viernes, 9 de octubre de 2009

Estrategia para la guerra divide al gobierno de EEUU

La estrategia, y principalmente el envío de más tropas a Afganistán para enfrentar la nueva ola de violencia de los talibanes, tras un fuerte resurgimiento en los últimos meses, divide al gobierno del presidente estadounidense Barack Obama.


General Stanley McChrystal. Estados Unidos puede perder la guerra en Afganistán. Durante una reunión de tres horas en la Casa Blanca el pasado 30 de setiembre para evaluar los progresos realizados y los desafíos que quedan pendientes en Afganistán y Pakistán, se pusieron de manifiesto opiniones encontradas entre los miembros de la administración demócrata.



La secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el enviado especial para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, apoyaron la posibilidad de incrementar el número de tropas, mientras que los militares y policías afganos se preparan para hacerse cargo de la defensa del país en el 2013.



Por su parte el secretario de la presidencia, Rahm Emanuel, y el general James Jones, asesor nacional de seguridad, se mostraron mucho más cautos en respaldar la propuesta. Por otra parte, el vicepresidente Joseph Biden es partidario de mantener sin cambios la cifra de soldados norteamericanos desplegados en esa nación centroasiática. Biden propone que se incremente la presión para acabar con los líderes talibanes que se esconden en la frontera afgana- pakistaní. El vicepresidente es partidario de una estrategia que se centra más en el uso de aviones no tripulados y de pequeños equipos de fuerzas de operaciones especiales para atacar a jefes de Al Qaeda y a los líderes de los talibanes.



Entre los participantes en la reunión se encontraban también el secretario de Defensa, Robert Gates, el jefe de Estado Mayor, el almirante Mike Mullen, y el director nacional de Inteligencia, Dennis Blair, además de embajadores claves y otros funcionarios de alto nivel. La reunión fue la continuación de la realizada el 13 de setiembre, y forma parte de los cinco encuentros planificados por Obama antes de tomar una decisión final respecto a la manera de seguir adelante en Afganistán y Pakistán.



El secretario de Defensa, Gates, es una voz crítica en estas reuniones y aún está indeciso sobre qué hacer. Trascendió que Gates no cree en un enfoque que dependería de un pequeño número de fuerzas especiales y el uso de naves no tripuladas para rastrear y matar a miembros de los grupos terroristas que operan en la zona, como propone el vicepresidente.



Un "enfoque antiterrorista", en lugar de un "enfoque de contrainsurgencia" está en debate en el seno del gobierno del presidente Obama.



Las fuerzas de Estados Unidos y las comandadas por la OTAN tratan de derrotar la insurgencia talibán, que intenta recuperar el control del país luego de haber sido desplazada por una coalición dirigida por Estados Unidos a fines de 2001. La campaña comenzó luego de los ataques terroristas del 9/11 contra Estados Unidos. El régimen Talibán había dado refugio y una base de operaciones al grupo terrorista transnacional de Al Qaeda, que parece haberse instalado en la remota y áspera cadena montañosa hindú Kush, que separa a Afganistán de Pakistán.



El comandante militar estadounidense en Afganistán, Stanley McChrystal, que participó desde Londres por videoconferencia en la reunión, solicitó más soldados para enfrentar el creciente resurgimiento talibán. El jefe militar, partidario de enviar a 40.000 militares más, fue indirectamente el disparador de los debates en el seno del gobierno de Obama.



El general McChrystal aseguraba que sin esos refuerzos Estados Unidos podría perder la guerra. "La situación en Afganistán es grave, pero se puede lograr el éxito, lo que exige revisar la estrategia de aplicación, el compromiso y la determinación, y una creciente unidad de esfuerzos", dijo el comandante McChrystal.



El general comanda a alrededor de 103.000 soldados en Afganistán, incluyendo a unos 63.000 efectivos de las fuerzas de Estados Unidos. Para fines de 2009 se estima que la cantidad de tropas de Estados Unidos llegará a 68.000 efectivos. Unos 30.000 soldados de Estados Unidos son parte de la fuerza de ISAF, de la OTAN, que tiene participantes de otras 42 naciones.



Durante una reunión en Alemania, realizada el pasado 25 de setiembre, McChrystal había ya realizado el pedido de más tropas, en base a su evaluación, al jefe de Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen, al comandante del Comando Central de Estados Unidos, general David Petraeus y al comandante aliado supremo, almirante James Staviridis. Mullen presentó el pedido al secretario de Defensa, Robert Gates y a partir de ese momento el debate comenzó a intensificarse.



"La situación es seria y elijo esta palabra con mucho, mucho cuidado", volvió a recordar el general McChrystal en un discurso pronunciado recientemente en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) en presencia del ministro británico de Defensa, Bob Ainsworth.



Mientras los líderes de Estados Unidos, la OTAN y Europa están todos revisando la evaluación hecha por McChrystal, el senador republicano John McCain, ex candidato de su partido en las elecciones del año pasado, advirtió que no sobra tiempo y Obama debe aprobar rápidamente el envío de más tropas.



"El tiempo es lo que no sobra, así que necesitamos tomar una decisión rápidamente. Creo que la historia deja muy claro que cuando los talibanes se hicieron cargo Afganistán se convirtió en una base para atentados contra Estados Unidos y nuestros aliados", sostuvo McCain.



El presidente estadounidense también se reunió en la Casa Blanca con el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, para consultas sobre Afganistán. Aunque Rasmussen no quiso comprometerse sobre un aumento de la participación europea en la misión, aseguró que los aliados permanecerán en Afganistán "todo el tiempo que sea necesario para el éxito".



"Obviamente hablamos sobre la misión más importante de la OTAN en este momento, que es Afganistán", dijo Obama junto con Rasmussen, en la Casa Blanca. "Y ambos acordamos que es absolutamente decisivo tener éxito en desmantelar, acabar y destrozar la red de Al Qaeda, y en que estamos trabajando efectivamente con el gobierno afgano para dar la seguridad que ese país necesita".



Obama y el nuevo secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, acordaron en su reunión del 29 de setiembre en la Casa Blanca que lo que es importante hacer en Afganistán es en primer lugar determinar el mejor enfoque estratégico, y luego obtener los recursos para prestarle apoyo.



Parte del problema, tanto para Estados Unidos como para los aliados europeos, es el descenso del apoyo a la guerra, a medida que ha ido en aumento la violencia en ese país musulmán.



Según una encuesta de la cadena CNN, el 58 por ciento de los estadounidenses se opone a esta campaña militar, mientras que el 39 por ciento la apoya. En lo que va de año, más de 376 soldados aliados han muerto en Afganistán.



Por el momento, Obama no va a tomar ninguna decisión sobre el envío de nuevas tropas a Afganistán, al menos hasta que mantenga nuevas reuniones con los principales colaboradores y asesores de la Casa Blanca. La pasada primavera ya ordenó el despliegue de 21.000 soldados más durante este año.



El presidente Obama volvió a convocar hace pocas horas al comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán al avión presidencial, para examinar durante 25 minutos la marcha de la guerra en esa nación centroasiática. El general del ejército McChrystal y Obama se reunieron poco antes de que el mandatario regresara a Washington tras haber postulado en Copenhague la candidatura de Chicago para las Olimpíadas del 2006.



La presión sobre Obama creció abruptamente en los últimos meses como resultado del aumento de muertos de los ejércitos estadounidense y sus aliados de la OTAN, las crecientes pérdidas civiles y una elección supuestamente manchada de corrupción ganada por el actual presidente, Hamid Karzi, y por la filtración de un informe del general McChrystal advirtiendo que, sin más tropas de Estados Unidos, la guerra podría perderse efectivamente en un año.



El presidente también consultará con países aliados, con expertos civiles en seguridad nacional y con miembros del Congreso. Las consultas con el Congreso comenzarán cuando el asesor de Seguridad Nacional, general James Jones, presente un informe a todos los senadores de Estados Unidos



El 7 de octubre, Obama se volverá a reunir en la Casa Blanca con su equipo de seguridad nacional para conversar sobre Afganistán y Pakistán,



Las recientes cifras obtenidas en encuestas de opinión pública en Estados Unidos, que muestran una reducción en el apoyo a continuar las operaciones militares en Afganistán y la falta de resultados en el terreno, apremian a un presidente Obama que necesita darle a su país resultados positivos, mientras que la economía aún no se recupera, la reforma de la salud está trabada y Chicago se quedó sin la llama olímpica.