viernes, 11 de septiembre de 2009

Los trágicos costos del 9/11

El 11 de setiembre del 2001, Estados Unidos sufrió un trágico ataque terrorista que causó la muerte de tres mil personas. Hace ocho años, el fatídico suceso causó drásticos cambios en varios aspectos de la vida de los estadounidenses, pero también en el resto del mundo. La seguridad y el combate al terrorismo pasaron a los primeros lugares de las agendas domésticas y mundiales. Las imágenes de los atentados contra las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York, el Pentágono en Washington, y la caída de uno de los cuatro aviones en Pennsylvania cuando se dirigía a Washington, quedaron guardadas en las retinas de todos.

Ocho años después las consecuencias del ataque terrorista, que se autoadjudicó Osama bin Laden y su grupo islamista Al Qaeda, siguen dominando la política estadounidense. En respuesta a los atentados del 11 de setiembre, comenzó la guerra global contra el terror en Afganistán. El 13 de noviembre de 2001, Kabul fue tomada por Washington y sus aliados, y el gobierno quedó en manos de la OTAN y la Alianza del Norte para combatir así a los talibanes. Desde entonces Al Qaeda y el mundo talibán se han reorganizado y siguen atacando. Ocho años después, Bin Laden sigue sin ser capturado, los atentados se suceden en todo el mundo y la guerra continúa. Según distintos informes, se han gastado desde 2001 hasta la fecha más de 160.000 millones de dólares en el combate contra los fundamentalistas talibanes. Y hoy muchos tienen la impresión de haber sido “traicionados” por el presidente Barack Obama, que reforzó su presencia militar en Afganistán. Según una encuesta reciente, seis de cada diez estadounidenses se oponen a una guerra en la que en tan sólo en lo que va de 2009 han muerto 184 norteamericanos, con el riesgo de empantanarse en un escenario al estilo vietnamita. A fines de año, se calcula que habrá unos 68.000 soldados en Afganistán, 21.000 de los cuales fueron ordenados por Obama, una opción que sólo aprueba el 24% de los estadounidenses.
Por otra parte, se suman unos 64.500 efectivos de 42 países conforman la misión de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) de la OTAN, aunque su presencia no ha logrado hasta ahora derrotar a los talibanes y sus aliados de la red Al Qaeda.
Si bien el presidente Obama, que heredó los conflictos en Afganistán e Irak y las responsabilidad de de capturar al jefe terrorista saudita, debe lidiar con los costos de estas misiones, la sociedad estadounidense carga con otros costes nada menores.
Desde el 11 de setiembre han muerto centenares de personas que fueron rescatadas aquél fatídico día. De ellos, 817 han perdido la vida por causas relacionadas con los atentados. 270 de esos héroes, como los califica la población en general, han perdido la vida a causa del cáncer. Otros 33 se han suicidado, incapaces de superar el trauma de aquél atentado.
Otros 149 víctimas del atentado han sufrido muertes traumáticas, accidentes de tráfico, murieron en incendios, en asaltos, incluyendo 27 personas que perdieron la vida trabajando. Otros 12 han caído en las guerras de Irak y Afganistán.
Pero la principal causa de esas muertes está en la salud, que explica 479 de las 817 muertes. Recientemente, el cáncer se llevó la vida del bombero John McNamara, de 44 años, y que participó en las labores de rescate, junto con otras 50.000 personas que se volcaron a ayudar a las víctimas. McNamara es una víctima más de aquél día, indicó el New York Times.
Según un estudio de los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades en Atlanta, cuyos resultados se publican en la revista Journal of the American Medical Association, los trabajadores ocupados en el rescate, los residentes y trabajadores de oficinas de la zona del World Trade Center en Nueva York informan de nuevos diagnósticos de asma o estrés postraumático después del ataque terrorista.
Los expertos, dirigidos por Robert M. Brackbill, examinaron la incidencia de dos de los principales problemas de salud que sufrieron estas personas: el asma y los síntomas de estrés postraumático indicativos de un posible trastorno de estrés postraumático (TEPT) después del ataque a las torres gemelas en setiembre de 2001.
Los investigadores señalan que si se aplican los resultados del seguimiento a las aproximadamente 409.000 personas expuestas, se estima que aproximadamente 25.500 adultos han sufrido asma después de los atentados y 61.000 han padecido síntomas indicativos de posible TEPT.
Según concluyen los autores, estos descubrimientos confirman que tras un ataque terrorista los trastornos de salud mental pueden persistir si no se identifican y tratan adecuadamente y que un número importante de personas expuestas pueden desarrollar síntomas de inicio tardío.
Ocho años después de los ataques terroristas de 2001, Estados Unidos no ha logrado superar esa tragedia. Sus consecuencias locales y mundiales son una herida que no ha cerrado y que nadie puede olvidar.