jueves, 7 de enero de 2010

51 años después, Cuba necesita aire fresco

El régimen cubano llegará en 2010 a sus 51 años en el poder. Sus dirigentes históricos, que lo han sostenido a sangre y fuego, no han sabido en todo ese tiempo de poder absoluto y unanimidades forzadas dar una respuesta a las necesidades básicas de los cubanos. Y por cierto, tiempo no los faltó para experimentar todas las estrategias propias y ajenas.

Los desaciertos han sido muchos y las consecuencias están a la vista en una economía controlada en su totalidad por el Estado. El gobierno de Raúl Castro, sostenido por un Ejército cada vez más incorporado al quehacer económico, anuncia para 2010 nuevas medidas de ahorro, recorte de subsidios y contención de gastos sociales. El gobierno le pide a la población apretarse aún más los cinturones, como si luego de más de medio siglo de muchas penurias eso fuera sencillo.

Según los informes oficiales de 2009 las exportaciones cayeron en 22,9%, las importaciones 37,4%, la industria 2%, mientras que las inversiones disminuyeron el 16%. La tasa de desocupación oficial es de 1.7 %, el salario medio mensual pasó de 415 a 427 pesos cubanos (17.08 dólares) y la productividad del trabajo decreció 1.1%. Tras un crecimiento económico de 1,4% en 2009 -se esperaba 6% en un inicio-, el crecimiento del Producto Interno Bruto estimado alcanzará apenas 1,9% este nuevo año. Esto, sumado con el subempleo y el exceso de trabajadores en la mayoría de las actividades estatales del país y la grave crisis de liquidez que enfrenta la isla, no auguran un bueno 2010.

Fuentes independientes sostienen que la deuda externa de Cuba fluctúa en unos 30 mil millones de dólares. El 1 de septiembre de 2008, el Club de París informó que Cuba era el segundo mayor deudor mundial: 29,7 mil millones dólares. Durante 2009, Cuba tuvo dificultades no solo para conseguir nuevos préstamos, sino también para cumplir con el pago de su deuda. El presidente Raúl Castro se vio obligado a admitir que el gobierno está negociando reprogramar el pago de la deuda con sus acreedores.

Cuba no ha tocado fondo gracias a Venezuela. Los acuerdos de cooperación estratégica, principalmente en el sector petrolero, que el gobierno del presidente Hugo Chávez ha firmado con el régimen de La Habana han sido esenciales para su sobrevivencia. Caracas suministra a La Habana 100.000 barriles diarios en condiciones favorables de pago, con lo que cubre el 50% del consumo. El comercio entre ambas naciones superó los 5.000 millones de dólares. El gobierno de Chávez, al frente del ALBA, ocupa hoy el lugar que tenía la Unión Soviética en buena parte del siglo pasado, en lo político y lo económico. Otros aliados de la isla como China, Irán y Vietnam, también jugaron un papel vital con sus préstamos en dólares y nuevos créditos comerciales, sin olvidar a algunas naciones de la Unión Europea y América Latina.

El fracaso del modelo cubano, copiado en buena parte de la desaparecida Unión Soviética, resulta evidente. No se pueden ocultar las ineficiencias responsabilizando al embargo que mantiene Estados Unidos sobre el gobierno de la isla. Estados Unidos se ha convertido hoy uno de los principales exportadores de productos alimenticios, entre otros, a la isla en forma directa o a través de terceros países.

No existe una economía en el mundo que experimente una crisis tan continua, estructural, grave y persistente como la de Cuba, que es incapaz de alimentar a su población con sus propios recursos, a pesar de las bondades de la tierra y clima.

Fidel y Raúl Castro, que se turnaron al frente del régimen, son los máximos responsables junto a la privilegiada elite que gobierna la otrora Perla del Caribe de los reiterados fracasos. Con la excusa del “enemigo norteamericano” al que todos los años se lo acusa de estar preparando una nueva invasión, no puede justificarse un régimen sin libertad y democracia. Lo más grave es que los dirigentes cubanos saben que ellos son los principales responsables de la situación aunque no lo quieran reconocer. Arrastran décadas de ineficiencia productiva, burocracia, corrupción y paternalismo. El omnipotente Partido Comunista de Cuba realizó en la Universidad de La Habana un sondeo revelador. Las tres cuartas partes de los estudiantes, profesores y funcionarios manifestaron su deseo de que el sistema llegara a su fin y fuera sustituido por otro en donde la racionalidad primara. El gobierno, en lugar de admitir la evidencia, se limitó a sacar al rector, como si este fuera el causante del rechazo que provoca el prolongado experimento revolucionario.

La mayoría de de los cubanos, según sondeos oficiales e independientes, perciben la situación de su país como “mala” o “muy mala”. El principal problema económico de Cuba son los salarios y el coste de la vida. Los cubanos desconfían de la capacidad del actual gobierno para resolver los problemas. Desean para la isla una democracia real, y apuestan a favor de los cambios políticos que suponga partidos políticos, libertades, prensa sin censura y respeto de los derechos humanos. De igual modo, un porcentaje importante, es partidario de una economía de mercado.

La valoración de la situación, como muestran los sondeos, admite solo un diagnóstico: el pesimismo de la mayor parte de una cansada y descontenta sociedad que sigue teniendo más promesas que certezas de sus dirigentes.

El precio que han pagado los cubanos de varias generaciones en más de medio siglo es muy grande. La que era la cuarta economía de América Latina, según índices de la CEPAL, FAO y ONU, antes del triunfo de la revolución hoy está entre las últimas de la región, con más de medio millón de cubanos que fueron forzados a irse al exterior por razones políticas y económicas.

Los prometidos cambios económicos que aparentemente se vienen efectuando son necesarios, pero están lejos de ser suficientes para garantizar el crecimiento económico y el bienestar social. Hacen falta cambios en las leyes para garantizar las libertades fundamentales en todos los sectores, para que se llegue mediante el diálogo entre todos a una sociedad democrática.

La situación de los Derechos Humanos en Cuba empeoró durante 2009 y se espera que para 2010 siga la misma tendencia, pese a los cambios que ha prometido el gobierno de Raúl Castro desde que llegó al poder hace casi dos años, según un reporte del presidente de la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), Elizardo Sánchez.

La CCDHRN ha documentado entre 700 y 800 casos de arrestos, lo que, es una cifra mayor que la registrada en 2008, durante el primer año del Gobierno de Raúl Castro.

En lo que se refiere a los presos políticos, de conciencia, la cifra se mantiene estacionaria por encima de los 200, debido a que las autoridades cubanas no han realizado excarcelamientos significativos.

Los dirigentes cubanos están en deuda con varias generaciones que confiaron ciegamente dentro, pero también fuera de la isla.

Una vieja amiga cubana, que luchó desde la clandestinidad contra la dictadura de Batista y que luego dio todo lo que tenía a la revolución, me confiaba que todo el sacrificio lo hizo para lograr un mejor futuro para sus hijos. Sus hijos, formados en la liturgia de la revolución, me decían: pasaron tres generaciones, mi madre dio todo por la revolución, y ahora el sacrificio me lo piden a mí y Cuba cada vez está peor. Sin libertad, sin democracia y viviendo mal. Hasta cuando tenemos que esperar, me contestaron. Al final se cansaron de las promesas y se fueron a Europa, en busca de una oportunidad que el gobierno de su país le negó durante más de medio siglo. La gente se cansa de que le digan lo que tiene que comer o lo que tiene que leer. La gente quiere tener el poder de decidir, incluso para equivocarse.

Hace falta valentía política para reconocer los fracasos, pero más aun para impulsar los cambios que verdaderamente se necesitan para superar los atrasos históricos y la dependencia. No se puede gobernar con consignas, con verborragia discursiva. Cuba necesita aire fresco, libertades y democracia, tras 51 años de un modelo que fracasó. Necesita cambios y mucho diálogo para garantizar un futuro digno a millones de cubanos, que siguen esperando dentro y fuera de la isla.