jueves, 4 de julio de 2013

Otro capítulo de la Primavera Arabe de los muchos que están por verse en Medio Oriente

Lo que sucede en Egipto era algo previsible. El gobierno del islamista Mohamed Mursi iba camino de convertirse en un nuevo totalitarismo, bajo la prédica de los Hermanos Musulmanes, padres ideológicos del grupo terrorista Hamas. La censura de prensa y las detenciones injustificadas de miembros de la oposición están a la orden del día. Millones de egipcios en las calles no quieren la Sharia, están indignados por el desempleo, el desabastecimiento, el aumento de los precios, el abuso de poder, la represión y las muertes. El prólogo de las masivas protestas que terminaron que con el derrocamiento de Mursi son económicas, políticas y laicistas.
Solo basto un año fue la luna de miel para que los egipcios se desencantaran de Morsi y los Hermanos Musulmanes, que supieron capitalizar el movimiento que sacó del poder a Mubarak, un desgastado dictador con mucha simpatía y apoyo en Occidente y cuyo partido político integraba la Internacional Socialista. En las calles los egipcios reclaman un Estado laico, es decir un Estado no teocrático o confesional, sino que democrático, que garantice la libertad de cultos y religiones, pero que no imponga una religión oficial. Es decir un Estado pluralista, participativo y tolerante. Fue por ello que salieron antes a las calles contra Mubarak como ahora lo hicieron contra Mursi. El día que Mursi blindó sus poderes ante la justicia hasta la entrada en vigor de una nueva Constitución, se convirtió en “nuevo faraón” y se puso a los egipcios que reclaman libertades en su contra. Entre las principales críticas esgrimidas por los participantes en las manifestaciones están las actuaciones de censura contra medios de comunicación y periodistas críticos con la formación islamista y los interrogatorios de activistas en base a acusaciones poco transparantes, una táctica utilizada en el pasado contra los disidentes políticos por parte del Gobierno de Mubarak
Mursi nació el 20 de agosto de 1951 en la provincia egipcia de Sharqia. Es ingeniero, estudió en la Universidad de El Cairo, donde en 1978 recibió el título de máster. En el inicio de su carrera política Mursi se hizo miembro de la Comisión de resistencia al sionismo en la provincia de Sharkia y fue uno de los fundadores de la Comisión egipcia contra el sionismo.
A partir del año 1992 Mursi empezó sus actividades en el movimiento entonces prohibido Hermanos Musulmanes. Considerado un “hermano” muy activo, ha estado muy implicado en su proyecto político, como en 2007, cuando ayudó a la elaboración del programa de la organización que defendía que la presidencia solo podía ser ejercida por un musulmán de sexo masculino.
Mursi, a sus 60 años de edad, presentó su candidatura para la Presidencia del país como candidato de reserva del Partido de la Libertad y la Justicia. Resultó ser el único candidato del partido después de que el candidato principal de los Hermanos Musulmanes, Khairat al-Shatir, fuera apartado por sus antecedentes criminales por la participación en las actividades de un grupo fundamentalista.
Si bien la Hermandad Musulmana, que llevó al poder a Mursi, se creó originalmente Egipto, sus activistas e ideología se han difundido en el mundo musulmán y dentro de las comunidades musulmanas de Occidente, de Europa y Estados Unidos. Sus activistas también han generado  organizaciones terroristas, la más conocida de ellas Al-Qaeda, cuyo segundo al mando, Ayman Al-Zawahiri, comenzó como activista de la Hermandad y luego creó la organización terrorista Yihad Islámica egipcia. Se convirtió en miembro fundador oficial de Al Qaeda en 1998.
Actualmente la Hermandad reivindica filiales en más de 80 países.  Cada filial mantiene afiliación ideológica al movimiento aunque en muchos casos se crean ramas locales como entidades independientes con diferentes nombres. Hamas, por ejemplo, es la rama palestina de la Hermandad Musulmana, y el Movimiento tunecino Al-Nahda, es la rama de la Hermandad Musulmana en dicho país. El AKP de Turquía tuvo su origen en la Hermandad Musulmana y, de manera similar, el Frente de Acción Islámica de Jordania y el Partido Islámico iraquí son ramas de la Hermandad Musulmana en sus respectivos países.

La Primavera Arabe en busca de libertades y mejores condiciones de vida continúa. En Egipto se vivo otros de sus capítulos de los muchos que aún están por verse en Medio Oriente.

lunes, 24 de junio de 2013

"China y EEUU no llegaràn a las armas, pero tienen una guerra fría"

El Dr. Luis Fleischman es experto en temas relacionados con Medio Oriente, asuntos internacionales y terrorismo, y en entrevista con LA REPÚBLICA analizó los conflictos en Medio Oriente y sus consecuencias. También abordó la política exterior de Estados Unidos y el papel de China en la región.


Algunos análisis sostienen que si cae el régimen de Bashar Al Assad en Siria de alguna manera se rompe el estatu quo y temen que lo que venga sea algo peor y conflictivo para la región…

Uno de los problemas que genera más incertidumbre es qué va a pasar después que caiga el gobierno de Bashar Al Assad. Uno sabe que el régimen de Assad está aliado con Irán y con la organización terrorista Hezbolá, pero por otro lado uno no sabe qué va a pasar una vez que Assad caiga.

Yo pienso que hay muchísimo temor, y a veces el temor no permite pensar con cabeza fría, pero pensando con cabeza fría uno puede estar equivocado también. El conflicto sirio es una rebelión contra una tiranía que tiene décadas. Es un conflicto que tiene muchos grupos involucrados, pero todos tienen en común terminar con la tiranía de la familia Assad.

Yo pienso la que Primavera Árabe es una cosa positiva, porque la mayoría de los gobiernos árabes se han sostenido con métodos autoritarios y a veces han tratado de mantener la unidad de los pueblos con la búsqueda de un enemigo común. Por eso si uno entiende la sociología del gobierno de Assad es lógico pensar que nunca querrá llegar a un acuerdo de paz con Israel, si bien tanto israelíes como norteamericanos intentaron llegar a Assad buscando la devolución del Golán como una forma de lograr la paz.

Todavía hay muchos en Occidente que le temen a la masa árabe, porque piensan en la masa movilizada islámica. No piensan en el conjunto, en el resto de la sociedad civil. En mi opinión la Primavera Árabe es un irrumpir de la sociedad civil árabe y es el primer capítulo de unos veinte, hasta que se llegue a la consolidación de proceso.

Puede ser que ningún país árabe llegue a un modelo de democracia como la concebimos, pero hay que darle la chance a la sociedad civil.

El triunfo de Assad en Siria sería el triunfo de Irán, un país que quiere ser hegemónico en Medio Oriente y a la vez promueve la tensión entre sunitas y chiítas, sin olvidar que quiere crear una bomba nuclear que puede traer una competencia armamentista nuclear en la región. Si cae el gobierno de Assad se debilita el régimen de Irán.

Pienso que no es correcto ni lógico apoyar al régimen de Assad por la incertidumbre de que los yihadistas roben la revolución en Siria.

¿Qué posición deberían adoptar las potencias occidentales ante este sangriento conflicto?

Hay varias potencias involucradas en el conflicto. Irán, Rusia y China que está vetando la intervención de Occidente en el conflicto. Occidente es un único bloque que puede proponer ideas que lleven a la conciliación, porque después que caigan los tiranos puede haber una conciliación. En estos momentos hay 6 mil yihadistas en la oposición siria. Son una minoría si pensamos que las milicias que luchan contra Assad son 140 mil, y mi opinión es que los occidentales liderados por Estados Unidos deberían proveer armas a los rebeldes que ellos seleccionen y que no sean yihadistas. La no intervención por parte de Occidente hace que pierda influencia. Occidente debería armar a grupos selectos que luchan por la democracia.

Algunos expertos estiman que tras la elección en Irán podrían producirse cambios. ¿Se trata de un deseo o es una posibilidad cierta?

Lo más rescatable de la elección en Irán es que la sociedad está pidiendo un cambio, está pidiendo moderación. Pero recordemos que el presidente no tiene tanto poder como el ayatolá. Por lo que no veo por este momento que puede haber un cambio en la política nuclear, ni en la política exterior iraní. Pueden ocurrir algunas reformas internas y eventualmente esto podría tener consecuencias, pero no estoy seguro. Hay que recordar que en la década del 70 llegó al poder un verdadero reformista, Jatami, y simplemente fue vetado por el ayatolá y luego marginado de la política. Ganó un reformista limitado que no asegura reformas.



Si bien el conflicto de Medio Oriente está a miles de kilómetros de América Latina, siempre se habla de la influencia del mismo en esta región. Los atentados terroristas en Buenos Aires son hechos concretos. ¿Qué piensa de la posición de los gobiernos de esta región que periódicamente opinan sobre los conflictos de Medio Oriente?

Hay gobiernos como los integrantes del ALBA que apoyan decididamente a gobiernos tiranos como el de Siria. Antes lo hicieron con Kadafi, un tirano que cometía crímenes iguales o peores que los que llevó adelante la dictadura en Argentina. Durante 42 años de dictadura hubo desaparecidos.

Luego tenemos gobiernos socialdemócratas, como el de nuestro país y el de Brasil, que defienden la no intervención. En mi opinión los países de América Latina deberían rever sus políticas de no intervención y tener más claridad moral. Particularmente los países de América del Sur que venimos de dictaduras muy fuertes que nos traumatizaron. Una dictadura es algo malo sea de izquierda o sea de derecha. Nos sacan todos los derechos. El lugar en donde debería estar América Latina, particularmente presidentes como Mujica y Rousseff, dos de los líderes políticos que pagaron un precio muy alto por su activismo, es siempre hablando desde el lado de la democracia y los derechos. Yo creo que estos países han demostrado frivolidad moral. Por ejemplo en una votación en Naciones Unidos, donde la mayoría votaba a favor de la oposición siria muchos países de América Latina se abstuvieron cuando eran temas de derechos humanos.

Durante las dictaduras que se vivieron en la región nosotros queríamos que Amnistía Internacional hablara y denunciara las violaciones, queríamos que Jimmy Carter y los países occidentales hicieran algo, que condenaran las dictaduras y finalmente lo hicieron. América Latina tiene que estar del lado de la democracia, no puede estar del lado de las dictaduras. Ni siquiera las relaciones sur-sur pueden justificar esa frivolidad moral. Deberían condenar las dictaduras y no mirar a otro lado cuando se violan los derechos humanos.


El conflicto israelí-palestino es recurrente. Siempre parece estar cerca un acuerdo pero los recurrentes conflictos armados hacen que la paz no llegue

Creo que no les falta voluntad a los israelíes y a los palestinos, pero los palestinos están divididos. Tenemos un gobierno en Gaza y otro en Cisjordania, con grandes desacuerdos. Fatah está a favor de un acuerdo, mientras que Hamas quiere la destrucción de Israel.

Al menos que haya reconciliación entre los palestinos, que Hamas acepte la postura de Fatah de negociar con los israelíes un acuerdo de paz, y además con el apoyo de ciertos elementos fuertes del mundo árabe, no va a haber paz.

Hoy Estados Unidos le está dando mucho dinero a la Hermandad Musulmana en Egipto, en mi opinión ellos deberían exigirle un rol más fuerte para que se llegue a una conciliación entre Hamas y Fatah, y a la vez entre Fatah e Israel.

Lo digo porque la Hermandad Musulmana es el padre ideológico de Hamas. No hay un país árabe en este momento que pueda tener más influencia sobre Hamas que Egipto. Si yo fuera presidente de Estados Unidos trabajaría con la Hermandad Musulmana para buscar una solución en la región.


A diferencia de otras administraciones, parece que la política exterior estadounidense se ha retraído. ¿Cuáles son los motivos?

En este momento Estados Unidos está pasando por un momento de desgaste por las dos guerras de las últimas décadas, Afganistán e Irak. No hay que olvidar que Obama gana porque dijo que iba a terminar con las guerras, y esa es una de las razones por las que él se opone a las intervenciones directas incluso en conflictos como el de Siria. En el conflicto de Libia aprobaron la intervención de la OTAN, pero hoy Libia está a la deriva y en mi opinión es el momento de ayudar a Libia a reconciliarse ante un gobierno muy débil.

Estamos viendo un gobierno de Estados Unidos menos intervencionista, una presidencia de Obama más guiada por los traumas del pasado lo que lleva a una visión enfocada en sí misma. Nuestro contacto con el mundo -afirman- nos trajo muchos problemas y enemigos. Yo sí tendría que caracterizar la presidencia de Obama, diría que lleva adelante una política exterior menos activa, más diplomática y con menos intentos de diseñar el resultado final. Hay una especie de retraimiento en la política exterior norteamericana.

Sin duda la compleja situación económica que afrontó la Casa Blanca influyó…

Sí. Desde la recesión del 2008 hay un enfoque doméstico muy importante y no solo de los demócratas, sino también de los congresistas republicanos. Los temas domésticos son prioritarios. Si viste el debate presidencial de la última elección la política exterior fue marginal en relación a la política doméstica, el desempleo, el seguro de salud, la bolsa, entre otros.



¿Se vislumbra una nueva guerra fría, esta vez entre China y Estados Unidos? Y se lo pregunto no solo por temas comerciales.

Está comenzando una guerra fría y no me refiero a la competencia económica que sí la hay. Hay una élite política china que tiende a hacer crecer a China a nivel político. Estados Unidos tiene una gran influencia en lo que yo llamaría el patio trasero chino, hablo de Filipinas, Japón y Corea del Sur. Entonces la influencia que China comienza a tener en América Latina va a ser usada como carta en su disputa con Estados Unidos. China va a apoyar a los gobiernos de la región que se opongan a Estados Unidos, influenciando en la zona.

Si bien no van a llegar a las armas, pese a que China está creando un poder naval siguiendo el modelo norteamericano, sí tendrán una especie de guerra fría.







domingo, 19 de mayo de 2013

Los muertos en Siria superan los de todas las guerras entre israelíes, árabes y palestinos


“Llamar Primavera Arabe a lo que está sucediendo en el Medio Oriente es verlo con los ojos occidentales. Es lo que queremos que sea, pero cuando vemos masacres dentro de las ciudades y pueblos sirios es muy difícil llamarla Primavera”, sostuvo el periodista y analista especializado en Medio Oriente Henrique Cymerman en un encuentro con periodistas uruguayos organizado por el Comité Central Israelita del Uruguay.
“Por un lado está el Ejercito de Assad, por el otro el ejército de la oposición, y en el medio los civiles que tratan de huir de las bombas como pueden, un verdadero drama. Dentro de la revolución en Siria que lleva ya dos años se infiltraron todo tipo de organizaciones, desde 6.000 hombres de Al Qaeda que llegaron sobre todo desde Irak y se unen a la oposición para derrocar a Assad, que es alawita, y representa al 12 por ciento de la población siria, y que controlaba el país desde hace cuarenta años junto a su padre”, explicó.
Cymerman también afirmó que además de la participación de células de Al-Qaeda, hay miembros del libanés Hezbollah y francotiradores de la Guardia Revolucionaria iraní.
Cymerman recordó que “la guerra civil empezó hace dos años y desde entonces el número de muertos en Siria, supera los 75.000 según las cifras oficiales. Eso es más que las víctimas de todas las guerras entre israelíes y árabes, incluido los palestinos, en 65 años de historia”.
 “Hay fosas comunes y la gente desaparece. Mi camarógrafo desapareció hace 9 meses y jamás tuvimos noticias de él”, sostuvo. Señaló que “Assad tiene los días contados, incluso ya compró una mansión en Dubai preparando su eventual huida. Otro hecho es que Turquía tiene preparada una fuerza de intervención para entrar en Damasco en caso que caiga Assad, para controlar la situación, pero no como una fuerza turca sino como una fuerza de la OTAN, con el apoyo militar de Francia, Alemania, Gran Bretaña”.
Henrique Cymerman afirmó que el plan nuclear iraní tiene por objetivo mantener en el poder al régimen de los ayatollah, “quiere la inmunidad que tiene Corea del Norte, hacer lo que le dé la gana y tener poder en el mundo musulmán”.
En un encuentro con un grupo de periodistas uruguayos, el corresponsal de Antena 3 y el diario español La Vanguardia opinó que Irán se encaminó en un programa nuclear de tal magnitud porque quiere repetir la experiencia de Corea del Norte.
“Quiere tener unas tres bombas y poder amenazar a otros sin que nadie tome represalias”, explicó y aseguró que el ayatollah Ali Khamenei defiende el plan porque no quiere terminar como Saddam Hussein o Muammar Khadafi.
“Quiere asegurarse de que no haya una primavera iraní”, subrayó. “Ni que ocurra lo que pasó al hijo de Jomeini que murió extrañamente. Quiere que la revolución islámica dure otros 20 años y poderle pasar el poder a su hijo, como en Corea del Norte”, agregó.
Cymerman señaló que la oposición iraní se prepara para las elecciones presidenciales del 14 de junio, donde espera canalizar la desaprobación del 90% que tiene el régimen islámico, hoy encabezado por Mahmoud Ahmadinejad, que desaparecerá en junio, y recordó que el verdadero poder lo tiene el ayatollah.
“Irán está con la cuerda al cuello, por eso busca amigos y aliados, como lo hace en algunos países de América Latina”, afirmó el analista.
Respecto a la relación de Irán con América Latina, recordó que el ex cónsul iraní en Oslo, Mohamed Reza Heydari, le había afirmado en una entrevista que existían misiles iraníes en el norte de Venezuela. “Iban en los vuelos Teherán-Caracas que nadie controlaba. A cambio, volvía uranio de bajo grado de enriquecimiento”, indicó.
Sobre la región, agregó que está demostrado que al menos cuatro países mantienen vínculos con Hezbollah. “Son Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia”, detalló y aclaró que en cada uno el modus operandi es distinto. “En algunos actúan, en otros instalan sus bases de logística”, comentó.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Sí importa quién tira la primera piedra


No importa quién tira la primera piedra, dice un dicho popular. Sin embargo en el conflicto entre el grupo terrorista Hamas y los israelíes importa, porque nuevamente ese grupo palestino que controla la franja de Gaza ha encendido la mecha de una nueva escalada de violencia contra la población civil del sur de Israel.

Sin embargo nadie debería extrañarse por la nueva situación. La violencia constante del grupo islámico es consecuente con su prédica política. ¿Qué quiere Hamas, porque lucha?  El 18 de agosto de 1988 Hamas hizo público un extenso manifiesto de su acción político-militar, cuyo eje central es la aniquilación del Estado de Israel. En 36 artículos, promueven como principal objetivo la destrucción del Estado judío a través del Jihad (la guerra santa islámica). En el preámbulo del documento rector afirma: “Israel (...) continuará existiendo hasta que el Islam lo destruya, de la misma manera que ha destruido a otros en el pasado”. Hamas rechazó siempre un acuerdo de paz con sus vecinos israelíes. “Las iniciativas, y las llamadas soluciones pacificas y conferencias internacionales contradicen los principios del Movimiento de Resistencia Islámica... Estas conferencias no son más que un medio para designar infieles como árbitros en las tierras del Islam... No existe ninguna solución al problema palestino sino por medio del Jihad. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales no son sino una pérdida de tiempo, un ejercicio inútil”, según el artículo 13 de su carta de principios.

En el año 2005, Israel se retiró por completo, de forma unilateral, de la Franja de Gaza, en un intento proactivo de avanzar con el proceso de paz. El Hamas, que ha hecho todos los esfuerzos posibles por destruir dicho proceso, tomó por la fuerza el poder dando un golpe de Estado contra la Autoridad Palestina y convirtió a Gaza en un gigantesco depósito de municiones que ha utilizado para atentar de forma permanente contra Israel y sus habitantes. Desde entonces, 7000 cohetes han sido disparados contra territorio israelí en sólo 7 años.
Desde principios del 2012, más de 800 misiles han sido disparados desde la Franja de Gaza contra el sur del Israel, poniendo en riesgo la vida de más de un millón de ciudadanos israelíes. Durante muchos meses, a pesar de los constantes ataques contra su población, Israel se abstuvo de responder de forma contundente con el fin de evitar una escalada del conflicto. Los últimos ataques comenzaron la noche del sábado 10 de noviembre cuando un misil anti tanque fue lanzado contra un jeep del ejército que se movilizaba por el lado israelí de la cerca de seguridad. Desde entonces, más de 550 cohetes han sido lanzados contra ciudadanos israelíes, alcanzando ciudades como Jerusalén y Tel Aviv.
La operación militar tuvo como objetivo debilitar la red de lanzamiento de misiles para reducir la amenaza que significan los ataques del Hamas. Israel actuó en defensa propia cumpliendo con la obligación de defender a sus ciudadanos. Algo diametralmente opuesto a la irresponsable costumbre de Hamas de esconderse entre los civiles cuando atacan a los israelíes, incluso en escuelas y hospitales desde donde lanzan sus misiles, poniendo en riesgo la vida de su población.
El objetivo principal que se propuso en este caso el gobierno de Israel es el de recuperar el poder de disuasión frente al Hamas, y con ello generar un espacio de tiempo importante que le otorgue respiro al millón de habitantes del sur del país que están en la frontera. Será fundamental que las partes retornen a la mesa de negociaciones, una condición imprescindible para lograr un acuerdo de paz justo y duradero entre dos pueblos que están destinados a vivir como vecinos, pero está muy claro que Hamas y la Jihad islamica están violentamente muy lejos de esta concepción, por el contrario no pierden oportunidad de fogonear el viejo conflicto.

sábado, 28 de enero de 2012

Moscú y Pekín blindan al régimen sirio


Durante cuatro décadas, el clan Al-Assad ha dominado con puño de hierro a los sirios. Hoy el país se divide en dos. Unos apoyan al gobernante y su élite que intenta perpetuarse en el poder, mientras otros buscan derrocarlo exigiendo libertad y cambios. Suníes frente a chiítas alauitas; nacionalismo y laicismo frente a integrismo, todo en el marco de la denominada y contradictoria “primavera árabe”, de la cual todos buscan sacar sus réditos.

Las escenas de represión se suceden, pero la cuenta atrás de Bachar al Assad ha comenzado hace meses. Siria es un aliado estratégico del régimen teocrático iraní. Es uno de uno de los pocos que tiene el régimen chiíta persa en el mundo árabe. Siria es el soporte de grupos terroristas y fundamentalistas como Hezbolá en Líbano y uno de los causantes de haber sumido al Líbano en la desintegración, y es un apoyo esencial para Hamas, porque no importa las divisiones entre chiísmo y sunismo. Las diferencias quedan relegadas ante el mismo odio hacia el Estado judío. El apoyo de Teherán es hoy clave para Damasco.

El hombre fuerte del régimen sirio aún no ha caído porque su impune represión es sostenida por los gobiernos de Rusia y China. A fines de 2011, el Consejo de Seguridad de la ONU, bloqueado por Moscú y Pekín, solo había emitido una débil declaración de condena de la violencia en Siria, que ya se ha cobrado las vidas de miles de personas. Amnistía Internacional había pedido en abril de 2011 que se remitiera la situación de Siria a la Corte Penal Internacional por las pruebas de la comisión de crímenes de lesa humanidad. Pero debido a la determinación con que Rusia y China protegen a Siria en la ONU, se sigue eludiendo la rendición de cuentas por los delitos de derecho internacional y violaciones de los derechos humanos en ese país árabe.

Siria, que posee profundos lazos políticos, económicos y militares tanto con Rusia como con China, depende mucho de esos dos países para adquirir las armas que actualmente usa contra los manifestantes de la revuelta que comenzó el año pasado contra el gobierno del presidente Bashar al-Assad. Las relaciones entre ambos se remontan a la era de la ex Unión Soviética y del padre del actual presidente, Hafez al-Assad (1930-2000). Durante las tres décadas de su mandato (1971-2000), los soviéticos (y luego Rusia) entregaron unos 25.000 millones de dólares en armas a Damasco. Esto recargó al ejército sirio con material militar legado por soviéticos y rusos y que estos últimos continúan manteniendo y restaurando, mediante multimillonarios acuerdos.

Los proveedores tradicionales de Siria en materia armamentista también incluyen a China, la República Checa, Ucrania y Corea del Norte. En las últimas tres décadas las armas rusas prácticamente inundaron Siria.

Los rusos firmaron un Tratado de Amistad y Cooperación con Siria en octubre de 1970. Los rusos tenían entre 3.000 y 4.000 consejeros militares apostados en Siria, según informes de prensa.

En enero de 2005 el Kremlin condonó unos 9.800 millones de dólares de una deuda de 13.400 millones que Damasco arrastraba desde la era soviética, cimentando así el camino para nuevos acuerdos armamentistas, muchos de los cuales incluyeron actualizaciones a plataformas ya en el servicio sirio, como sus MiG-21, -23 y -29.

Algunas de las ventas más recientes a Siria incluyen al sistema de defensa aérea de corto alcance y autopropulsado 96K6 Pantsir-S1E (conocido como SA-19 Grison según la designación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte) y al sistema de misiles de mediano alcance Buk-2M Ural (SA-17 Grizzly). Rusia también está creando una base naval en el puerto sirio de Tartus, y posiblemente otro en Latakia.

El comercio militar de China con Siria no es tan voluminoso como el de Rusia, pero provee a Damasco de misiles y de la tecnología correlativa a los mismos.

Entre 2002 y 2009 Rusia firmó acuerdos armamentistas por 5.800 millones de dólares con Siria, e hizo lo propio con China por 800 millones. Sin embargo, entre 2006 y 2009 las ventas militares chinas a Siria se triplicaron en relación al cuatrienio previo.

La represión contra las manifestantes que protestan en las calles es a sangre y fuego y en virtud del férreo apoyo con el que cuenta por parte de Rusia y de China con su veto dentro del Consejo de Seguridad, es improbable que tenga lugar una intervención militar occidental y que Assad siga el mismo camino que el coronel Kadafi en Libia. Si el nivel de represión contra la revuelta popular continuara constante y la Misión de Observación de la Liga Árabe sufriera algún atentado, eventualmente la comunidad internacional podría verse obligada a actuar.

La mayoría de los países no confían en que el mandatario sirio, Bashar Al Assad detenga su ola de violencia contra sus opositores ya que no ha cumplido los compromisos acordados con la Liga Árabe. La misión de la Liga Árabe comenzó el 26 de diciembre y se espera que concluya en enero. Sin embargo, ha estado signada por controversia desde su inicio, porque el jefe de la misión, el teniente general Mohammed Ahmed al-Dabi, fue jefe de la inteligencia del ejército de Sudán, país en donde las violaciones a los derechos humanos han sido moneda corriente.

La represión en Siria deja hasta el momento unas 6.000 personas muertas y alrededor de 60.000 personas apresadas por el régimen. Los reportes de hechos sangrientos aumentan cada día, a pesar de la presencia de observadores de la Liga Árabe en el país y de las peticiones internacionales de que cesen los enfrentamientos. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU condenó a Siria por violación de los derechos humanos. El proyecto fue aprobado por 122 votos a favor con 13 en contra (Belarús, Bolivia, Cuba, Ecuador, Irán, Nicaragua, Myanmar, Siria, Uzbekistán, Venezuela, Vietnam, República Popular Democrática de Corea y Zimbabwe) y 41 abstenciones, entre las que destacaron las de China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad. La resolución fue presentada por las delegaciones de Francia, Reino Unido y Alemania, con el respaldo de varios estados árabes (Arabia Saudita, Qatar, Bahrein, Jordania y Marruecos).

“Hoy le digo de nuevo al presidente Assad de Siria: detenga la violencia. Deje de matar a su pueblo”, dijo el secretario general de la Ban Ki-moon. Con su veto en el Consejo de Seguridad, Moscú y Pekín paralizan a la ONU y blindan al régimen de Al Assad. La tríada de Rusia, China e Irán sostienen hoy política y militarmente al régimen sirio. Al igual que el gobierno de Damasco, son responsables del baño de sangre.

viernes, 13 de enero de 2012

Irán quiere saber con quién cuenta en América Latina


El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, cada vez más presionado por Occidente por su programa nuclear y sus provocaciones militares en Medio Oriente, realiza una gira por Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador, en busca de un tubo de oxígeno entre sus aliados más estrechos. La elección que hace el régimen teocrático islámico no es casual. Los gobiernos que lo reciben con honores son, al igual que Teherán, duros críticos de la administración del presidente estadounidense Barack Obama. Hostiles a Estados Unidos, los gobiernos de estos cuatro países se acercaron en los últimos años a Irán, especialmente Venezuela, cuyo presidente ha viajado en nueve ocasiones a ese país en 13 años de gobierno.

Con la visita de Ahmadinejad a sus países aliados de la región latinoamericana, Teherán persigue el objetivo de escapar a las sanciones económicas internacionales y mantener una fuente de materias primas, obviamente necesarias para su subsistencia, ante las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos. El régimen iraní ya tiene inversiones y acuerdos comerciales previos y ahora busca profundizarlos, sabiendo que, además, su movida será leída como un desafío más dirigido a los Estados Unidos. Quiere ganar espacio diplomático, fortalecer relaciones con países del continente americano y aumentar su influencia sobre sus socios regionales. En los últimos años, además de los cinco viajes del presidente ultraconservador, Irán ha doblado el número de sus embajadas en América Latina. También el régimen islámico ha confirmado su interés por la zona con el lanzamiento de un canal en español para Iberoamérica. Para el régimen de Teherán, la idea de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo tiene hoy una relevancia particular ante la situación geopolítica de Medio Oriente.
Estados Unidos y Europa estrecharon el cerco a Irán con nuevas sanciones, y los países de la Unión Europea hallaron un principio de acuerdo para decretar un embargo de las importaciones de petróleo iraní, que representan el 18% del total de exportaciones de crudo de la República Islámica, segundo productor de la OPEP.

Las medidas, que buscan obligar a Teherán a abandonar su controvertido programa nuclear –sospechoso según Occidente de perseguir la bomba atómica pese a los desmentidos iraníes– , coincidieron con un ensayo de misiles de Teherán en la región del estrecho de Ormuz y amenazas a Estados Unidos.

Irán amenazó con emplear “toda la fuerza” si Washington no renuncia a la presencia de su fuerza naval en el Golfo, algo que la Casa Blanca ya adelantó que no hará.

Incluso altos responsables declararon que Irán podría cerrar el estrecho de Ormuz, por donde transita el 35% del tráfico marítimo petrolero mundial.

Al tiempo que se radicaliza, Teherán se aísla en su región, convulsa por las insurrecciones populares que amenazan los regímenes vigentes. Irán teme ser “el próximo” blanco de una revuelta y con la crisis de Siria ha podido comprobar que la Liga Árabe, que ha pedido al régimen de Bashar Al Asad que cese los disparos contra los manifestantes opositores, está cada vez más controlada por Arabia Saudita, aliada de Washington.

Para Carlos Romero, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, Ahmadinejad “trata de buscar oxígeno en América Latina. Su país está en el plano internacional en una situación muy compleja e internamente se le está cuestionando, con cada día más protestas en las redes sociales y denuncias de violaciones de los derechos humanos”.

Sin embargo en América Latina el régimen islámico parece no gozar del apoyo de otros tiempos. No cuenta desde hace tiempo con el de Argentina, desde el atentado contra la mutual judía AMIA que dejó 85 muertos en 1994 en Buenos Aires. Ocho ex altos funcionarios iraníes figuran entre los imputados en el ataque, todos ellos con orden de captura internacional avalada por Interpol, entre ellos el ex presidente Alí Rafsanjani (1989-1997), el ex canciller Alí Akbar Velayati y el actual ministro de Defensa, Ahmad Vahidi. Pero además, ha perdido el de Brasil, cuya presidenta, Dilma Rousseff, se muestra más “cautelosa” que su predecesor, Luiz Inacio Lula Da Silva, en cuanto a Irán, según Lytton Guimaraes, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Brasilia.

“Brasil ahora no va a defender pero tampoco va a atacar a Irán. Se va a quedar quieto. Con Lula, hubo muchas críticas y presiones tanto internas como externas en relación a la política exterior de Brasil a Venezuela, Cuba e Irán”, dijo Guimaraes. Medios estadounidenses han visto en ello una cobertura para mayores operaciones de inteligencia. La cadena Televisa emitió en diciembre un reportaje en el que, ante cámara oculta, el embajador iraní en México sopesaba una eventual acción terrorista contra Estados Unidos. A esto se suman informes de inteligencia que indican que elementos de las Quds Force, una fuerza militar de élite del régimen, ya están instalados en varios países sudamericanos, y podría facilitar operativos junto con miembros del grupo terrorista libanés Hezbollah, al que, aseguran, le presta apoyo el Estado iraní y mantiene lazos con los cárteles de droga de la región. “Si Israel bombardea Irán, bien podría haber represalias dirigidos hacia intereses estadounidenses provenientes de los Quds Force que operan en América del Sur”, aseguró un artículo del Washington Post.
Mientras el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, firmaba una serie de acuerdos en Caracas con su principal aliado en América Latina, Hugo Chávez, en Teherán su gobierno anunciaba la condena a muerte de Amir Mirzaei Hekmati, un ciudadano estadounidense-iraní, acusado de ser un espía bajo la órbita de la CIA, algo que Washington niega. También, en un claro desafío a las nuevas sanciones de la comunidad internacional, el régimen iraní anunció en las últimas horas que una nueva instalación de enriquecimiento de uranio en Fordo comenzará a ser operacional prontamente, afirmó el jefe de la Organización de la Energía Atómica de Irán. La medida supone una nueva fuente de tensión entre Occidente y la teocracia iraní. “El sitio de Fordo, cerca de Qom (al sur de Teherán), será inaugurado pronto y comenzará a funcionar”, expresó Fereydoun Abbasi. La instalación nuclear está situada en una profunda cueva subterránea cavada en la montaña, cerca de la ciudad sagrada de Qom, a 160 kilómetros de Teherán. Abassi dijo que la planta es capaz de enriquecer uranio al 3.5, 4 y 20 por ciento. El funcionario iraní expresó que los nuevos “avances” nucleares serán anunciados en febrero y en el aniversario número 33 de la revolución islámica. Según reportes locales, Irán había comenzado a transferir meses atrás las centrifugadoras desde la central atómica de Natanz a Fordo.

Fordo será el segundo centro de enriquecimiento de uranio después de Natanz. El nuevo sitio fue inspeccionado por la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) en octubre de 2009 – tras ser detectada por la inteligencia occidental – y los funcionarios iraníes han afirmado que la planta funcionará con al menos tres mil centrifugadoras.

Abbasi declaró que los expertos iraníes fabricaron una nueva generación de centrifugadoras, más rápidas que los modelos anteriores, para acelerar considerablemente el proceso de enriquecimiento. La semana pasada, la República Islámica anunció la producción de la primera barra de combustible nuclear de uranio enriquecido al 20 por ciento, que será probada en el reactor de Teherán. Abbasi agregó que en febrero, el reactor nuclear de Bushehr, de mil megavatios, construido por los rusos, funcionará a pleno.

Todo indica que el régimen de los ayatolas se endurece y quiere saber con qué aliados cuenta en la región latinoamericana para un eventual futuro aún más conflictivo, ante la escalada ascendente con Estados Unidos y la Unión Europea. La gira estratégica por cuatro países de América Latina es una señal inequívoca.

martes, 3 de enero de 2012

¿Las FFAA deben combatir las nuevas amenazas aunque sus misiones clásicas no lo prevean?


En los últimos años, a lo largo y ancho de toda la región, los índices de inseguridad se han incrementado, en especial ante las nuevas amenazas que se ciernen y se expanden poniendo en riesgo la seguridad regional y nacional. La violencia proveniente de las organizaciones criminales ha provocado miles de muertos este año en América Latina.
Las mediciones del Latinobarómetro indican que la violencia y la inseguridad son uno de los problemas prioritarios que afectan a los ciudadanos de la región. Lo que está menos garantizado en América Latina es la protección contra el crimen (30%), indica el reporte 2011. Las principales amenazas, para los latinoamericanos, están en el crimen de todo tipo, el organizado y el narcotráfico.
El problema más importante de la región es la delincuencia y la seguridad pública. En el 2011 el 28% de los latinoamericanos consideraron que este es el principal problema en sus países, por encima del desempleo. Siguiendo la tendencia que arrancó en el 2010, la inseguridad se ha consolidado como tema central de las elecciones en América Latina. En la gran mayoría de los comicios celebrados en 2011, la cuestión de la inseguridad ocupó un lugar central en las campañas electorales. En 2007 la delincuencia sólo preocupaba al 17% de los entrevistados.
Otros estudios de académicos españoles indican que cuatro de cada diez ciudadanos latinoamericanos reconocen que ellos o algún familiar han sido víctimas de asaltos, agredido o víctima de un delito en el último año.
Sin duda, las estadísticas son una prueba de la nueva realidad.
Las imágenes de cadáveres decapitados o asesinados de las formas más aberrantes imaginables, se han convertido en parte del panorama cotidiano, con más de 45.000 muertos, tras cinco años de la lucha lanzada contra los carteles por el presidente mexicano Felipe Calderón.
En Colombia, primer productor mundial de cocaína (350 toneladas al año) los cultivos de hoja de coca han disminuido pero los asesinatos, por el contrario, continúan a manos de las “Bacrim”, nuevas bandas criminales compuesta por ex miembros de grupos paramilitares, dedicadas ahora a tiempo completo al narcotráfico. Un 47% de los 17.000 homicidios cometidos en 2010 en el país sudamericano es atribuido a esos grupos por la policía. La guerrilla de las FARC, que también se financia del narcotráfico, muestra que mantiene poder militar pese al abatimiento de varios líderes, con tomas de pueblos y ataques a la fuerza pública. Lo mismo pasa en las selvas de Perú con grupos herederos del derrotado movimiento maoísta Sendero Luminoso. Pero la violencia no sólo se produce en las regiones aisladas donde se cultiva la hoja de coca. En los barrios marginales de las grandes ciudades de la región, la mortal confrontación entre bandas que se disputan el mercado por la venta del “bazuco”, “paco” o “paste base”, dejan también un reguero de muerte. El tráfico de droga “se ha convertido en uno de los problemas planetarios más importantes, porque afecta a la seguridad de millones de personas”, sostuvo Louise Arbour, ex alto comisionado de la ONU para los derechos humanos y procurador de la Corte Penal Internacional.
Estas nuevas amenazas provocan el deterioro democrático y el temor a un fracaso de los Estados. El crimen organizado transnacional, el narcoterrorismo, el tráfico ilegal de armas, drogas y personas, la disputa por recursos naturales, la degradación medioambiental y la descomposición de la cohesión social, son solo algunos de los nuevos desafíos de la región. En este escenario, la mayoría de los países realizan reformas en sus cuerpos policiales y, además, muchos han comenzado a incorporar a las Fuerzas Armadas en la lucha contra unas amenazas que rayan en muchos casos con la insurgencia, promotora de la desestabilización de las instituciones democráticas.
Los peligros que corren hoy las sociedades son cualitativamente diferentes de los que se padecieron en la mayor parte del siglo XX, por eso las soluciones deben estar acordes a la nueva realidad. Para el historiador español Arturo Pérez-Reverte, “el narcotráfico ahora ya no es lo mismo. Ahora es como a la colombiana en los malos tiempos de Pablo Escobar, esa guerra sucia en la cual no hay respeto ni por niños, ni por mujeres, ni hay códigos, ni normas”, sostuvo. Sin duda las amenazas son nuevas y por ende se deben buscar nuevas formas para combatirlas.
¿Las Fuerzas Armadas deben intervenir para combatir las nuevas amenazas aunque sus misiones clásicas no lo prevean? La pregunta hoy es motivo de debates en la región. Su análisis es causa de no pocos dolores de cabeza en la mayor parte de los gobiernos del continente porque, de pronto, perciben que las nuevas amenazas entraron y se instalaron en las respectivas sociedades, mostrando un alarmante poder económico y de fuego que supera en muchas ocasiones a las fuerzas policiales, además de desafiar las leyes y las normas institucionales.
El reto de la región es enfrentar las nuevas amenazas a lo largo y ancho de las Américas como una responsabilidad compartida, más allá de las particularidades y peculiaridades de cada caso. Ningún país es inmune al problema y sus peligrosas consecuencias. Todos son parte de los nuevos retos que deben ser resueltos, para evitar consecuencias que podrían llegar a ser irreversibles con el correr del tiempo.
No fueron pocos los actores políticos en Sudamérica que subestimaron el flagelo, afirmando que estaban bajo un relativo control o intentando explicar el problema en base a concepciones ideológicas. Durante mucho tiempo estimaron que la violencia no los afectaría ni llegaría a niveles alarmantes como le sucedió a Colombia, Centroamérica y México. Pero la dinámica de las organizaciones narcoterroristas traspasó fronteras y fue involucrándonos a todos por igual, dejando todo tipo de secuelas trágicas. Consumidores, pandillas, traficantes, sicarios, lavado de dinero, armas ilegales, territorio controlado por bandas armadas, y toda una amplia gama de delitos.
Más allá de discusiones teóricas, distintos gobiernos democráticos comenzaron, en forma pragmática, a incorporar a sus militares en la lucha contra las nuevas amenazas, dejando atrás sus propios discursos ideologizados que criticaban el uso de estos efectivos en tareas que eran definidas como de seguridad interna. Hay un reclamo cada vez más importante en el seno de las sociedades de hoy. Los ciudadanos piden, exigen resultados, ante una creciente ola de inseguridad producto de las nuevas amenazas.
La necesaria cooperación entre las fuerzas militares y policías, dentro del marco de la Ley y con las reformas del caso, para combatir el embate de estas amenazas globalizadas que ya llegaron al sur del continente y aún no han alcanzado su mayor expansión, es un hecho.
No solo México y Colombia sumaron a los militares al combate de los cárteles de la droga y las organizaciones narcoterroristas, también lo hicieron Brasil, Perú, El Salvador, Honduras, entre otros países. El pragmatismo ante la necesidad de combatir las nuevas amenazas primó por encima del signo ideológico.
Las Fuerzas Armadas se deberían utilizar cuando no son suficientes los otros instrumentos del Estado para detener el avance de las poderosas organizaciones ilegales. Sin embargo, las nuevas amenazas que demanden el empleo del instrumento armado, deberían ir de la mano con un necesario redimensionamiento y adecuación, algo que a su vez está ligado a la asignación de recursos presupuestales y voluntad política en la priorización de las nuevas misiones. Y si las normas legales ponen en duda la forma y oportunidad del empleo de los instrumentos del Estado, entonces se impone su modificación para responder mejor a la realidad, antes que combatir con elementos inadecuados las nuevas amenazas a la seguridad de las naciones.
Una amenaza a la seguridad de cualquier país a menudo se convierte en una amenaza a la seguridad regional, por eso las democracias deberían utilizar todas sus herramientas para frenar su expansión. Es preciso integrar todos los elementos del Estado para hacer frente a las nuevas amenazas. Desde las medidas políticas a las policiales, pasando por las económicas, diplomáticas, culturales, sociales o militares.