domingo, 15 de agosto de 2010

"Me llamo Sakineh"

IRAN VOLVIO A SER NOTICIA. ESTA VEZ NO FUE POR SU DESAFIANTE CARRERA NUCLEAR QUE PODRIA TERMINAR CON ARMAS ATOMICAS, NI POR LA REPRESION A LA OPOSICION QUE CRITICA A SU ULTRACONSERVADOR PRESIDENTE. TAMPOCO FUE POR LLAMAR A LA DESTRUCCION DEL ESTADO DE ISRAEL, NEGAR EL HOLOCAUSTO JUDIO O POR FINANCIAR A GRUPOS TERRORISTAS. EL RÉGIMEN TEOCRATICO DE LOS AYATOLAS ES NOTICIA HOY POR EL CASO DE SAKINEH MOHAMMADI ASHTIANI, LA IRANI DE 43 AÑOS, MADRE DE DOS HIJOS, ACUSADA DE ADULTERIO Y CONDENADA A MORIR LAPIDADA.



La pena fue, en primer instancia, unos 99 latigazos por "su comportamiento", antes de cumplir con su entierro y lapidación. Los azotes fueron ejecutados, pero el apedreamiento quedó postergado temporalmente por la fuerte presión internacional que ejercieron gobiernos y organismos de derechos humanos en muchos países.



"Me llamo Sakineh. Estoy en la cárcel de Tabriz, agradezco a los que se acuerdan de mí. Ahora estoy triste y tranquila, pues parte de mi corazón se ha congelado. El día en que fui azotada ante mi hijo Sajjad fui aplastada y mi dignidad rota, como mi corazón.



El día en que me comunicaron mi condena a lapidación, creí caer en una caverna y me desmayé. Antes de dormir, durante la noche, me pregunto ¿como alguien puede prepararse para tirarme piedras, apuntar a mi cara, a mis manos? ¿Por qué? Tengo miedo a morir. Ayudadme a poder abrazar a mis hijos". Estas líneas son un llamado desesperado de la mujer iraní sentenciada. Hace cinco años que está en prisión.



¿Qué es la lapidación? Bajo la "sharia" (ley islámica), el condenado debe ser enterrado hasta el pecho o el cuello de manera que sus manos queden atrapadas y en muchos casos tapado por completo con una tela. Las reglas también especifican el tamaño de las piedras a ser lanzadas. Deben ser golpeados hasta la muerte con piedras que no sean tan grandes como para matarlos de forma instantánea ni tan pequeñas que no le causen daño, tal como establece el Código Penal de la República Islámica. La muerte nunca es inmediata y la desgarradora agonía se extiende. La lapidación es una ejecución extremadamente cruel. Le perdonan la vida a quien, de milagro, logra escapar. Algo casi imposible.



Tanto hombres como mujeres pueden ser sentenciados a muerte por lapidación, pero en la práctica son las mujeres quienes reciben esta pena por abrumadora mayoría.



Sakineh Mohammadi, la mujer y madre iraní acusada de cometer adulterio, forma parte de las nueve personas que podrían ser lapidadas en los próximos días y sumarse a los más de 388 iraníes que fueron ejecutados en 2009 en ese país.



De acuerdo con Amnistía Internacional 14 de esas muertes fueron llevadas a cabo públicamente, al menos una mediante lapidación y cinco eran de menores de 18 años de edad. Lo inhumano de estas condenas y la vergüenza que se hace recaer sobre las familias de las víctimas contribuyen a que no se difundan. Aun así, la Campaña Internacional contra la Lapidación ha recopilado los nombres de otros 24 condenados a esa pena que están pendientes de su ejecución. Amnistía Internacional afirma que ese castigo se aplica más a menudo a las mujeres que a los hombres.



En Irán, luego del derrocamiento del último Sha en 1979, se instaló el férreo régimen teocrático de los ayatolás en donde la homosexualidad e incluso la apostasía -la renuncia o negación de la fe- son condenadas con la pena de muerte, según dictan las leyes religiosas. El bárbaro procedimiento castiga supuestos delitos que evidencian el empeño de la teocracia fundamentalista por mantener el férreo control de la familia y las costumbres.



Pero por si fuera poco esperar la muerte bajo una lluvia de piedras, esta mujer iraní fue obligada a aparecer en la televisión oficial para leer con voz temblorosa su confesión. Su abogado, quien por cierto ha debido buscar asilo en Noruega, afirmó a un diario británico que su defendida fue "golpeada violentamente y torturada" para que aceptase reconocer su culpabilidad en la televisión iraní. "Fue golpeada violentamente y torturada hasta que aceptó aparecer ante las cámaras", afirmó Hutan Kian, el abogado de la mujer iraní, en una entrevista publicada por el sitio Internet del diario británico The Guardian.



La sentencia de Ashtiani, suspendida temporalmente ante la presión internacional no la exime de morir en la horca o de otra forma, según señalan organizaciones de defensa de los Derechos Humanos. Según Amnistía Internacional, las confesiones televisadas son utilizadas de forma recurrente por las autoridades iraníes para incriminar a los detenidos delitos que acaban confesando bajo coerción o incluso tras ser torturados.



Según la revista Foreign Policiy, el presidente Mahmoud Ahmadinejad es responsable de incontables injusticias y violaciones a los derechos humanos durante su administración. El presidente se sirve de la Guardia Revolucionaria para llevar a cabo delitos atroces contra mujeres, homosexuales y disidentes, así como para reprimir violentamente a los manifestantes después de las polémicas elecciones presidenciales de junio de 2009.



Once semanas después de las elecciones, el régimen de Teherán ejecutó a 112 personas.