sábado, 5 de junio de 2010

BRASIL SOBRESTIMA SU PODER

BRASIL, UNA POTENCIA EMERGENTE CON GRANDES ASPIRACIONES, INTENTA POSICIONARSE COMO UN ACTOR MUNDIAL DE RELEVANCIA E INCIDIR EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL. SIN EMBARGO, MUCHAS DE SUS DECISIONES Y ACCIONES EN POLITICA EXTERIOR NO HAN SIDO CORONADAS CON EL ÉXITO. SUS AUTOPROCLAMADAS VICTORIAS NO FUERON TALES, Y SON CUESTIONADAS DENTRO Y FUERA DEL GIGANTE SUDAMERICANO.

El gobierno del presidente Lula encabezó la cruzada para la restitución del ex presidente Manuel Zelaya en Honduras. Itamaraty dio la batalla en toda la región y en todos los organismos multilaterales, pero la potencia emergente no logró sus objetivos y no tuvo los respaldos necesarios. Zelaya no fue restituido en la Presidencia, sigue en el exilio, y el gobierno del presidente Porfirio Lobo, que resultó electo en las urnas, con el visto bueno de los observadores internacionales, comenzó a ser reconocido paulatinamente. Rápidamente y con lógico pragmatismo, el gobierno del presidente Lula bajaba el tema de los primeros lugares de su agenda, dejando atrás el embate inicial.

El ex canciller mexicano Jorge Castañeda, en una extensa entrevista en el diario O Estado de São Paulo, decía que Brasil se comportaba como un "enano" más que como un gigante diplomático al asumir batallas menores. Sus acciones tampoco se correspondían, sostuvo, con las aspiraciones de Brasil a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Pese a ese traspié en América Latina, el Brasil de Lula sigue intentando ser parte del club de las grandes potencias y dialogar de igual a igual con sus interlocutores en la misma mesa.

Itamaraty cruzó el Atlántico y se sumergió de lleno en el conflicto del gran Medio Oriente. Brasil y Turquía firmaron un acuerdo por el cual Irán aceptaba enviar uranio levemente enriquecido a territorio turco para recibir combustible enriquecido a 20%, pero el entendimiento no fue avalado por parte importante de la comunidad internacional. Por el contrario, se anunciaba que el borrador de resolución de diez páginas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para implementar nuevas sanciones contra el régimen iraní por su carrera atómica que Lula pretendía abortar, contaría con los votos de la mayoría de los miembros permanentes con poder de veto y no permanentes de ese organismo.

Mientras que Lula e Itamaraty intentaban sacar rédito político al pacto firmado con Estambul y Teherán, la secretaria de Estado Hillary Clinton anunciaba que el gobierno de Estados Unidos había sellado un acuerdo con Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania para votar e imponer las nuevas sanciones a Irán.

Las potencias mundiales consideraron que el pacto de Irán con Brasil y Turquía era otra estrategia dilatoria del régimen iraní para ganar tiempo, mientras continúa con su programa de desarrollo de armas nucleares.

"El borrador impulsado por Estados Unidos supone desautorizar en la práctica el acuerdo alcanzado el lunes 17 de mayo entre Irán, Turquía y Brasil, por el cual Ahmadinejad se comprometió a enviar 1.200 kilos de uranio enriquecido al 3,5% a Turquía, a cambio del reembolso de 120 kilos, pero enriquecidos al 20%, bajo supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)", reconoció el ex canciller argentino Rafael Bilesa en la prensa argentina.

Erdogán y Lula pueden estar sirviendo de "idiotas útiles" al régimen de Teherán que continúa ganando tiempo y dilatando las negociaciones mientras su programa nuclear avanza sostenidamente hacia el punto de no retorno, explican analistas latinoamericanos.

Más pronto que tarde, la autoproclamada victoria de la diplomacia brasileña comenzó a toparse con la realidad. El proceso para sancionar a Teherán sigue adelante, más allá del intento por frenarlo con el pacto con Irán. El canciller brasileño, Celso Amorim, pese a justificar ante el Senado de su país la participación de Brasil en el acuerdo tripartito con Irán, afirmó que aunque Brasil no esté de acuerdo con las sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las respetará. De acuerdo con el canciller, Teherán posee 2.427 kg de uranio, y según informaciones de inteligencia, son necesarios 2.000 kg para una bomba rudimentaria, sostuvo.

El salvavidas que le lanzó Brasil al régimen persa es sin lugar a dudas una de las jugadas más arriesgadas de la política exterior del gobierno de Lula, pero no es la única. Brasil abrió una Embajada en Corea del Norte en un contexto de alarmante conflictividad en el Paralelo 38. Lula realizó recientemente un viaje a Medio Oriente para ofrecer la mediación brasileña en el conflicto árabe-israelí, un tema ajeno y lejano para la sociedad brasileña.

No son pocos los que cuestionan las desmedidas intervenciones de la diplomacia brasileña, sobrestimando su poder diplomático y político, cuando en su vecindario quedan muchos viejos y graves conflictos políticos, militares y económicos pendientes de resolución.

Según un columnista del diario Financial Times, Paul Rathbone, la política exterior brasileña es "narcisista e inocente".

Esta política pone en peligro los esfuerzos de Brasil de ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, argumenta Rathbone, quien señala que estas actitudes convierten al país sudamericano en "un gigante político, que moralmente es un pigmeo".