domingo, 11 de abril de 2010

El gobierno de Teherán busca que México y Brasil convaliden su cuestionada carrera nuclear

Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia y China están debatiendo una propuesta estadounidense para aplicar nuevas sanciones a Irán ante su negativa a negociar, y por continuar violando resoluciones de la ONU e incrementar su peligrosa carrera nuclear.

Estados Unidos y la Unión Europea temen que Irán quiera dotarse de armas atómicas bajo el pretexto de llevar a cabo actividades civiles nucleares. Irán desmiente esta versión y afirma que su programa tiene fines civiles, sin embargo se niega a cooperar con los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

Los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU ya han impuesto tres paquetes de sanciones a Irán por este motivo, pero el gobierno de Teherán sigue retando a la comunidad internacional y anuncia que “no dará marcha atrás”.

Las sanciones están dirigidas particularmente contra las actividades económicas de la poderosa Guardia Revolucionaria iraní, una organización clave en el desarrollo atómico. La propuesta también aumenta las restricciones existentes a las empresas navieras iraníes, así como a sus sectores bancarios y financieros, además de castigar a empresas vinculadas con el programa nuclear y misilístico de Teherán.

Una vez que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, con derecho de veto, estén de acuerdo en el texto del proyecto de resolución, tendrán que convencer a los otros diez no permanentes de ese órgano para que respalden esas sanciones.

Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU son China, Francia, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Los diez asientos no permanentes en este período están ocupados por Austria, Bosnia-Herzegovina, Brasil, Gabón, Japón, Líbano, México, Nigeria, Turquía y Uganda.

México y Brasil, son los dos únicos países de América Latina en el Consejo de Seguridad en este momento, y su posición a la hora de votar será “una señal importante para la carrera nuclear iraní y la política de expansión que el régimen lleva en la región como forma de evadir sanciones y el aislamiento internacional”, según estiman algunos expertos, que reconocen que el régimen de los ayatolás busca que esas naciones latinoamericanas no voten las sanciones.

Teherán ha privilegiado las relaciones con varios países de la región, particularmente con los integrantes del Alba. “Los iraníes no necesitan visa alguna para ingresar en Bolivia y a Venezuela. Irán y Venezuela se mostraron de acuerdo en colaborar activamente en el capítulo nuclear. Desde 2005, Irán abrió seis nuevas embajadas en nuestra región, que se suman a las cinco anteriores. En Caracas, dos bancos iraníes, el Banco Nacional de Desarrollo (con participación del Toseyeh Saderat Bank de Irán) y el Banco Binacional Iraní-Venezolano, operan activamente en el mercado local, alimentando sospechas de que así se eluden las sanciones financieras impuestas a Irán. Desde marzo de 2008 hay vuelos directos entre Caracas y Teherán. El comercio latinoamericano con Irán crece fuertemente. Se triplicó entre 2007 y 2008. En pocos años, Irán se ha convertido en un socio comercial activo de algunos gobiernos de la región”, señala Emilio J. Cárdenas, ex embajador de Argentina ante la ONU.

“Si México y Brasil no votan las sanciones, convalidarían la penetración en la región de un país que apoya a grupos terroristas como Hezbolá y Hamas, y que ha dicho públicamente que quiere borrar de la faz de la Tierra a Israel, además de darle luz verde a sus peligrosas ambiciones atómicas”, explican diplomáticos europeos.

“El gran interés de Irán en América Latina es comercial, pero también está la estrategia para buscar apoyo internacional para su programa nuclear”, admite Mohammad Marandi, analista de la Universidad de Teherán.

Aunque México y Estados Unidos mantienen estrechas relaciones, en el tema de las sanciones a Irán el gobierno del presidente Felipe Calderón ha permanecido en silencio, más allá de la reiteración de la tradicional posición en materia de desarme y no proliferación.

Sin embargo para diplomáticos occidentales, la posición de Brasil “ha sorprendido a muchos, preocupa” y es motivo de numerosas críticas. El presidente Lula da Silva se ha manifestado en numerosas ocasiones contra las sanciones de la ONU al gobierno del presidente Mahmoud Ahmadinejad, a quien visitará el 15 de mayo en Teherán.

Lula fue uno de los pocos líderes mundiales que se congratularon por la reelección del ultraconservador Ahmadinejad, pese a las denuncias de la oposición iraní, que tras las protestas fueron duramente reprimidos con cientos de muertos y detenidos (ver recuadro). Brasil recibió a Ahmadinejad en visita oficial en noviembre del 2009, con cientos de empresarios persas y una veintena de acuerdos.

Ahmadinejad ve en Brasil, que busca ser un actor de mayor peso en la escena mundial, “un socio comercial y estratégico de primer orden en su política de confrontación con Estados Unidos y sus aliados”, reconocer los funcionarios iraníes. Pero, la posición de Brasil en este tema puede tener consecuencias para su intención de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y convertirse en un actor de relevancia mundial.

“Este es un momento crucial para que Brasil muestre que está preparado para asumir las responsabilidades de un miembro del Consejo de Seguridad de la ONU y a adoptar la decisión de apoyar las sanciones”, dijo el funcionario diplomático europeo.

La negativa brasileña a apoyar la adopción de sanciones a Irán en la ONU, “erosionará sus aspiraciones de ser un actor de primer orden”, sostienen analistas en la Unión Europea, que al igual que el presidente estadounidense, Barack Obama, reclaman medidas punitivas “inteligentes” y “fuertes”.

Para funcionarios de cancillerías occidentales, Irán ha dado un paso más en la carrera nuclear que le mantiene enfrentado a la comunidad internacional, lo que justifica “la necesidad de urgentes sanciones”. En esta ocasión ha sido la fabricación de la tercera generación de centrifugadoras, según reconoció hace pocas horas el director de la Agencia de la Energía Atómica iraní, Alí Akbar Salehi. “Las nuevas centrifugadoras tienen una capacidad seis veces mayor que la primera”, añadió Salehi. “Esto demuestra la mala intención de Teherán y sus nefastas intenciones”, alertó Philip Crowley, vocero del Departamento de Estado estadounidense.

“Estamos seriamente preocupados por el programa nuclear de Irán, que no logró convencer a la comunidad internacional de que tenga objetivos pacíficos”, declaró un vocero del Foreign Office. “El uso de este tipo de tecnología ya fue vedado por cinco resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige que Teherán suspenda su programa de enriquecimiento y comunique claramente cuáles son sus intenciones al respecto”, concluyó el portavoz.