domingo, 12 de septiembre de 2010

EL EJERCITO INSURGENTE DE LOS ZETAS

EN CIUDAD JUAREZ, CONSIDERADA LA MAS VIOLENTA DE MÉXICO, RODRIGO REPITE LO QUE APRENDIO EN SU ESCUELA PRIMARIA: "CUANDO SE ESCUCHEN LOS DISPAROS, NOS TIRAMOS AL SUELO", SEGUN INDICA EL MANUAL DE INSTRUCCIONES DE UN PROGRAMA DE SIMULACRO DE BALACERAS EN ESCUELAS. "NOS TAPAMOS LOS OIDOS PARA NO OIR LOS BALAZOS, Y ASI NOS QUEDAMOS HASTA QUE TODO TERMINE O QUE LLEGUE LA MAESTRA, Y NOS DIGA, QUE NOS LEVANTEMOS O ESCUCHEMOS EL SILBATO DOS VECES", EXPLICO EL NIÑO DE 10 AÑOS DE EDAD. "SI ALGUNO ESTA HERIDO NO DEBEMOS LEVANTARLO, NI MOVERLO HASTA QUE LLEGUE LA AMBULANCIA O LA POLICIA, Y NO PODEMOS LEVANTARNOS, NI ESTAR HINCADOS, SINO BIEN ACOSTADOS EN EL PISO Y SOLO ARRASTRARNOS SI TENEMOS QUE MOVERNOS", AFIRMO FRANCISCO, OTRO ESCOLAR DE 10 AÑOS DE EDAD.



Se trata de un simulacro que fue impartido a todas las primarias de la ciudad, en los kinders y secundarias, con el propósito de que sus alumnos sepan cómo actuar en caso de que ocurra un hecho violento en el exterior de su escuela, y puedan así resguardar su vida. La guerra que vive México contra los poderosos grupos armados de narcoterroristas es una constante preocupación para el gobierno, pero también para países vecinos. Los Zetas, señalados por la espeluznante matanza de 72 migrantes latinoamericanos, es uno de los grupos que jaquean constamente a la democracia mexicana, en un creciente clima de violencia y miedo en la que está inmersa la sociedad. Este poderoso grupo insurgente cuyos tentáculos se extienden por varios países, fue creado por ex militares que en los años noventa se unieron al cartel del Golfo, con el que ahora libran una disputa a muerte.


"Los Zetas controlan varias rutas que les permiten moverse desde Guatemala hasta la frontera con Estados Unidos, atravesando el territorio mexicano a veces en complicidad con policías locales", explica Raúl Benítez, investigador en temas de seguridad nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México.


La banda fue conformada a partir de un grupo de cuarenta antiguos miembros de las fuerzas especiales del Ejército mexicano, a los que el entonces teniente Arturo Guzmán (alias Z-1, por su código militar) fue reclutando para conformar los anillos de seguridad del capo del cartel del Golfo, Osiel Cárdenas. Guzmán, quien había desertado del Ejército en 1997 convenció a varios de sus compañeros de trabajar para Cárdenas, quien les pagaba más de 50.000 dólares anuales, según el testimonio de un antiguo miembro de la banda ante la justicia. Cárdenas está actualmente detenido en Estados Unidos, adónde fue extraditado en 2007. Tras su captura Los Zetas entraron a disputar el control del cartel del Golfo.



"Por su experiencia y formación militar, que les daba eficacia a sus operaciones, ganaron terreno hasta convertirse en rivales de sus antiguos jefes a quienes disputa rutas en los estados de Tamaulipas y Nuevo León", estima Benítez. Autoridades locales atribuyen a esa disputa más de 1.000 asesinatos ocurridos en esos estados este año.



Los Zetas, cuyos integrantes suelen vestir de negro y utilizan rangos de tipo militar para diferenciarse (comandantes, veteranos, halcones y cobras), se han extendido a otras actividades como el tráfico de combustible robado y el secuestro de migrantes, además del narcotráfico.



Liderados en la actualidad por Heriberto Lazcano, alias Z-3 o 'el Lazca', Los Zetas no son cualquier banda de gatilleros, son verdaderos grupos insurgentes. Muchos de ellos fueron entrenados en manejo de explosivos, inteligencia militar, contraespionaje y contrainsurgencia. Son expertos en el combate con fusiles AK-47, AR15 y M16. Utilizan equipos de comunicaciones dignos de agencias de seguridad estatales.



De los siete grandes carteles mexicanos, este es el que mejor combina dos elementos sombríos: la capacidad de organización y la crueldad. Disuelven los cadáveres de sus víctimas en ácido, para luego tirarlos a ríos o por el alcantarillado. A otras les han sacado el corazón o les escriben una 'z' en el estómago. "A los migrantes los secuestran para pedir rescate a sus familiares en Estados Unidos o, en los casos de los más pobres, para utilizarlos como mulas (correos) para llevar cocaína" a Estados Unidos, señala Benítez. Según un ecuatoriano de 18 años que sobrevivió a la masacre en un rancho cercano al poblado de San Fernando, a 180 km de la frontera con Texas, los hombres que mataron a los 72 migrantes que provenían además de El Salvador, Honduras y Brasil, se identificaron como miembros de los Zetas. El sobreviviente, que huyó tras hacerse el muerto con una herida en el rostro, aseguró a las autoridades que Los Zetas procedieron a ejecutar a los migrantes tras rechazar mil dólares por quincena para que se unieran a la organización armada.



Su poder crece y se extiende en la región. Un tribunal de Guatemala condenó a penas de ocho a 313 años de prisión a 14 narcotraficantes del cartel de Los Zetas, por la matanza de 11 supuestos traficantes rivales en 2008. A comienzos de junio la policía de Nicaragua detuvo al este de Managua a tres integrantes de Los Zetas y les incautó un arsenal. Ese mismo mes, el ministro del interior de Venezuela, Tareck El Aissami informó de la detención de un colombiano, Luis Tello Candelo, a quien identificó como miembro de Los Zetas.



Con la reciente detención de Edgar Valdez Villarreal, "La Barbie", uno de los jefes de los carteles mexicanos, desarticularon su aparato de enlace en Colombia. Con la detención en Medellín de Julio César Piña Soberanís, alias "Julio", cayó el principal contacto para la compra de droga a las FARC. La Policía capturó simultáneamente en un apartamento en el norte de Bogotá a Denis Alvarino Gómez, alias "El Negrito", enlace de Luis Carlos Neiva, alias "Pacheco", jefe del frente 30 de la guerrilla de las FARC. La organización a la que pertencía "La Barbie", se había aliado en 2008 con Los Zetas en contra del cartel de Sinaloa, liderado por el prófugo Joaquín "el Chapo" Guzmán, uno de los narcotraficantes más buscado.



El uso en México de coches bomba, los asesinatos de autoridades y funcionarios públicos, la muerte de decenas de miles de personas en los últimos años, los enfrentamientos entre narcoterroristas y fuerzas de seguridad, recuerda a la Colombia de las décadas del 80 y 90. México vive una batalla cada vez más difícil contra el narcoterrorismo.