domingo, 20 de diciembre de 2009

DOS PALESTINAS ENFRENTADAS

LA ORGANIZACION PARA LA LIBERACION DE PALESTINA (OLP) DECIDIO PRORROGAR LOS MANDATOS DEL PRESIDENTE MAHMUD ABAS Y DEL PARLAMENTO PALESTINO HASTA LA CELEBRACION DE NUEVAS ELECCIONES, PARA EVITAR UNA NUEVA CRISIS POLITICA E INSTITUCIONAL. AMBOS MANDATOS EXPIRAN EL 24 DE ENERO. LA COMISION ELECTORAL PALESTINA RECOMENDO LA POSTERGACION DE LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS Y PRESIDENCIALES DEBIDO A LA IMPOSIBILIDAD DE ORGANIZAR ESOS COMICIOS EN LA FRANJA DE GAZA, CONTROLADA POR EL MOVIMIENTO DE RESISTENCIA ISLAMICA (HAMAS), QUE CUESTIONAN LA LEGITIMIDAD DEL PRESIDENTE ABAS.


Hamas y la Autoridad Palestina se enfrentan en un conflicto de baja intensidad desde que el movimiento islamista tomó el poder en Gaza en junio de 2007, desalojando de allí por la fuerza a Fatah, partido leal a Abas, en un claro golpe contra las fuerzas nacionalistas.



Hamas ha rechazado firmar una proposición de reconciliación nacional interpalestina preparada por Egipto.



¿Que significa esta postergación de las elecciones? Es una nueva constatación de la profunda división de los palestinos, que históricamente llevaron adelante políticas erráticas que auto abortaron la paz con Israel y la concreción de su propio Estado. Una casa dividida contra sí misma no se puede mantener, dijo Abraham Lincoln, y una Palestina dividida contra sí misma nunca conseguirá su independencia, sostiene Mkhaimar Abusada, profesor de Ciencia Política en la Universidad Al Azhar de Gaza.



Se trata de una realidad fratricida, cuyo origen se remonta a las divisiones palestinas en El Cairo, a finales de los años 40 del siglo pasado, entre islamistas ­organizados en torno a los Hermanos Musulmanes­ y los laicos con incontables matices, fundadores de Fatah y la OLP, matriz de la actual Autoridad Nacional Palestina.



Los errores de la política palestina no deberían llamar la atención. A fines de la década del 60, la OLP, liderada por Fatah, incomodó por sus acciones a tal punto sus aliados jordanos de entonces, que la expulsaron por la fuerza. En la década del 70, la OLP participó en la guerra civil del Líbano, con lo que terminó siendo no bien vista en ese país. Incluso lograron que los líderes políticos de Israel, Siria y Líbano en la década del 80 coincidieran en que había que expulsar a la OLP de este último país. A partir de los 90 los palestinos dejaron pasar varias oportunidades para gobernar sus territorios y en 2000, mientras rechazaban un acuerdo con Israel, se embarcaron en sucesivas Intifadas con una errada estrategia política de todo a nada. Arafat utilizó a los islamistas en su política contra Israel y se negó a controlarlos permitiendo las campañas terroristas. Arafat murió, y Hamas ­en medio del caos y la corrupción de Fatah­ se impuso en las elecciones de 2006. Un año después se hizo con el poder, a sangre y fuego, en Gaza.



Entre la Gaza de Hamas y la Cisjordania de Fatah hay más diferencias que similitudes. Los habitantes de Cisjordania se ven a sí mismos como la clase alta de la sociedad palestina pues han recibido educación y provienen de entornos de dinero. Hay diferencias profundas que hacen que Gaza y Cisjordania sigan divididas por desigualdades económicas, por dialectos distintos y por recelos culturales forjados por sus experiencias previas a 1967 cuando pertenecían a regímenes distintos: el Egipto de Nasser y el reino Jordano de Hussein.



Todo ello conlleva a que los habitantes de Cisjordania "no confíen en sus hermanos palestinos de Gaza, sino en sus familias y amigos de Jordania. Y a los habitantes de Gaza les ocurre lo mismo con Egipto", según sostiene Asaf Romirowsky, investigador del Middle East Forum.



En el mejor de los casos hay que hablar de dos mundos palestinos bien diferenciados y de dos proyectos. Hoy hay dos regiones, Gaza y Cisjordania, claramente divididas geográficamente e ideológicamente. Fatah y Hamas no coinciden en la táctica, aunque compartan aliados y objetivos. Tienen concepciones enfrentadas religiosa, cultural, política y militarmente sobre sus relaciones con Israel y la fundación de un eventual Estado palestino.



Hamas no tiene las mismas aspiraciones que Fatah. No quiere un acuerdo con Israel para poner en práctica la solución de los dos Estados, Israel y Palestina conviviendo en paz el uno junto al otro. Hamas considera que el nacionalismo es algo que va en contra de la ley coránica y sólo reconoce legitimidad de la Umma, la comunidad de los creyentes, esa suerte de califato. Hamas no quiere negociar con Israel. La quiere es destruir y eliminar, algo que Irán promueve con su ayuda a los islamistas de la franja. Anhela que en la zona haya un solo Estado, palestino, islamizado e islamista. Una Palestina, habitada por palestinos y sin judíos, que incluye Gaza, Cisjordania más lo que hoy es Israel.



La guerra civil de baja intensidad conspira contra las aspiraciones palestinas, pero también contra la resolución del conflicto palestino-israelí. De hecho, en esa región hay tres Estados. Israel, que también depende los vaivenes políticos de los palestinos, y Cisjordania y Gaza, que seguirán defendiendo hasta la muerte dos modelos contrapuestos de organización política y religiosa del pueblo palestino. Abas perdió un tiempo precioso y el conflicto sigue su curso.