares a su antojo y habiendo adquirido el poder político necesario, hoy los Guardianes de la Revolución se han convertido en una fuerza amenazante. Armados, económicamente fuertes y en una situación política inmejorable, tienen la capacidad suficiente para minar en cualquier momento los cimientos del régimen islámico, incluyendo a su ala más extremista para convertir a Irán en una dictadura paramilitar”, advierte Nadereh Farzamnia, profesora en el departamento de Estudios árabes e islámicos y estudios orientales de la Universidad Autónoma de Madrid.